El burro parlante de M¨¦rida
Rafael ?lvarez, ¡®El Brujo¡¯, dirige y act¨²a en ¡®El asno de oro¡¯, de Lucio Apuleyo La obra est¨¢ plagada de aventuras, acci¨®n y relatos unos dentro de otros
Rafael ?lvarez El Brujo, uno de los grandes actores juglarescos que hay en Espa?a, ayer se enfrent¨® por quinta vez a estrenar en el Teatro Romano de M¨¦rida dentro de su conocido festival de tem¨¢tica grecolatina. Esta vez lo ha hecho a lo grande ya que se ha atrevido a ofrecer el estreno mundial de El asno de oro, de Lucio Apuleyo, autor que junto con Petronio est¨¢ considerado como uno de los padres de la novela y de hecho, est¨¢ escrita en torno al a?o 180 que ahora sube a los escenarios, se considera la primera conservada ¨ªntegra.
La simbiosis entre Apuleyo (que parece ser que tom¨® el nombre de Lucio de su personaje convertido en asno), que pertenec¨ªa al grupo de los llamados neosofistas, y El Brujo no puede ser mayor. Ambos son oradores ambulantes, ambos ejercen una personal filosof¨ªa y los dos fascinan echando mano de la magia (uno con potingues y otro con trucos esc¨¦nicos), de las narraciones fant¨¢sticas y de su facundia expandida alrededor de aquel, y de este mundo mediterr¨¢neo durante a?os.
La simbiosis entre Apuleyo, que pertenec¨ªa al grupo de los llamados neosofistas, y El Brujo no puede ser mayor.
?lvarez cree que no se ha llevado nunca a los escenarios El asno de oro porque es dif¨ªcil verle el teatro a la novela. ¡°Esta es una novela con una gran cantidad de aventuras, una acci¨®n trepidante, con relatos que aparecen unos dentro de otros, como cajas chinas¡±, dice el actor de esta obra de Lucio Apuleyo que le recuerda, en su estructura, a otras como Las mil y una noches o El manuscrito encontrado en Zaragoza. ¡°El caso es que eso asusta y cuando todo eso hay que limitarlo, solo ves un rompecabezas que es tremendo¡±. ?l s¨ª lo ha llevado a escena ?y c¨®mo!. Y no es extra?o que lo haya hecho, porque El Brujo ve el teatro en funci¨®n de un estilo muy propio, muy personal e irreproducible que es m¨¢s narrativo que dram¨¢tico. El que desarroll¨® durante cerca de tres horas ante casi tres mil personas que le siguieron con atenci¨®n, silencios y carcajadas en el Teatro Romano. La noche del estreno sin embargo su personal estilo se volvi¨® algo contra ¨¦l ya que el espect¨¢culo dur¨® m¨¢s de lo que ten¨ªa previsto el propio actor y director, que se hizo acompa?ar por tres m¨²sicos (Daniel Su¨¢rez Sena, Juli¨¢n Mart¨ªnez y Javier Alejano) que tienen una importante presencia y que, como si de un espect¨¢culo circense se tratara, segu¨ªan con sonidos y repiques los movimientos y gestos de El Brujo.
Como narrador de esta historia no ha escogido un cap¨ªtulo o historia, como se hace con otras novelas r¨ªo, tipo El Quijote, sino que ha realizado un resumen desde el principio hasta el final, evitando los pasajes accesorios y tratando de coger la l¨ªnea directa m¨¢s esencial. Pero junto a las rocambolescas historias de Lucio, antes de ser y mientras es un hombre dentro del cuerpo de un burro, El Brujo, a modo de juglar contempor¨¢neo, rompe una y mil veces la cuarta pared, hasta el punto de abandonar la orquesta (donde situ¨® la escena en el teatro romano) y mezclarse con el p¨²blico, y cuela su habituales morcillas, o sus reflexiones personales, que en este caso son continuas y protagonizadas por elementos de absoluta actualidad. Rajoy, sobres, c¨¢rceles, Ikea, Punset, Urdangar¨ªn, low cost, S¨¢lvame de luxe, Ferr¨¢n Adri¨¢ y mucha bronca con su caballo de batalla (el IVA cultural) y otros temas que no le cuesta mucho encajar dentro del argumento de El asno de oro, novela en la que Apuleyo relata las muchas corruptelas y los muchos abusos que termina viendo en su vida de burro, ya que poderosos y no tanto, hablan de cualquier cosa delante de ¨¦l pues su apariencia y su imposibilidad para hablar no dejan entrever en ning¨²n momento que dentro de ese cuadr¨²pedo vive un ser humano que reflexiona.
