Un nuevo ¡®lope¡¯, 400 a?os despu¨¦s
Determinar el corpus del 'f¨¦nix' no es simple. El teatro se prestaba entonces a la impostura
Casi ya dando remate a su Arte nuevo de hacer comedias, ese genial engendro destinado a poner patas arriba la escena de su tiempo, se pregunta Lope: ¡°?Qu¨¦ puedo hacer si tengo escritas, / con una que he acabado esta semana / cuatrocientas y ochenta y tres comedias?¡±. La precisi¨®n del n¨²mero invita a descartar el farol, bien que no el orgullo de quien se sabe pluma superdotada. Lope airea esto en 1609, cuando a¨²n le quedan veintis¨¦is a?os de plena vida creadora: un caso ¨²nico, propio de ¡°monstruo¡±, como se lo reconocer¨¢ Cervantes, en 1615, en el pr¨®logo a sus Ocho comedias y ocho entremeses, al admirarse de que haya sido capaz de escribir nada menos que 10.000 pliegos para el teatro. Div¨ªdase por los 12 que sol¨ªa tener una comedia y saldr¨¢n m¨¢s de 800 piezas. El caso es que la hip¨¦rbole num¨¦rica sigui¨® creciendo con el tiempo, pues ¡ªmuerto ya el F¨¦nix¡ª Juan P¨¦rez de Montalb¨¢n, su devoto bi¨®grafo, le atribu¨ªa la estratosf¨¦rica cifra de 1.800 obras, eso sin contar los autos sacramentales (m¨¢s de 400). Hoy la base de datos m¨¢s fiable, la que controla el grupo valenciano ARTELOPE, establece una suma de 414 comedias, lo que no est¨¢ nada mal.
Y es que la tarea de determinar el corpus de un dramaturgo del Siglo de Oro no es sencilla. M¨¢s que ning¨²n otro g¨¦nero literario, el teatro se prestaba en aquel tiempo a la impostura, a la falsificaci¨®n. Una vez dejado por el poeta su manuscrito en manos de los ¡°autores de comedias¡±, es decir, los empresarios-directores de entonces, comenzaba un proceso no poco accidentado de copias y recopias que, en no pocas ocasiones, dejaba bastante irreconocible el original. Los impresores menos escrupulosos publicaban las comedias bajo el nombre de las firmas m¨¢s c¨¦lebres, y eso hace que todav¨ªa hoy se discuta la autor¨ªa de t¨ªtulos como El burlador de Sevilla, El condenado por desconfiado o La estrella de Sevilla, esta siempre atribuida a Lope.
Es este un problema que no solo afecta a nuestro teatro cl¨¢sico sino tambi¨¦n a otros coet¨¢neos, como el isabelino. Ah¨ª est¨¢ el caso reciente de la Historia de Cardenio, comedia que Shakespeare escribi¨® con John Fletcher. Perdida durante mucho tiempo, Roger Chartier ha demostrado no hace mucho su filiaci¨®n shakespeariana. O el de Tom¨¢s Moro. Si obras tan cuantitativamente peque?as como la de Shakespeare o la de Marlowe plantean un sinn¨²mero de enigmas sobre su identidad, ?qu¨¦ decir de un teatro tan inabarcable como el de Lope?
En la segunda edici¨®n de su novela El peregrino en su patria (1618), un Lope harto de que con su nombre se imprimieran obras ajenas da una lista de t¨ªtulos de las comedias por ¨¦l escritas. En ella figura el de Mujeres y criados, nunca publicada y cuyo paradero se desconoc¨ªa. Con ¨¦l ha dado en la Biblioteca Nacional Alejandro Garc¨ªa-Reidy. El hallazgo no es fruto del azar sino de la constancia y el esfuerzo tanto individual como de equipo. Garc¨ªa-Reidy es miembro de PROLOPE, grupo de investigaci¨®n que, con mano maestra, dirige desde 1997 Alberto Blecua en la Aut¨®noma de Barcelona, y que lleva publicadas doce de las veinticinco Partes de Comedias de Lope. Nada m¨¢s satisfactorio para el trabajo de un fil¨®logo que un descubrimiento de estas caracter¨ªsticas, importante para la universidad y para el mundo de la escena. Por los versos que he podido leer, Mujeres y criados es una divertida comedia de enredo, de ambiente urbano, poderosa de imaginaci¨®n y de naturalidad lopesca, con una tem¨¢tica femenina muy propia de su autor. En suma, digna de que, cuatrocientos a?os despu¨¦s, suba de nuevo a las tablas.
Javier Huerta Calvo es catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universidad Complutense y director del Instituto del Teatro de Madrid.
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