La convivencia sigue cruda

Puede ser un invento de mi imaginaci¨®n, pero en mi recuerdo de infancia son reales las propuestas promocionales de las distribuidoras de cine al estrenar determinadas pel¨ªculas que confiaban en alcanzar un gran ¨¦xito comercial en funci¨®n del suspense, el terror o un desenlace que no adivinar¨ªa ningun espectador. Se hablaba de una recompensa excepcional para la valent¨ªa del espectador que se atreviera a estar solo en el cine durante la proyecci¨®n de Psicosis. Tambi¨¦n se rogaba a los futuros espectadores de ciertas pel¨ªculas que no permitieran que nadie les contara el final de la historia, ya que les arruinar¨ªa todo lo anterior. Y, c¨®mo no, tengo muy vivo el pasmado e interminable ¡°aaaah...¡± que se repet¨ªa colectivamente en la sala ante la espectacular sorpresa con la que conclu¨ªa El planeta de los simios, constatando, al igual que el indignado y sufriente personaje que interpreta Charlton Heston, que no hemos visitado un planeta desconocido sino que se trataba del nuestro, como atestigua la sombra de la Estatua de la Libertad que aparece en las ¨²ltimas im¨¢genes.

Guardo agradecida memoria de esa pel¨ªcula, muy bien dirigida por Franklin J. Schaffner, due?o de una filmograf¨ªa infravalorada pero m¨¢s que correcta, incluyendo la excelente El se?or de la guerra, pero me aburr¨ª notablemente con las infinitas y olvidables secuelas del interesante proyecto original, incluido algun t¨ªtulo especialmente vano que llevaba la firma del intocable Tim Burton.

El sabroso negocio generado por esta saga no debe de haber sufrido ninguna crisis desde que se cre¨® en 1968, pero por mi parte acab¨¦ harto de simios malvados o bondadosos y de sus batallas con los p¨¦rfidos o racionales humanos. Raz¨®n poderosa para me desentendiera de la serie y no viera El origen del planeta de los simios, que seg¨²n variadas y fiables opiniones es una muy atractiva pel¨ªcula de aventuras, ciencia-ficci¨®n o como queramos etiquetar a este g¨¦nero protagonizado por gorilas, orangutanes, chimpanc¨¦s y dem¨¢s miembros de la raza simiesca.

Al parecer, el argumento de la anterior es fundamental para entender la trama de El amanecer del planeta de los simios. Por lo visto, los humanos crearon un virus que estuvo a punto de acabar con ambas razas. O sea, que es comprensible en el comienzo de esta el mosqueo que siente la familia de King Kong hacia cualquier ser que vista falda o pantalones, la conveniencia para las dos razas de no tratarse lo m¨¢s m¨ªnimo ni de lejos ni de cerca. Y, por supuesto, la problem¨¢tica paz que intentan preservar un simio tolerante y pacifista como C¨¦sar y un humanista como el viudo Malcolm, est¨¢ amenazada por un simio resentido y vengativo llamado Koba y por alg¨²n humano tan imprudente como necio.

En algunos momentos, el tono y la narrativa de esta pel¨ªcula te remite al antiguo cine de aventuras. No te ocurre nada malo por meterte en una sala durante este des¨¦rtico mes de cine para ver Amanecer en el planeta de los simios. Tampoco es un oasis, pero s¨ª digna y moderadamente entretenida.