Propeller: sol de medianoche
La gran compa?¨ªa de Edward Hall, broche de oro del festival Temporada Alta Extraordinaria puesta en escena de 'El sue?o de una noche de verano'
1. Desde hace ocho a?os, los Propeller son la cita obligada (y a menudo el broche de oro) del festival Temporada Alta. La formidable compa?¨ªa de Edward Hall siempre agota entradas y el p¨²blico viene de lejos para verles. Algo as¨ª hab¨ªa sucedido en los noventa con Cheek by Jowl, de los que en cierto modo son continuadores (o digamos que juegan en la misma liga). Recuerdo montajes superlativos de Propeller: Cuento de invierno, Noche de reyes, Enrique V. Tan solo no me convenci¨® la visi¨®n excesivamente oscura y dolorosa de La doma de la brav¨ªa. En esta ocasi¨®n nos han regalado una extraordinaria puesta de El sue?o de una noche de verano.Propeller es teatro popular de alta definici¨®n: divierten, conmueven y dibujan en relieve desde el primer al ¨²ltimo personaje. Te hacen ver la obra y, en el caso que nos ocupa, lo bien que funciona como texto. Es una de las piezas mejor construidas de Shakespeare. Para mi gusto, la m¨¢s entretenida y enso?adora de sus comedias. Y una de las m¨¢s arriesgadas, porque la alquimia de sus tramas (los cuatro amantes, los ensayos de los obreros, la pugna entre los reyes del bosque) era de muy dif¨ªcil encaje, pero los tonos est¨¢n perfectamente medidos. El sue?o de Propeller funciona tan bien porque Hall y sus 14 int¨¦rpretes se toman en serio la pasi¨®n, el humor y la magia, como debe ser. Llevan gir¨¢ndola por todo el mundo, con cambios de reparto, desde 2009, y sigue fresqu¨ªsima, como si acabasen de estrenarla. Dura dos horas y media, y no decae ni un solo momento. Apenas pude tomar notas: no pod¨ªa apartar los ojos del escenario.
Aqu¨ª van algunas claves que apunt¨¦ a vuelapluma. Verso feliz, centelleante, di¨¢fano. Soberbio el ritmo y la rima. Dicci¨®n cristalina: se entiende todo. Decir con tal claridad escenas enfebrecidas como la pelea de los amantes en clave de farsa vodevilesca es algo que no se ve todos los d¨ªas. Pasma esa doble velocidad, tanto de elocuci¨®n como f¨ªsica. Act¨²an con todo el cuerpo, hasta los m¨¢s m¨ªnimos gestos, y siempre con sutileza. Hay que destacar eso porque, como ustedes saben, se trata de una compa?¨ªa enteramente masculina, a la isabelina usanza, y al interpretar a mujeres ser¨ªa facil¨ªsimo deslizarse hacia la parodia o el estereotipo.
