Pepe Moral merece un futuro

El muy honroso gesto de la Casa de Misericordia de ofrecer una oportunidad a Pepe Moral, un torero abandonado por las empresas y rotundo triunfador el d¨ªa del Corpus en Sevilla, ha tenido la mejor recompensa. Lo m¨¢s importante no es la meritoria oreja que cort¨® al noble inv¨¢lido que hizo quinto, sino el serio aldabonazo que ha dado y su demostraci¨®n de que es torero que lleva dentro una innata y desbordante vocaci¨®n, una cl¨¢sica concepci¨®n del toreo y tantas ganas de triunfar que muy dif¨ªcil ser¨¢ que no alcance su objetivo.

Moral es una de las paradojas de la vida y de esta ingrata profesi¨®n. Ha toreado solo ocho corridas desde que tom¨® la alternativa en junio de 2009, se perdi¨® su nombre en el olvido y, en contra de toda l¨®gica, ha mantenido la ilusi¨®n junto a su apoderado, el tambi¨¦n torero Manolo Cort¨¦s, y ha aprovechado las dos oportunidades que la suerte y el tes¨®n le han ofrecido. Sorprendi¨® en la Maestranza, donde cort¨® las dos orejas a un toro del Conde de la Maza; supo que la justicia existe cuando lo llamaron de Pamplona, y aqu¨ª ha dejado muy alto el pabell¨®n de la torer¨ªa.

Lo m¨¢s asombroso no es su ilusi¨®n, que, como el valor, se le supone, sino su preparaci¨®n, su oficio, su forma de asentar las zapatillas, de citar y correr las manos, su conocimiento y sus formas, que nada tienen que ver con cinco a?os de ostracismo. Es un torero hecho y derecho, la viva imagen de quien tiene una larga temporada a sus espaldas y merecedor, por lo tanto, de toda la confianza.

Maneja el capote con soltura y grandeza, y traz¨® ver¨®nicas de gran hondura; bien plantado con la muleta, dibuj¨® redondos y naturales meritorios. No fueron muchos porque su primero era un toro inservible, ¨¢spero y deslucido, al que no le perdi¨® la cara; y muy blando el noble quinto, ante el que solo pudo esbozar algunas pinceladas de su concepci¨®n torera. Merece mejor suerte este Pepe Moral; le sobran condiciones y actitud. Ojal¨¢ haya comenzado para ¨¦l una nueva vida.

De todos modos, el triunfador de la tarde por el n¨²mero de orejas fue Juan Jos¨¦ Padilla, y su tarde merece una seria reflexi¨®n.

Nada se puede a?adir a estas alturas al m¨¦rito extraordinario que tiene este torero, que ha sido capaz de resurgir de sus propias cenizas y triunfar a lo grande en un alarde de sacrificio, fuerza, coraje y una f¨¦rrea voluntad de superaci¨®n. Padilla es un hombre de una pieza y un h¨¦roe como torero.

Pamplona es su plaza de referencia; aqu¨ª se le venera con aut¨¦ntica devoci¨®n, es el referente de las pe?as, que acuden a la plaza con banderas piratas y lo jalean con el canto ya famoso de ¡°illa, illa, illa, Padilla maravilla¡±. Nadie le ha regalado nada a este torero que se ha hecho grande en un valiente enfrentamiento con su propia desgracia.

Pero dicho lo cual, es de justicia aclarar que en su ¨¢nimo por agradar a sus partidarios, ayer ofreci¨® su peor versi¨®n con el mejor lote de la tarde. No le ser¨¢ f¨¢cil superar una actuaci¨®n m¨¢s pueblerina, tremendista y trapacera desde que recibi¨® a su primero con cuatro largas cambiadas de rodillas en el tercio, hasta que lo sacaron a hombros. Despegado, mal colocado y destemplado, bullanguero y basto, ofreci¨® una clase de destoreo que merece figurar en los tristes anales de esta plaza.

Jim¨¦nez Fortes se enfrent¨® a dos marmolillos. Tuvo detalles y se le vio vendido. Ha conseguido que se est¨¦ m¨¢s pendiente de la posible voltereta que de sus buenas maneras toreras. Y eso es un problema.