La generaci¨®n sin opciones de futuro
Miguel Serrano disecciona la generaci¨®n de los 90 en ¡®Autopsia¡¯, su debut en la novela
¡°Vivimos en un outlet de esperanza¡±, reflexiona uno de los personajes de fragilidad camuflada pero evidente como todos los que deambulan por Autopsia (Candaya), debut novel¨ªstico de Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) tras su notable libro de relatos ?rbita, aparecido hace casi cinco a?os. ¡°No quedan grandes esperanzas tipo cambiar el mundo; muchas de esas tiendas donde se vend¨ªan cerraron ya; s¨®lo restan esperanzas de saldo, las individuales¡±, asegura el escritor ma?o, que no ha dudado en ceder su propio apellido y hasta el t¨ªtulo de su libro de relatos al protagonista de la historia, un joven obsesionado por expiar un episodio de su pasado: el acoso a una compa?era de colegio, tormento que le llevar¨¢ a reflexionar ante sus colegas sobre la violencia de las tribus urbanas (protagonista y autor fueron golpeados por un grupo de skin heads),la amistad, la familia y hasta la lucha de clases.
¡°Quer¨ªa crear el m¨¢ximo de incomodidad al lector, la misma que siente el narrador, y para ello el personaje deb¨ªa de ser veros¨ªmil, me parec¨ªa que con uno de ficci¨®n total el di¨¢logo con el lector se apagaba un poco¡¡±, dice sobre su autorreferencia. ¡°Vale, tambi¨¦n hay una catarsis m¨ªa, aunque no me lo confieso demasiado a m¨ª mismo; ?Para qu¨¦ escribir, si no? Siempre hay algo de b¨²squeda de uno mismo en ello; tambi¨¦n lo hace quien aborda la novela hist¨®rica¡±, apuntilla.
No ha practicado ese g¨¦nero, pero el escritor ha hecho de todo en la vida literaria: desde 2006 lleva tres libros de poes¨ªa, ha sido vendedor de libros en unos almacenes culturales, bajo el seud¨®nimo Ste Arsson escribi¨® la par¨®dica Los hombres que no ataban las mujeres y, fruto de su evidente timidez mal disimulada, no habla de que fue negro literario y de que guarda elogios a su prosa de Roberto Bola?o. Tampoco cuenta mucho de su otra faceta de ilusionista, la que le llev¨® durante unos a?os a ejercitar trucos de magia en bodas y bautizos: ¡°Hice cursos con los ilusionistas m¨¢s s¨®rdidos del mundo¡±, se le escapa.
"La literatura debe? hacerle replantear cosas al lector"
Todo ello habr¨¢ dejado su poso, que se traduce en Autopsia ¡ª¡°se trata de mirarse como a un cad¨¢ver; en cualquier caso, de una ¨¦poca muerta¡±, dice¡ª en unos personajes que tienen un marcado sentimiento de culpa por lo que hicieron como por lo que dejaron de hacer y que parecen buscar su castigo. ¡°Saben que son culpables y que la sociedad no les ha castigado; Miguel est¨¢ a punto de ser padre y quiere expiar esa culpa para educar a su hija con las cuentas saldadas¡±, explica el autor. El protagonista, obviamente, no se quiere mucho a s¨ª mismo, es de ¡°una fragilidad camuflada, todos somos as¨ª: nos acorazamos tras una imagen p¨²blica¡± y eso le aleja del retrato generacional que en parte es Autopsia, una juventud, la de los recientes a?os 90, que hizo del cinismo su bandera y que tuvo su traslaci¨®n televisiva en Cr¨®nicas marcianas, referente asiduo en la novela. ¡°El programa es un s¨ªmbolo del momento: uno se pod¨ªa re¨ªr de todo, no hac¨ªa falta motivo; el cinismo estuvo bien visto socialmente en los 90¡ La nuestra es una generaci¨®n a la que se nos dio todo hecho y nada por hacer y, en consecuencia, se nos dej¨® sin opciones de futuro¡±.
Autopsia destila una violencia de baja intensidad pero cotidiana, omnipresente incluso en lo socioecon¨®mico como constata la precariedad laboral de la juventud, aspecto que la obra no esquiva, en un tratamiento poco habitual en la narrativa espa?ola de hoy. ¡°El instituto donde iba en Zaragoza y que reflejo en la novela ten¨ªa dos entradas, una principal y otra como de servicio que quedaba pr¨®xima a un barrio m¨¢s modesto de la ciudad y por donde entraban los alumnos de all¨ª¡ Es cierto que estos temas no suelen aparecer en la novela espa?ola de hoy y con la crisis es extra?o que as¨ª no sea si se quitan obras de Bel¨¦n Gopegui o Rafael Chirbes; y no se trata de hacer novela de tesis porque estas no lo son, sino mostrar esas facetas de la vida; el peso de lo econ¨®mico, esa gran farsa de la igualdad de oportunidades que dice representar este sistema... todo eso no tardar¨¢ mucho en aflorar masivamente en la literatura¡±.
Muestra Serrano este mundo a trav¨¦s de una estructura con saltos, donde se le dosifica muy mucho la informaci¨®n y el contexto al lector y abundan los par¨¦ntesis. ¡°Son ventanas a la duda¡±, dice de estas ¨²ltimas, como provocando la inquietud de que lo le¨ªdo igual tampoco es la verdad. ¡°Buscaba lo fragmentario para encajar mejor la apropiaci¨®n de otras voces y experiencias para hablar de uno, porque mi personaje es un pasivo-agresivo, un vampiro que, incapaz de una vida propia, se nutre de historias de los dem¨¢s¡±. Los detectives salvajes, de Bola?o, y Verano, de John Maxwell Coetzee, parecen haber dejado su huella. ¡°De Bola?o me interesa ese retrato de generaci¨®n perdida, esa particular violencia y del nobel, esa autoflagelaci¨®n, inc¨®moda de hacer y de leer, pero es que la literatura debe incomodar, tambi¨¦n, ha de hacerle replantear cosas al lector¡ Con lograr, como hac¨ªa a su modo Luis Bu?uel, que uno se percate de que no se vive en el mejor de los mundo posibles ya me vale¡±.
Franz Kafka, John Cheever, C¨¦sar Aira y Chirbes son nombres de cabecera para Serrano pero le encanta, dice, leer a sus coet¨¢neos. ¡°Me gusta saber qu¨¦ se hace¡±. Y cita a Sara Mesa, pero tambi¨¦n a sus paisanos Manuel Vilas y Sergio del Molino, hijos de una potente hornada de escritores de un Arag¨®n y una Zaragoza que, en principio, estar¨ªan en tierra de nadie cultural. ¡°Miramos tanto a Madrid como a Barcelona; eso la pol¨ªtica no lo ha contaminado¡±. Los pol¨ªticos est¨¢n en otro outlet.
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