Resolviendo el cubo de Rubik de la m¨²sica
As¨ª se gestiona el macrofestival h¨²ngaro Sziget, ¡®el Woodstock del Danubio¡¯, que re¨²ne a 350.000 personas en una isla
Robin parece cansado. Apoyado en una farola, con la cabeza agachada, tal vez el superh¨¦roe no se haya recuperado todav¨ªa de la ¨²ltima proeza criminal del Joker. O, tal vez, la raz¨®n de su hundimiento sea menos existencial. ¡°Igual est¨¢ borracho¡±, sugiere Spiderman. Ojo, es el hombre ara?a quien habla por ¨¦l y no su compa?ero de toda la vida, Batman. Porque el hombre murci¨¦lago tambi¨¦n se encuentra sentado en el suelo, a menos de un metro, sin dar se?ales de vida. Bienvenidos al festival h¨²ngaro Sziget, que congrega a 350.000 personas en una isla de Budapest y es conocido como el Woodstock del Danubio.
La noche ha derrotado a los superh¨¦roes. As¨ª que le toca a Bas Van Ansem, el joven que lleva el disfraz de Spiderman, hacer de portavoz de la pandilla. Son un grupo de nueve amigos holandeses, asegura. Y es la primera vez que acuden al Sziget. Pero, ?por qu¨¦ disfrazados?
¡ªPorque en Holanda cada a?o se celebra el Carnaval.
¡ªQu¨¦ raro. ?En agosto?
¡ªNo, no. En marzo.
¡ªAh.
El caso es que el encuentro en cuesti¨®n es de lo m¨¢s com¨²n en este megaevento que desde hace 21 a?os ofrece m¨²sica, entretenimiento y surrealismo. ¡°La isla de la libertad¡±, se ha autoproclamado el certamen en la edici¨®n de este a?o, que cerr¨® ayer sus puertas. Y en efecto, entre los sziudadanos ¡ªas¨ª se han bautizado los asistentes¡ª, cada cual act¨²a y se viste como le da la gana. De ah¨ª que pasearse con un sombrero puntiagudo a lo mago Merl¨ªn o ser empapado por un desconocido con un fusil de agua no llama la atenci¨®n en absoluto. Porque, ?qu¨¦ es eso comparado con disfrazarse de pl¨¢tano?
¡°El 70% de la programaci¨®n est¨¢ representado por los conciertos, pero no es un festival musical, sino multicultural¡±, aclara Fruszina Szep, directora de los cientos de contenidos del certamen h¨²ngaro. Es ella, por ejemplo, la que ha decidido introducir este a?o espect¨¢culos de ¨®pera y una carpa solo para el circo. Y es ella la que soluciona el Tetris de c¨®mo y d¨®nde colocar la quincena de escenarios del evento, en busca del encaje perfecto.
Sziget cuenta con un equipo de 3.000 personas y 11,5 millones de euros
Unas 50 personas conforman el equipo al frente de Sziget. En pocas semanas ya se reunir¨¢n para empezar a organizar la edici¨®n 2014, que podr¨ªa contar con un gemelo en Kiev. ¡°De momento solo es un proyecto¡±, defiende Tam¨¢s K¨¢dar, director ejecutivo de la compa?¨ªa que organiza Sziget, mientras recorre el backstage del festival. Atraviesa el catering (llevado por un restaurante con una estrella Michelin), supera la bulliciosa zona dedicada a camerinos y guardarropas, y sube las escaleras detr¨¢s del escenario principal.
Desde all¨ª arriba, Sziget parece aun m¨¢s enorme. Editors, de espaldas, se desga?itan delante de un oc¨¦ano de cabezas y banderas. Una m¨¢quina echa humo sobre los artistas, mientras atardece. Y, al fondo, se alza la noria del festival. Ante esta postal, K¨¢d¨¢r explica que ¡°montar la estructura cuesta unas tres semanas. Lo m¨¢s complicado son aspectos como el wi-fi, la electricidad y el agua corriente¡±. Para ello cuentan con un equipo de m¨¢s de 3.000 personas, un presupuesto de 11,5 millones de euros y varias empresas subcontratadas.
El director ejecutivo de Sziget cree que han alcanzado un nivel ¡°satisfactorio¡±, aunque todo es perfectible: ¡°Nos hemos volcado en perfeccionar la decoraci¨®n. Y ya no somos tan econ¨®micos [49 euros la entrada, 229 el abono para una semana], as¨ª que tenemos que llegar a ofrecer el mejor festival de Europa¡±. Sin perder, claro est¨¢, esa mezcla de jipismo, libertad y trabajo met¨®dico que es la esencia del certamen.
Con su m¨¦todo, por ejemplo, Barnabas Turi tarda 30 segundos en hacer encajar como Dios manda las caras del cubo de Rubik. Aunque tiene truco: trabaja en el stand que el certamen ha dedicado a este insidioso artilugio. Se le ocurri¨®, en 1974, al profesor h¨²ngaro Ern? Rubik y el a?o pr¨®ximo, por sus 40 a?os, Budapest se lanzar¨¢ a la construcci¨®n de un museo de los inventos donde el cubo ser¨¢ protagonista.