No hay ¨¢rboles en la singular escenograf¨ªa de Michael Pavelka, que recuerda la caja blanca del c¨¦lebre montaje de Brook en los setenta, aqu¨ª recubierta de redes. Una hilera de sillas parece flotar a varios metros de altura, ins¨®lito sendero donde tambi¨¦n transcurre la acci¨®n. Dos altos tronos, a ambos lados, para Oberon y Titania. El espacio y la blancura casi ¨®sea podr¨ªa evocar un ¨¢tico polvoriento en una dimensi¨®n paralela, una especie de mansi¨®n del inconsciente. Los actores tocan campanillas, diversas percusiones de metal y madera, y un xil¨®fono para evocar los m¨¢gicos sonidos del bosque. En el intermedio, haciendo gala de su energ¨ªa habitual, interpretan canciones de Shakespeare y temas contempor¨¢neos que encajan con la po¨¦tica de la obra. Lo ¨²nico que no me acaba de convencer es el vestuario que Laura Rushton ha creado para las hadas: entiendo que quiera presentarlas como criaturas lunares, pero a mis ojos parecen m¨¢s bien (indumentariamente hablando) un extra?o cruce entre tramperos con pijama de franela y espermatozoides en aquella antigua pel¨ªcula de Woody Allen. Es estupendo y muy definitorio, en cambio, el atav¨ªo hermafrodita de Puck (tut¨², leotardos listados, zapatos de lentejuelas rojas), que Joseph Chance interpreta como un cruce, a¨¦reo y gamberro, entre Johnny Rotten y Billy Eliot. Es muy sugestivo (y muy fiel al texto) que Oberon (Darrell Brockis) se muestre seriamente preocupado por las desgracias que pueden acarrear los errores de Puck: habitualmente le presentan como un celoso cabr¨®n, sin m¨¢s. O el perfil de Titania, que en manos de James Tucker parece estar a caballo de Alan Cumming y Rosalind Russell, y podr¨ªa escorar hacia el garabato camp, pero se enamora realmente de Bottom. Para m¨ª, una de las se?ales inequ¨ªvocas de un buen montaje de El sue?o de una noche de verano es mostrar de modo convincente la epifan¨ªa de Bottom y las hadas, un hermoso arrebatamiento que anticipa al Disney m¨¢s puro. Chris Myles, otra de las estrellas de la velada, recuerda a un joven Timothy Spall y sirve un Bottom presuntuoso, perspicaz (¡°la raz¨®n y el amor no hacen muy buenas migas estos d¨ªas¡±) y definitivamente conmovedor. Tambi¨¦n lo son sus compa?eros (David Acton, Alasdair Craig, Matthew Pearson y su casi tocayo Matthew McPherson), que interpretan la parte de P¨ªramo y Tisbe como si fueran los amigos de Dorothy (le¨®n incluido) de El mago de Oz, y que los atenienses contemplan, igual que nosotros, con una indiferenciada mezcla de sorna y ternura. De igual modo, el enfrentamiento de la volc¨¢nica Hermia (Matthew McPherson de nuevo) y la estupefacta Elena (el alt¨ªsimo, en varios sentidos, Donen Wheeler) funciona de maravilla por la naturalidad de sus trabajos: el humor brota de la situaci¨®n, no de las composiciones. En definitiva: todos son muy divertidos pero tambi¨¦n human¨ªsimos, lo que hace que te intereses continuamente por su suerte. La clave ¨²ltima de la comedia y del montaje es, dir¨ªa, su mixtura de magia y verdad, de risa y coraz¨®n. Y complejidad: Shakespeare nos dice que el deseo es voluble y rara vez correspondido; con frecuencia una construcci¨®n mental, un juego de espejos que encubre su naturaleza multidireccional y cambiante. Como bien se?ala, a guisa de colof¨®n, la reina Hip¨®lita (Will Featherstone), ¡°los sucesos de la noche as¨ª contados?/ y sus almas a la vez transfiguradas?/ atestiguan algo m¨¢s que fantas¨ªas?/ y componen un todo consistente?/ por extra?o y asombroso que parezca¡±.
La clave ¨²ltima de la comedia y del montaje es su mixtura de magia y verdad, de risa y coraz¨®n
2. Tambi¨¦n he disfrutado mucho de Adi¨®s a la infancia, dirigida por Oriol Broggi, una imponente evocaci¨®n del mundo de Mars¨¦, destilado por Pau Mir¨® a partir de cinco de sus mejores novelas, con interpretaciones llenas de vida y el regalo de las hermos¨ªsimas canciones de Jaume Sisa (en directo). Pedazo de funci¨®n, de la que hay que hablar detenidamente, y a la que solo le falta, para mi gusto, alg¨²n que otro recorte. En el Lliure de Gr¨¤cia, de nuevo convertido en un maravilloso cuarto de juegos.
Adi¨®s a la infancia. A partir de textos de Juan Mars¨¦ y m¨²sica de Jaume Sisa. Dramaturgia: Pau Mir¨®. Direcci¨®n: Oriol Broggi. Int¨¦rpretes: Jordi Figueras, Oriol Guinart, Mar del Hoyo y otros. Teatre Lliure. Barcelona. Hasta el 4 de enero de 2014.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.