Esta es una novela con una gran cantidad de aventuras, una acci¨®n trepidante, con relatos que aparecen unos dentro de otros, como cajas chinas
¡°Imaginemos que Rajoy tuviera un burro as¨ª¡ ?lo que sabr¨ªa ese burro! y si pudiera hablar y contarle al juez las historias que ha o¨ªdo. Pues eso es lo que hace nuestro asno, pero en todo en plan cachondo, sobre todo las costumbres sexuales romanas, pero no hay que olvidar que tiene una parte po¨¦tica y filos¨®fica¡±
Es una farsa mitol¨®gica antigua y el burro Lucio reflexiona, y mucho, como se pudo ver la noche del estreno en la que no se sab¨ªa si era la bestia de carga o el propio Brujo el que conclu¨ªa que el problema con que se encuentra la sociedad que vivimos no son los jueces o los pol¨ªticos que se corrompen, sino unos dioses que invierten los valores del mundo, por lo que burro y Brujo concluyen que lo mejor es desterrar a esos dioses.
¡°Hablamos de un sistema de creencias¡±, apunt¨® ?lvarez nada m¨¢s terminar la funci¨®n, ¡°yo no dir¨ªa nombres propios, es algo m¨¢s profundo, la ense?anza que se extrae de esta obra es que, entonces y ahora, vivimos en un sistema de valores compartido, tanto por el que est¨¢ en la c¨²spide, como el que est¨¢ en la base. La corrupci¨®n es una cadena de complicidades y permisividad hasta que alguien para y dice tolerancia cero¡±, y a?ade pesaroso, ¡°aqu¨ª el listo es el que roba, eso est¨¢ arraigado en la sociedad, es picaresca, y esta obra es una reflexi¨®n sobre la picaresca¡±.
?lvarez no para en elogios hacia Apuleyo y hace especial hincapi¨¦ en que se destaque que la influencia de su obra es inmensa en la posteridad, sobre todo a partir del Renacimiento. ¡°Desde san Agust¨ªn, Marlowe o Milton pasando por Shakespeare, Graci¨¢n, Cervantes o Lope de Vega hasta Ionesco y Kafka, o Ruleus, Goya y Rodin, su huella es constante en la creaci¨®n art¨ªstica occidental¡±, sostiene. Lo cierto es que los expertos y especialistas as¨ª lo acreditan y los eruditos citan El asno de oro como fuente en muchas importantes obras. ¡°Es El lazarillo puro; aqu¨ª lo que ve y experimenta este hombre convertido en burro por una serie de peripecias, es la corrupci¨®n del bajo Imperio romano¡±.
Y sobre el inmenso escenario que recorre permanentemente habla de los abusos que se cometen y, como todo es met¨¢fora, lo hace delante de todo tipo de autoridades que acuden a verle al Teatro Romano. Y cuando ya no tiene p¨²blico delante a?ade: ¡°Los que est¨¢n ah¨ª, en la cumbre, se tocan el jigo porque a ellos no les afecta lo de los astilleros, ni otras cosas¡, todo es una falta de conciencia de la responsabilidad de la funci¨®n p¨²blica. Veo que la gente est¨¢ tan madura que saben que hay que perdonarlos y los mileuristas tienen la gran moral y decencia de perdonar a todos estos que generan sufrimiento, dolor, p¨¦rdidas para innumerables personas, la gente est¨¢ descubriendo que los reyes magos son los padres, pero que esos compran los juguetes con la hucha de los hijos y encima inflan el precio de los regalos¡Si el hijo ya no madura despu¨¦s de eso¡±.
El Brujo tambi¨¦n ve la soluci¨®n: ¡°Que la gente diga basta, pero de verdad, mientras la gente tenga miedo a perder m¨¢s todav¨ªa, seguir¨¢n extorsion¨¢ndonos y presion¨¢ndonos, a m¨ª me aprieta mi jefe, al jefe el gobierno, al gobierno Europa y a Europa los poderes financieros¡± y concluye ¡°Si hubiera elecciones y la abstenci¨®n fuera del 100% , ?qu¨¦ har¨ªamos?. Pero como tenemos miedo al caos seguimos tirando y hay que darse cuenta, que como en el Imperio romano los b¨¢rbaros van a venir, est¨¢n ya muy cerca, ?pues que vengan ya!¡±.
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