Pero, ya saben, Sziget hace lo que le da la gana. As¨ª que ha adelantado las celebraciones. Y el buen Turi est¨¢ all¨ª para explicarle a cualquiera c¨®mo se soluciona el problema de Rubik. Sostiene que hay que empezar consiguiendo una cruz del mismo color. Suena f¨¢cil, esperanzador. Pero Turi aclara que muchos de los que acuden a su mesa arrojan la toalla antes de tiempo.
Los bautizados como ¡®sziudadanos¡¯ act¨²an y se visten como les da la gana
En el fondo, el invento de Rubik no difiere tanto de Sziget. Varios colores, muchas caras distintas y, al final, con entrega y buena organizaci¨®n, todo cuadra. Para darse cuenta basta explorar cualquiera de las 108 hect¨¢reas de este monumento al delirio. Entre bosques, tiendas de camping esparcidas all¨¢ donde haya un hueco y nubes de polvo, a la vuelta de la esquina nunca falla una sorpresa. Ya sea con un drag¨®n construido con botellas, un concierto improvisado de rockabilly o un curso de danza, Sziget no para.
Jam¨¢s cierra tampoco el Chuck'n Bar. Es un garito colocado justo frente al escenario principal y dedicado al culto de Chuck Norris. ¡°Estamos abiertos 24 horas al d¨ªa, toda la semana¡±, cuenta un tipo detr¨¢s de la barra que prefiere no dar su nombre: ¡°Solo soy un esclavo m¨¢s de Chuck Norris¡±. El joven explica que anoche tan solo cerr¨® los ojos unas cuatro horas, aunque eso no es nada: ¡°Chuck ni siquiera habr¨ªa dormido¡±. Seguramente el vaquero se hubiera pasado la madrugada distribuyendo patadas circulares. Pero nada de violencia: as¨ª se llama un c¨®ctel que sirven en el bar.
¡°Queremos que quien cruce el puente hacia la isla tenga la sensaci¨®n de entrar en la tierra de los sue?os¡±, explica sobre la receta de este gran festival h¨²ngaro Fruszina Szep. En concreto, algunos hasta los cumplen. Como poder casarse, en una tienda para las bodas. O tumbarse en una colchoneta hinchable y navegar sobre la masa de manos que asisten a los principales conciertos.
Los cabezas de cartel de esta edici¨®n (a la que este peri¨®dico ha sido invitado por la oficina de turismo de Hungr¨ªa y la plataforma musical Deezer) fueron Blur, Franz Ferdinand y Nick Cave.
Pero Tam¨¢s K¨¢d¨¢r no se conforma: ¡°Tenemos que traer cada a?o al menos cinco estrellas mundiales¡±, dice el responsable de la organizaci¨®n. Adem¨¢s, el certamen ofrece literalmente de todo, desde los grupos aut¨®ctonos hasta el reggae, pasando por hordas de dj. Como el holand¨¦s Kees van Hondt, que toc¨® el jueves ante una aut¨¦ntica selva. Resulta que es tradici¨®n en Holanda llevar una rama de un ¨¢rbol a sus conciertos, y la jungla de sziudadanos pareci¨® tom¨¢rselo en serio. Hasta el punto de que la organizaci¨®n trajo un cami¨®n lleno de ramas ya ca¨ªdas para evitar una deforestaci¨®n repentina de la isla.
Probablemente quisieran ahorrarse tambi¨¦n las quejas de vecinos y Ayuntamiento de Budapest. Desde hace a?os Sziget pelea contra las acusaciones de descuidar la isla y las multas por exceso de decibelios. De hecho, en las ¨²ltimas ediciones pagan unos 400.000 euros al Ayuntamiento, sobre todo por el alquiler de la isla. Y, a partir de las 23.30, trasladan los conciertos debajo de las carpas para no obligar a los vecinos a pasar la noche en blanco.
Aun as¨ª no es suficiente. Algunos hasta sostienen que el certamen ya tiene una parte para las multas venideras incluida en el presupuesto. Lo dem¨¢s est¨¢ dedicado a proporcionar todo lo que un festivalero pueda desear. Como cables que echan agua sobre el respetable durante los conciertos. O un abono para disfrutar del transporte p¨²blico gratuito por Budapest.
Sin embargo, hay un elemento que el festival no ha podido vencer. Hace unas semanas el Danubio inund¨® la mitad de la isla. Las aguas se retiraron, pero dejaron en herencia un ej¨¦rcito de mosquitos. En los escenarios, en cada farola, hasta en el tren de vuelta, no hay manera de liberarse de los bichitos. Har¨ªa falta un superh¨¦roe. O Chuck Norris.
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