¡®Por qu¨¦ ¨ªbamos con Alemania¡¯
Los espa?oles dese¨¢bamos casi un¨¢nimemente la derrota de Argentina en la final del Mundial porque nos pueden los estereotipos
![Ram¨®n Mu?oz](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fce2472ec-0e38-4909-a3c5-b313f445b055.png?auth=d1e5bab5ad6ebf2d7595f6e5b7a2e51d0f84040b7c966b603e3ce842faa5ca24&width=100&height=100&smart=true)
![Un momento del partido Alemania-Argentina de la final del Mundial.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HZ7ZL5NFH2IATIVTSY732JVLPY.jpg?auth=312427c055c36bc9b988ef9ccab0af820186b2d81a42cea0d2ec17f52334c647&width=414)
Le echamos la culpa de todos nuestros males financieros. De los recortes y el austericidio que sufrimos los pa¨ªses mediterr¨¢neos. Les responsabilizamos del euro fuerte, los minijobs y la bajada de salarios. A su canciller Merkel la ridiculizamos como a una paleta glotona con espuma de cerveza espurre¨¢ndole por la boca, y a la menor protesta sacamos en romer¨ªa su imagen, caricaturizada como una oficial de la SS o como una vampira colega de farras del uruguayo Luis Su¨¢rez. Y, sin embargo, cuando se enfrentaron con Argentina en la final del Mundial de Brasil, todos ¨ªbamos con los alemanes.
Dec¨ªan los sondeos previos que el 70% de los espa?oles quer¨ªamos que ganaran los prusianos. Y cuando Mario G?tze marc¨® en la pr¨®rroga, el aullido un¨¢nime que recorri¨® las calles desiertas de Madrid confirm¨® que no siempre las encuestas se equivocan. ?De d¨®nde surgi¨® de repente esa empat¨ªa teutona? Intuyo que m¨¢s que el afecto hacia los alemanes nos pudo el recelo contra los argentinos. S¨¦ que es pol¨ªticamente incorrecto y que me crujir¨¢n en Twitter por decirlo pero creo que argentinos y espa?oles nos profesamos un odio mutuo.
Tirar¨¦ de estereotipos para explicarlo. No digo que los comparta ni que sean justos. Simplemente funcionan para explicar, por ejemplo, por qu¨¦ vemos a todos los argentinos como porte?os buscavidas y gigolos. Y por qu¨¦ ellos nos ven como gallegos brutotes con mierda de vaca entre las u?as y con aires de virreyes.
Odiamos a los argentinos porque creemos que hay que utilizar el sat¨¦lite de Google Maps para observar el tama?o de su ego. Nos irrita su verborrea, sus met¨¢foras freudianas, las hip¨¦rboles ret¨®ricas que usan para describir el asunto m¨¢s nimio. Por eso, no podemos ni ver a Valdano o a Menotti, aunque cuando les escucho y comparo su lenguaje con el verbo pelado y macarra de Camacho o de Clemente, los antecesores de Del Bosque en La Roja, me pregunto si pertenecen al mismo escal¨®n evolutivo o si nuestros bravos seleccionadores se quedaron en el rellano del primer piso.
"Vemos a los argentinos como porte?os buscavidas y gigolos"
Los jugadores argentinos nos parecen marrulleros, violentos, al servicio del antif¨²tbol. Olvidamos que un tal Andoni Goikoetxea, que fuera seleccionador de nuestras j¨®venes promesas, a¨²n exhibe como un trofeo las botas con las que le quebr¨® el peron¨¦ a Maradona, el extraterrestre argentino que mejor ha tocado una pelota sobre la faz de la Tierra. Goiko tiene otro trofeo, el que le otorg¨® The Times como jugador m¨¢s violento de la historia.
Animamos a la selecci¨®n alemana porque su juego din¨¢mico y bonito era, en realidad, una prolongaci¨®n del nuestro, su tiki taken era nuestro tiki taka con 10 cent¨ªmetros m¨¢s. Pero en Sud¨¢frica, Espa?a fue la campeona m¨¢s r¨¢cana de la historia: ocho goles. Los alemanes casi metieron los mismos en su paliza a Brasil en un solo partido.
Y si los argentinos no son tan eg¨®latras, si su f¨²tbol no es tan mezquino y hasta hablan bien¡?Por qu¨¦ cuando marc¨® G?tze yo tambi¨¦n grit¨¦ enfebrecido: ¡°Goooool¡±?
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