Textos destartalados
La escritura funcional de estos d¨ªas, la que cunde entre los j¨®venes, sigue rigurosamente la ruta de la basura
Ni los mails, ni los tuits, los whatsapps o los SMS son respetuosos con la escritura. Se trata de ser veloces y no de ir bien vestidos. El mensaje llega y se entiende pero en su composici¨®n se han sumado tantas faltas de ortograf¨ªa y mecanograf¨ªa que se recibe menos como un paquete estructurado que como una suerte de broza destinada a cumplir fogosamente su finalidad.
No sucede esto una o mil veces sino de manera absoluta y permanente. Y no ocurre esto como revoluci¨®n sino como dejaci¨®n. La escritura ha perdido el santo valor que le conced¨ªamos y se ha transustanciado pasivamente, a imagen y semejanza de los artefactos electr¨®nicos. Se escribe mal y desgre?adamente porque los filamentos importan menos que el impulso final.
De este modo existen ya dos escrituras incomunicadas como nunca antes se conoc¨ªa. Efectivamente han existido escrituras notariales y po¨¦ticas, sagradas escrituras y escrituras porno, textos judiciales y textos literarios. Estos pares, sin embargo, representan una oposici¨®n de mucha menor importancia que la fundada hoy entre la escritura literaria, cuidada y revisada, y la escritura electr¨®nica emitida desali?adamente hacia el destinatario. ?Una falta de atenci¨®n al receptor? Nada de eso, a estas alturas. Se trata de un desd¨¦n por la imagen, el estilo o la elegancia del texto. Un desd¨¦n que coincide con el desd¨¦n hacia las obras de arte bien hechas.
Porque si el arte tambi¨¦n se ha descompuesto y cubierto de excrementos, el medio escrito ha ingresado en el mundo del detritus. La escritura viaja de un lugar a otro como las pelusas que aparecen en las casas sin la debida limpieza. Los textos imperfectos se mueven como abrojos de aqu¨ª para all¨¢ y no hay cuarentena que detenga el contagio. Los m¨¢s j¨®venes son los que menos perciben este merequet¨¦ porque en suma la escritura no ocup¨® un lugar central en sus aprendizajes. Los errores se pasan por alto o no se registran. El mensaje cumple su papel de comunicaciones breves y secas y ah¨ª acaba su historia. ?Se entienden como los indios, como los ni?os, como los torpes aprendices del idioma? Como las tres cosas a la vez. Se entienden mediante una simplificaci¨®n destartalada y poco puede hacerse por repararla. Es ya, d¨ªa a d¨ªa, un nuevo lenguaje. Un lenguaje de signos que discurre en paralelo al idioma escrito y que posee su identidad. Fin pues all¨ª de la escritura bien escrita. Desarreglo de todas las reglas. El mundo se ha desatado el cintur¨®n que permit¨ªa medir su per¨ªmetro y se desenvuelve con una m¨®rbida obesidad poblada de peritoneos. El cuerpo de la escritura llega as¨ª a unos dominios org¨¢nicos en los que decir con precisi¨®n es un imposible y redactar con amor una quimera.
Privada pues de amor, estrujada y desgajada, sucia y maltratada, la gran masa de escritos que se cruzan a cada instante va componiendo una pila de garabatos que tras cumplir como mensajeros van inmediatamente al vertedero.
?poca de las basuras, es ¨¦sta. ?poca en que cada planta de reciclaje constituye una catedral ecol¨®gica y cada lata por el suelo un sacrilegio. La escritura funcional de estos d¨ªas, la que cunde entre los j¨®venes, sigue rigurosamente esta ruta. Se hace con basuras de expresi¨®n y se acumula como una pir¨¢mide excrementicia que seguramente ma?ana ser¨¢ sustituida por otra, por un fuego al galope o por el entusiasmo de la inmediatez.
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Babelia
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