Otra serie que es gran cine: ¡®True detective¡¯
Las ocho horas de ficci¨®n escritas por Nic Pizzolatto y dirigidas por Cary Fukunaga son una inmersi¨®n en el mal radical
Casi siempre llov¨ªa en aquella ciudad sin nombre, tan parecida a las nuestras. Un viejo polic¨ªa negro, cerebral, solitario, met¨®dico, asqueado, que distrae su insomnio y su angustia en sus interminables noches lanzando la navaja sobre una diana inm¨®vil, escuchando el tictac de un metr¨®nomo y leyendo una vez m¨¢s a los cl¨¢sicos, que cuenta las horas para su anhelada jubilaci¨®n y alejarse de un mundo siniestro en el que cada vez le cuesta m¨¢s respirar, recibe una ¨²ltima misi¨®n. Debe asociarse con un polic¨ªa joven, impulsivo, visceral, suspicaz ante la complejidad mental y el estudio de la naturaleza humana como m¨¦todo para investigar cr¨ªmenes que a ¨¦l le resultan elementales, para encontrar al sofisticado monstruo que asesina con refinada crueldad a personas que representan los pecados capitales. Esta impresionante pel¨ªcula se titula Seven y aguanta con su arte y su espanto intactos m¨²ltiples revisiones.
Confirm¨® varias y productivas cosas. Que su director, David Fincher, pose¨ªa un talento especial para desarrollar intrigas en universos agobiantes (antes de Seven hab¨ªa realizado la desolada Alien 3), algo que ha demostrado transparentemente en su obra despu¨¦s de 25 a?os, autor de al menos dos obras maestras como El extra?o caso de Benjamin Button y Zodiac y probablemente el director m¨¢s inteligente y s¨®lido que ha parido Hollywood en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Tambi¨¦n que Brad Pitt pod¨ªa ser un actor notable, que adem¨¢s de ese rostro y ese f¨ªsico espectaculares pose¨ªa capacidad para crear personajes con alma, que si le ofrec¨ªan buenos guiones y sab¨ªan dirigirle ser¨ªa tan cre¨ªble como brillante. Aunque la presencia de Kevin Spacey fuera breve, su sombra planeaba durante todo el metraje de Seven (como la de Welles en El tercer hombre y Brando en Apocalypse now, pero con la diferencia de que ellos eran mitos desde el comienzo de sus carreras y Spacey nos resultaba desconocido a casi todos sus espectadores), creaba con econom¨ªa de gestos, voz tenue y sonrisa c¨ªnica a uno de los villanos m¨¢s inquietantes y terror¨ªficos de la historia del cine.
Igualmente, el enorme ¨¦xito de Seven aliment¨® hasta extremos mareantes un g¨¦nero habitado por psic¨®patas presuntamente inolvidables, asesinos en serie infinitamente retorcidos y un mal progresivamente delirante al que persiguen polic¨ªas sabios y especializados en ciencias del comportamiento. Recuerdo excesivos engendros intentando plagiar el argumento y la est¨¦tica de Seven, horrores epid¨¦rmicos, abuso de sanguinolencia y efectos especiales. No solo en Hollywood, sino en las cinematograf¨ªas de cualquier parte, incluidas las m¨¢s cutres. Todo dios aspiraba a disponer en sus futuras producciones de un can¨ªbal hiperculto o un s¨¢dico con poderes sobrenaturales que, en vista de los gloriosos precedentes, iban a arrasar en la taquilla. El tullido y demoniaco John Doe que interpretaba Spacey en Seven y el doctor Hannibal Lecter de El silencio de los corderos, al que Anthony Hopkins inyect¨® magnetismo, elegancia, sensualidad y una capacidad asombrosa para despertar terror duradero, despreciar¨ªan profundamente, les provocar¨ªan los m¨¢s refinados tormentos o se comer¨ªan directamente a tantos descerebrados serial killers del cine que han pretendido est¨²pida e in¨²tilmente imitarles.
