T¨¦trico
Gonz¨¢lez alert¨® sobre la seriedad del conflicto y reconoci¨® que teme el despertar del nacionalismo espa?ol m¨¢s agresivo y cerril
Hubo dos momentos t¨¦tricos en la conversaci¨®n que mantuvieron Artur Mas y Felipe Gonz¨¢lez para el programa de ?vole en torno a Catalu?a. Este di¨¢logo, que se antoja imposible con alg¨²n representante del Gobierno, cont¨® con Gonz¨¢lez en calidad de ¨²nico expresidente espa?ol capaz de someterse a una conversaci¨®n no tutelada, fuera de los mon¨®logos nost¨¢lgicos y las memorias para partidarios. El primer momento fue cuando Gonz¨¢lez alert¨® sobre la seriedad del conflicto y reconoci¨® que teme el despertar del nacionalismo espa?ol m¨¢s agresivo y cerril. Lo conoce bien porque acert¨® a desactivarlo cuando lleg¨® al poder y a¨²n funcionaba como un engranaje amenazador y de tutela sobre la democracia naciente con una autoconcedida legitimidad insostenible.
El segundo momento fue cuando Mas se?al¨® hacia los nuevos pa¨ªses surgidos tras la guerra de los Balcanes y la desmembraci¨®n de la antigua Yugoslavia. He ah¨ª un ejemplo de aceptaci¨®n de un nuevo mapa por la Uni¨®n Europea. Y s¨ª, pero como bien apunt¨® Gonz¨¢lez, el coste humano no puede contabilizarse entre los da?os colaterales sin importancia de la eclosi¨®n nacionalista. Lo t¨¦trico tiene relaci¨®n con lo grave, lo triste y lo sombr¨ªo. Asomaron por ah¨ª esas sombras entre la luz de un di¨¢logo que es fundamental y que por desgracia nos est¨¢ siendo hurtado ante los ramalazos de raz¨®n, entusiasmo y c¨¢lculo electoral.
Solo la legalidad nos puede guiar en un conflicto as¨ª, donde es necesario que se respeten los lindes del camino porque lo dem¨¢s es desmonte y acantilado. Lo m¨¢s aparatoso es haber desvirtuado la sentencia del Constitucional por la propia utilizaci¨®n del tribunal, que atendi¨® un recurso del PP cuando estaba en la oposici¨®n, que solo persegu¨ªa desactivar a los catalanistas ignorando la copia exacta en otras comunidades y cuyo oportunismo rentable solo quer¨ªa hacer descarrilar el zapaterismo. Lo que en pa¨ªses como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos se resolver¨ªa por la sumisi¨®n a esa alta autoridad, aqu¨ª se ha transformado en un charco sobre el que chapoteamos. En el rescate de las instituciones est¨¢ nuestro destino. Al margen de ellas, todo es una t¨¦trica propuesta que pretende apoyarse sobre la fe, la paleontolog¨ªa o la fuerza. Los espa?oles y los catalanes est¨¢n llamados a ese di¨¢logo, por ahora no quieren acudir.
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