Fotoperiodismo en pie de guerra
Visa pour l¡¯Image, la gran cita del gremio celebrada en Perpi?¨¢n, celebra su 25? aniversario en plena pelea por lograr el reconocimiento de la profesi¨®n
Veinticinco a?os exhibiendo el mejor fotoperiodismo del mundo. Veinticinco a?os ense?ando al espectador a mirar, a sentir empat¨ªa y a interesarse por lo que pasa m¨¢s all¨¢ de su entorno inmediato. Esa ha sido la raz¨®n de ser de Visa pour l¡¯Image, el festival fotogr¨¢fico que se celebra esta semana en la ciudad mediterr¨¢nea de Perpi?¨¢n, al sur de Francia y que tiene ante s¨ª el reto de acertar en su criterio expositivo, de reconfortar y revalorizar una profesi¨®n siempre en la cuerda floja y de ahuyentar la sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu.
Esta edici¨®n rinde homenaje a los maestros Don McCullin, John G. Morris (fot¨®grafo y editor gr¨¢fico) y Jo?o Silva, y presenta los trabajos de fot¨®grafos caracterizados por la inmersi¨®n documental intimista (Darcy Padilla, Sara Lewkowicz), el reportaje social-comunitario (Andrea Star-Reese, Rafael Fabr¨¦s, Sarah Caron, Vlad Sokhin, Abir Abdullah), y el fotoperiodismo cl¨¢sico de guerra (Goran Tomasevic, Jer?me S¨¦ssini, Phil Moore, Sebastiano Tomada, Muhammed Muheisen).
El certamen cuenta con la presencia de las leyendas Jo?o Silva y Don McCullin?
Jean-Fran?ois Leroy, director, alma del evento y comisario ¨²nico, mantiene el mismo esp¨ªritu reivindicativo de siempre y sigue siendo el canario de la mina que alerta cuando las cosas no van bien. En 1989, fecha de la primera edici¨®n de Visa, los fot¨®grafos utilizaban la pel¨ªcula Ektachrome. Hoy ha cambiado la tecnolog¨ªa, pero su concepci¨®n del fotoperiodismo como una especie de misi¨®n en la que cada actor tiene su cuota de responsabilidad no ha variado.
Despu¨¦s de dos a?os, Leroy sigue esperando a que el gobierno franc¨¦s conceda todo el reconocimiento y apoyo institucional que, considera, debe recibir la fotograf¨ªa. En total, este a?o el festival reparte 120.000 euros en premios, lo que supone un est¨ªmulo imprecindible para la profesi¨®n.
Rafael Fabr¨¦s: ¡°El problema no es que no haya dinero, es que no hay inter¨¦s¡±
Leroy se muestra sorprendido de que los editores gr¨¢ficos espa?oles no se interesen m¨¢s por el festival, a pesar de su disposici¨®n a mostrar la riqueza de la fotograf¨ªa espa?ola y latinoamericana (la organizaci¨®n colabora con la fundaci¨®n Photographic Social Vision). Tambi¨¦n sorprende que tan solo haya tres medios espa?oles ¡ªlos tres, catalanes¡ª que hayan enviado trabajos para su consideraci¨®n a los premios Visa de Oro. Los tres tratan temas relacionados con los desahucios y la crisis. Una fotograf¨ªa del espa?ol Diego Ibarra S¨¢nchez est¨¢ nominada¡ por el diario Lib¨¦ration. Sylvain Cherkaoui cambi¨® Madrid por Senegal y Mal¨ª, y es presentado por Le Monde.
El director de Visa ha conseguido traer, por fin, a McCullin y Silva, pero tambi¨¦n valora los reportajes ¡ª¡°realizados con distancia, respeto y humildad¡±¡ª que son capaces de mostrar fot¨®grafos como Star-Reese y, el a?o pasado, Robin Hammond. Dos de los autores por los que ¨¦l ha apostado personalmente y cuyo trabajo ha promovido.
Haciendo balance de estos 25 a?os, Leroy lanza un mensaje: ¡°Abran los ojos¡±. Si cada a?o consigue conmover el esp¨ªritu de una sola persona, dice, se siente satisfecho. ¡°Pero no soy yo el que abre los ojos de la gente, sino los fot¨®grafos, que comparten la pasi¨®n de testimoniar. Por eso me considero el hombre m¨¢s afortunado¡±.
Esa placidez, aun en medio del dolor f¨ªsico que le producen las heridas recibidas por la explosi¨®n de una mina en Afganist¨¢n, es la que desprende Jo?o Silva, el m¨ªtico fot¨®grafo otrora miembro del Bang Bang Club ¡ªcoinspirador de la pel¨ªcula del mismo nombre¡ª, ahora fot¨®grafo de plantilla de The New York Times.
Silva, que ha sufrido una cincuentena de operaciones desde el d¨ªa en que perdi¨® ambas piernas mientras tomaba fotos junto a una patrulla de soldados de EEUU en octubre de 2011, es el objeto de una retrospectiva en la que se aparecen la escenas m¨¢s s¨®rdidas de la guerra en Irak, Sud¨¢frica y Afganist¨¢n, pero tambi¨¦n la mirada compasiva ante las v¨ªctimas. El fot¨®grafo ha asumido que ¡°la vida es cambio¡±, se siente ¡°feliz por poder ver crecer cada d¨ªa¡± a sus hijos Isabel y Gabriel, cuyos nombres lleva tatuados en el pecho, y afirma que intenta ¡°recuperar poco a poco¡± su vida anterior. ¡°Retomar mi ritmo <CF>en la cobertura de conflictos, volver al v¨®rtice. Sentirme completo de nuevo¡±.
El fotorreportero no tiene m¨¢s que agradecimientos a su peri¨®dico, que coste¨® su tratamiento hospitalario y rehabilitaci¨®n, y para ¡°la lluvia de apoyos y cari?o¡± recibidos de todo el mundo, lo que le lleva a afirmar que ¡°la gente, en el fondo, sigue valorando el fotoperiodismo y los riesgos que corremos¡±.
No hay rencor ni amargura alguna en sus palabras, aunque lamenta la ¡°desesperaci¨®n¡± de la industria period¨ªstica por conseguir audiencia, a expensas del reportaje, y el hecho de que mucha gente ¡°no quiere enfrentarse a la realidad¡±. Por eso, dice, su objetivo es conseguir que el espectador ¡°salga de su zona de comfort¡±.
Rafael Fabr¨¦s, fot¨®grafo madrile?o afincado en R¨ªo de Janeiro, ha cubierto la epidemia de c¨®lera y las elecciones en Hait¨ª y, recientemente, la pol¨ªtica de pacificaci¨®n o toma de control por parte de la polic¨ªa de las favelas cariocas m¨¢s conflictivas. Su trabajo, elogiado por Leroy, refleja la violencia pero tambi¨¦n el escepticismo que transmite una pol¨ªtica ¡°vista como un cintur¨®n de contenci¨®n de la violencia de cara a los Mundiales de f¨²tbol y los Juegos Ol¨ªmpicos¡±. Y resalta que ¡°ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos¡± cuando se afronta la realidad de las favelas.
Como muchos otros fotoperiodistas, Fabr¨¦s cree que el problema de la profesi¨®n, especialmente en Espa?a, ¡°no es que no haya dinero; es que no hay inter¨¦s¡±. Y afirma: ¡°Espa?a es un caso perdido; no sirve quejarse, as¨ª que no queda m¨¢s remedio que trabajar para medios extranjeros¡±.
Y cumplir, as¨ª, la m¨¢xima que lleva tatuada Jo?o Silva en su antebrazo derecho: ¡°Accept no limits¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.