La desnudez de Johansson no compensa
En ¡®Under the skin¡¯, la actriz interpreta a una alien¨ªgena de viaje por Escocia
![Carlos Boyero](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F3dbb619b-3e3c-40b8-b9f1-db0410f3ec12.png?auth=cb6b6c4b48d12bc46bff47bd4e1d1795580ddd0269e078960755d4ae1f2e95cb&width=100&height=100&smart=true)
En la primera jornada de la Mostra aparecieron Clooney y Sandra Bullock, el tipo de estrellas que elevan el ambiente en las ruedas de prensa, alegran a los fot¨®grafos porque saben que vender¨¢n esas im¨¢genes y despiertan expectaci¨®n en la mirada del mit¨®mano p¨²blico. Pero las presencias estelares no se han repetido despu¨¦s. Y el personal est¨¢ desesperado ante ese vac¨ªo del oropel.
Ayer anunciaban la llegada de Scarlett Johansson con lo que el aura informativa y mundana se anim¨®. Esta se?ora de transparente sensualidad despierta inter¨¦s masivo, aunque por mi parte sigo sin tener claro si es una buena actriz o solo alguien que brilla en un repertorio muy limitado de personajes y a la que Woody Allen ha sabido sacarle provecho, especialmente en Match point.
Ella es la exclusiva protagonista de Under the skin, dirigida por Jonathan Glazer, autor de la estimable y muy negra Sexy beast, en la que Ben Kingsley interpretaba memorablemente a un g¨¢nster rabioso. Estas razones te ofrec¨ªan ciertas expectativas. Pero a los 15 minutos han desaparecido. Scarlett Johansson interpreta a una alien¨ªgena que viaja por Escocia. No pretende ser una comedia, sino que va en serio. Y deduces que ese tipo de ocurrencia puede aparecer en plena embriaguez, pero se pasa con la resaca. Y te preguntas por qu¨¦ se le ocurre a una alien¨ªgena venirse a Escocia. Tambi¨¦n qu¨¦ es lo que pretende el director. Hay que tener un talento superior como el de Spielberg para narrar un cuento divertido y bonito con un extraterrestre que se ha perdido en la Tierra y es adoptado por un ni?o. Pero Glazer no es Spielberg. Y todo resulta absurdo en la mirada y en el contacto de esa alien¨ªgena con los seres humanos. Les propone sexo a todos los t¨ªos que suben a su camioneta y trat¨¢ndose de Scarlett Johansson ninguno lo duda, pero cuando se acercan a ella una especie de r¨ªo negro les atrapa y les hace desaparecer.
Hay que reconocer el m¨¦rito del director para convencer a su voluptuosa estrella de que aparezca desnuda o con ropa interior cada dos planos. Debe de haber convencido a esta se?ora de rostro hermoso (la boca es una pasada) y anatom¨ªa sugerente de que el papel que iba a interpretar hab¨ªa sido creado por Shakespeare, para que a cambio ella aceptara quitarse la ropa durante gran parte de la pel¨ªcula, con el presumible gancho comercial que eso supone. El resto es un delirio sin gracia, una sucesi¨®n de encuentros marcianos o solo tontos entre la dama de otro planeta con apariencia humana y los escoceses a los que desata la libido.
Las pel¨ªculas del director israel¨ª Amos Gitai se las disputan ancestralmente los festivales, pero mi torpe y embrutecido esp¨ªritu no acaba de comprender las razones. Los festivales tienen unos gustos muy raros. La gran novedad en Ana Arabia, la ¨²ltima obra de Gitai, es que est¨¢ rodada en un ¨²nico plano secuencia. Nada que reprochar a tan audaz experimento. Hitchcock rod¨® la interesante La soga en un solo plano y Orson Welles dedic¨® ocho inolvidables minutos sin cortar el plano al genial arranque de Sed de mal. Est¨¢ muy bien lo de explorar caminos en el lenguaje cinematogr¨¢fico a condici¨®n de que sirvan para algo apasionante, de que transmitan las sensaciones que pretende la historia.
En mi caso, el virtuosismo t¨¦cnico que pretende Amos Gitai no sirve para que lo que cuenta alimente mi alma. Una periodista nada cre¨ªble (solo se entiende su protagonismo en el caso de que la inexpresiva actriz tenga lazos familiares o de otro tipo con el productor o con el director), a la que la c¨¢mara sigue impenit¨¦ntemente, entrevista a un anciano ¨¢rabe cuya difunta esposa era jud¨ªa, a sus hijos, a su nuera y a los fraternales vecinos. Describen historias muy humanas y le hablan con a?oranza de una ¨¦poca en que la convivencia era normal entre israel¨ªes y palestinos. Pues vale. Ojal¨¢ que retorne alg¨²n d¨ªa la concordia. Al final se han o¨ªdo muchos aplausos en la sala. Tendr¨¢n sus motivos. A m¨ª me ha resultado tan pl¨²mbea como interminable, aunque su metraje afortunadamente solo sea de 80 minutos.
En medio de panorama tan sombr¨ªo, el documental The Armstrong lie, centrado en el ciclista Lance Armstrong, personaje arrogante, fiero, complejo e inquietante, alguien cuya ¨²nica meta en la vida fue demostrar que era invencible y al que desposeyeron de sus t¨ªtulos al averiguar que se dopaba, algo al parecer notablemente extendido en su dura profesi¨®n, posee inter¨¦s y garra, todo lo que le falta a las ficciones que nos ha ofrecido otra jornada olvidable.
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