Una educaci¨®n para la supervivencia

¡°Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitar usarlas y atenerse a la descripci¨®n de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripci¨®n fiel de los hechos¡±, escrib¨ªan los gemelos Claus y Lucas en la novela El gran cuaderno de Agota Kristof, traducida al castellano por Ana Herrera Ferrer. Primera entrega de una trilog¨ªa que completar¨ªan La prueba y La tercera mentira, El gran cuaderno narraba, con una estremecedora austeridad casi lim¨ªtrofe con la abstracci¨®n, el proceso de autoeducaci¨®n para la supervivencia que desarrollaban dos hermanos enviados por su madre a la granja de una abuela solitaria, cruel y con esqueletos en el armario, en los a?os finales de la II?Guerra Mundial. Claus y Lucas se convert¨ªan en aplicados alumnos de la deshumanizaci¨®n que les permitir¨ªa sobreponerse al horror.

En su adaptaci¨®n, J¨¢nos Sz¨¢sz ha tenido presente esa alergia a lo sentimental que los personajes convierten en credo, pero no ha podido evitar traicionar una materia tan fr¨¢gil y espec¨ªficamente literaria a trav¨¦s del academicismo. Su trabajo servir¨ªa para ilustrar la idea de que, en toda adaptaci¨®n, la domesticaci¨®n es el mayor riesgo.

As¨ª, la pel¨ªcula no puede aspirar m¨¢s que a ser un equivalente de una versi¨®n expurgada del libro, con todas las secuencias que plantear¨ªan problemas de representaci¨®n pudorosamente omitidas y una constante incapacidad para esbozar un suced¨¢neo del trastorno que produce la lectura. Sz¨¢sz demuestra que un plano cinematogr¨¢fico exquisitamente iluminado no tiene nada que hacer, en cuestiones de fuerza expresiva, frente al poder de una frase descarnada.