Han tenido que pasar muchos a?os para que un argumento centrado en la investigaci¨®n de la patolog¨ªa criminal adquiera una fascinaci¨®n, un misterio, un desasosiego y un arte comparables a los de Seven. Y no es una pel¨ªcula. O s¨ª. Ser¨ªa una pel¨ªcula de ocho horas de duraci¨®n. O una novela voluminosa dividida en ocho cap¨ªtulos. Que he devorado en dos noches. Es una serie de televisi¨®n. Pero en ella encuentro las virtudes, la est¨¦tica, la complejidad y las emociones que siempre he asociado al gran cine. Por ello, me cuesta reconocer que se trata de televisi¨®n, algo de lo que hubiera podido prescindir a lo largo de toda mi existencia, sin sentir que a ella le faltaba algo interesante o necesario. Pero me hubiera sentido hu¨¦rfano, vac¨ªo, absurdo, si mi vida no hubiera estado habitada permanentemente por el cine, los libros, la m¨²sica. Y desde que lleg¨® HBO a la televisi¨®n y alguna otra productora que ha seguido sus huellas, creer¨ªa que me faltaba algo imprescindible para mi gozo si no hubiera visto The wire, Los Soprano, Deadwood, Roma, Breaking bad, Mad men, Boardwalk Empire, Carnivale, Juego de tronos, series que me provocan id¨¦nticas sensaciones en mi casa que cuando veo una pel¨ªcula apasionante en la sala oscura.
Y la ¨²ltima que he seguido en estado de hipnosis, que sin necesidad de darme sustos me revolv¨ªa el cuerpo y el cerebro, cuya atm¨®sfera maligna me impregna y me hace temer que sue?e con ella, se titula True detective. Es deudora de Seven. O sea, esta puede sentirse orgullosa de su descendencia. A diferencia de todas las series, en las que su creador acostumbra a escribir el cap¨ªtulo que inicia la temporada y el que la cierra, y los directores se alternan a lo largo de ella, en esta todos los guiones vienen firmados por el hombre que la invent¨® y los dirige la misma persona.
El primero se llama Nic Pizzolatto y asusta imaginar lo que late en el poderoso cerebro de este hombre. La visi¨®n del mundo, de las relaciones humanas, del amor, de la soledad, de las zonas de sombra que poseemos todos, de las trampas y las mentiras que establecen las personas consigo mismas y con los dem¨¢s, del eterno y enfermizo breviario de podredumbre que practican los seres humanos, la implacabilidad consigo mismo y con los dem¨¢s que manifiesta el atormentado, amargo y apocal¨ªptico Rust Cohle, uno de los dos detectives que protagonizan esta intriga sombr¨ªa, podr¨ªan haber sido compartidas por Schopenhauer y Cioran. El segundo conductor de esta serie magistral y terrible se llama Cary Joji Fukunaga. Se encarga de trasladar a imagen ese material explosivo, dot¨¢ndolo de una est¨¦tica muy potente, utilizando una c¨¢mara que se mueve y es expresa como en el cine m¨¢s cuidado, incluidos algunos planos secuencia que te dejan con la boca abierta, creando un clima, una aspereza y una densidad psicol¨®gica que te hacen creer que el autor de esos cr¨ªmenes rituales y salvajes puede ser cualquiera de los personajes que tienen una presencia continua en la serie, pero tambi¨¦n los epis¨®dicos o los que aparecen brevemente, que todo el mundo anda jodido por dentro en esa amenazante Luisiana y que la identidad del mal no excluye a nadie.
Habla de la problem¨¢tica, densa, profunda relaci¨®n entre dos polic¨ªas durante 17 a?os, llena de cicatrices mutuas, necesit¨¢ndose desesperadamente el uno al otro, rota durante una ¨¦poca larga y reconstruida con el ¨²nico fin de terminar una b¨²squeda obsesiva cuya resoluci¨®n qued¨® incompleta, la del jefe de una banda de tarados sat¨¢nicos que se dedicaba al secuestro, la tortura y el asesinato no solo de mujeres j¨®venes y a la intemperie, sino tambi¨¦n de ni?os, montones de cr¨ªos que constataron que los monstruos de los que hablan las leyendas no pertenecen a los cuentos, sino que son pavorosamente reales, est¨¢n al lado, se cebar¨¢n con ellos. En la emocionante secuencia final, uno de ellos declara su certidumbre de que la ¨²nica historia del mundo se reduce a la lucha entre la oscuridad y la luz. Pero casi todo lo que hemos visto, o¨ªdo, intuido y temido en su brutal y finalmente liberadora odisea est¨¢ dominado por las sombras. El Rey Amarillo y Carcosa, el horror en estado puro, me temo que van a permanecer mucho tiempo en mi memoria. Tambi¨¦n la interpretaci¨®n de Woody Harrelson, un actor raro que siempre fue bueno, pero Mattew McConaughey fue durante muchos a?os intrascendente y en los ¨²ltimos tiempos cada una de sus interpretaciones funciona en estado de gracia. Lo que sugiere, lo que expresa por dentro y por fuera sobre ese hombre desesperado, complejo, heroico y tr¨¢gico en True detective est¨¢ mas all¨¢ del elogio.
True detective se emite en Canal +.
Babelia
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