Militarismo infantil

A veces Hollywood, como aquel aspirante a poeta nocturno, simplemente se confunde. Ve una saga de libros con ni?o y cree que es un fil¨®n para cr¨ªos cuando no es m¨¢s que una veta para adultos. Justo lo que ha ocurrido con El juego de Ender, inspirada en una serie de novelas de ciencia ficci¨®n de Orson Scott Card, a las que se le han esquilmado parte de sus vertientes m¨¢s complejas para quedarse solo en el forro. Y el forro tiene un peligroso trazo grueso para los peque?os, que igual van al cine pensando en una de aventuras espaciales y se van a encontrar con un manual de militarismo infantil intrascendente en la forma pero trascendente en el fondo. O sea, pura confusi¨®n.

Con determinadas pel¨ªculas protagonizadas por ni?os, pero utilizados estos como s¨ªmbolo de una sociedad del futuro de corte dist¨®pico, es interesante componer el siguiente ejercicio: pensar en la misma pel¨ªcula, con trama y personajes exactos, pero adultos. Si sigue siendo buena, ser¨¢ que la original, la palpable frente a la imaginada, era buena tambi¨¦n. Con El juego de Ender, en cambio, ocurre algo paradigm¨¢tico: la pel¨ªcula fehaciente, la de los ni?os, es mala, pero si la imaginas con adultos, es peor. Sin apenas acci¨®n y con una ch¨¢chara confusa y plomiza, el cl¨ªmax ni siquiera lo viven los personajes, que solo parecen manejar un videojuego. Lo que lleva a que sencillamente haya que quedarse con un suced¨¢neo para cr¨ªos de la fase de instrucci¨®n de La chaqueta met¨¢lica, mucho ¡°firmes, descansen, un, dos, un, dos¡±, sin la complejidad que podr¨ªa haberse extra¨ªdo de la historia original.