El artista era un monstruo
Trat¨¦ a Jim DeRogatis a principios de siglo, cuando public¨® Let it blurt, agridulce biograf¨ªa de la primera leyenda de la cr¨ªtica de rock, el desdichado Lester Bangs. Voluminoso y afable, DeRogatis no parec¨ªa un periodista dado a pol¨¦micas.
?Pero algunas de sus acciones han entrado en la peque?a historia gremial. Estuvo ocho meses en la redacci¨®n neoyorquina de Rolling Stone: tuvo la osad¨ªa de firmar una cr¨ªtica negativa de Hootie & the Blowfish, una de esas bandas an¨¦micas que misteriosamente despachan millones de copias y se convierten en objetivo de la industria. El fundador de la revista levant¨® su texto y public¨® otro comentario m¨¢s favorable. El incidente se sald¨® con el despido de Jim.
?De vuelta en Chicago, se incorpor¨® a la plantilla del Sun-Times, un diario que le apoy¨® frente a los ataques de luminarias como Ryan Adams o Billy Corgan, que se sintieron damnificados por sus valoraciones. Enfrentamientos relativamente inocentes en el mundillo del rock alternativo, donde todos se conoc¨ªan.
?En 2010, DeRogatis se pas¨® a la docencia. Es profesor de periodismo rock (?s¨ª, existe tal curso!) en el Columbia College, de Chicago. Se quita el ranchillo con un programa de radio y un blog. Sin embargo, hay un caso que le persigue: Jim descubri¨® en 2002 que R. Kelly, estrella puntera del moderno R & B, estaba denunciado por pornograf¨ªa infantil, tras circular cintas que mostraban encuentros sexuales con jovencitas.
Fue su scoop. Ya se sab¨ªa que R. Kelly era menorero: se hab¨ªa casado con la cantante Aaliyah, cuando esta ten¨ªa 15 a?os, gracias a un documento falsificado que aseguraba que hab¨ªa cumplido los 18 a?os. Lo que descubri¨® DeRogatis fue un sospechoso patr¨®n de conducta: R. Kelly usaba y abusaba de menores de edad, de las que luego se libraba sobornando a sus familias. El juicio resultante fue ¨¢spero: la defensa de R. Kelly intent¨® que DeRogatis fuera procesado, por hacer una copia de una cinta comprometedora antes de entreg¨¢rsela a la polic¨ªa.
?Se habl¨® del caso en EL PA?S, aunque creo que no llegamos a informar que, tras a?os de retrasos y maniobras, R. Kelly fue declarado inocente por un jurado en 2008. DeRogatis quer¨ªa olvidarlo pero le escandaliz¨® que Pitchfork, el gran medio indie, colocara a R. Kelly como cabeza de cartel en el festival que patrocina en Chicago. El escenario no estaba lejos de d¨®nde viv¨ªan algunas victimas de Kelly pero, profesionalmente, lo que le indign¨® fue que Pitchfork contribuyera a la rehabilitaci¨®n medi¨¢tica de un artista de talento que, en su vida diaria, se mostraba como un vulgar violador de adolescentes.
?Puede parecer una minucia pero provoca enojosas preguntas sobre la responsabilidad de los periodistas y su tendencia a tapar historias desagradables o la capacidad de los medios musicales para hacer seguimiento de asuntos judiciales. Hay casos que no nos caen lejos.
Babelia
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