A la moda le faltan las alas
Sacai y Stella McCartney destacan en una semana de la moda de Par¨ªs que no levanta el vuelo
El comentario m¨¢s repetido en la semana de la moda de Par¨ªs es que la de primavera/verano 2015 est¨¢ resultando una temporada floja. A falta de dos d¨ªas para que termine un circuito de presentaciones internacionales que empez¨® a primeros de septiembre en Nueva York, la caravana que con ¨¦l viaja por el mundo se lamenta por la falta de ideas y por la ausencia de propuestas que hayan logrado un impacto significativo. La industria empieza a hacer balance y las cuentas no le salen. Echa de menos momentos brillantes.
Eso explica la ansiedad que se respiraba el domingo por la noche antes del desfile de Givenchy. La anticipaci¨®n y las ganas de que algo importante sucediera recorr¨ªan un laberinto de sillas y cortinas en el patio escolar donde Riccardo Tisci (Taranto, 1974) suele mostrar sus colecciones para la firma. Las mujeres de Tisci para la pr¨®xima primavera se componen con una cucharada g¨®tica, otra medieval, una pizca de folclore y abundante rock and roll. Con el busto sobresaliendo por encima del corpi?o, cort¨ªsimas faldas evas¨¦ y botas de cuero que trepan por el muslo evocan la decadencia de Casanova pasada por el filtro de los a?os setenta.
Asegura el dise?ador italiano que ha querido recuperar algunas de las claves de sus primeros trabajos en Givenchy, que ahora cumplen 10 a?os. Es cierto que la iconograf¨ªa religiosa de sus inicios, que hab¨ªa estado ausente las ¨²ltimas temporadas, vuelve a aparecer. Lo que no est¨¢ claro es qu¨¦ aporta esa revisi¨®n. Porque volver la mirada hacia ciertos elementos de su pasado solo sirve para mostrar las carencias de esta colecci¨®n y para evidenciar ¨Cpor comparaci¨®n- la falta de pasi¨®n que transmite. La poes¨ªa sombr¨ªa de sus primeras creaciones ven¨ªa acompa?ada de la fascinaci¨®n de lo maldito ya que Tisci no generaba entonces una admiraci¨®n un¨¢nime. Asentado como uno de los dise?adores m¨¢s carism¨¢ticos y medi¨¢ticos, hoy tiene asegurado el aplauso haga lo que haga. Pero de aquellos inicios no son los crucifijos lo que hay que recuperar, sino la originalidad la energ¨ªa.
Chitose Abe (Tokio, 1965) es la dise?adora que se esconde tras Sacai, la firma que fund¨® en 1998 y que ha ido gan¨¢ndose un hueco con discreci¨®n y perseverancia. El suyo es un triunfo muy distinto de los fulgurantes ascensos a los que nos tiene acostumbrados la moda. En buena parte porque se trata de una dise?adora independiente que no pertenece a ning¨²n grupo y que controla completamente su marca. Ha hecho las cosas a su manera y, temporada tras temporada, el trabajo ha ido ganando adeptos. Su nombre se ha ido transmitiendo, a susurros m¨¢s que a gritos, por parte de entendidos que se mostraban orgullosos de formar parte de un descubrimiento.
Convertida ya en una exitosa realidad comercial con un centenar de puntos de venta de todo el mundo, sus desfiles contin¨²an dejando un sabor distinto. Abe se form¨® junto a Rei Kawabuko y Junya Watanabe y utiliza los procesos e ideas de sus maestros para componer una receta mucho m¨¢s f¨¢cil de digerir. Uno de los mayores logros de su dise?o es la universalidad. Se trata de una de las pocas creadoras japonesas cuyo trabajo no se define por su nacionalidad. De hecho, su colecci¨®n de primavera/verano 2015 toma un tema cl¨¢sico (la tensi¨®n entre masculino y femenino) pero lo lleva a un lugar diferente y especial. Los trajes de soldados y marineros se recortan y, convertidos en un esqueleto, se completan con encajes o gasas. El guipur parece comerse los fragmentos de una gabardina que no contienen informaci¨®n significativa hasta dejar solo el cintur¨®n los bolsillos y los botones. La silueta juega al despiste con dos caras, la frontal y la trasera, dotadas de identidades muy distintas. De esta forma, la dualidad entre sexos queda albergada en una misma figura que no exige demasiadas explicaciones para resultar atractiva.
El tema marinero dista de ser una propuesta original para el verano, pero Stella McCartney (como Abe) tambi¨¦n logra sacar algo propio de ¨¦l. No hay rastro de rayas en la colecci¨®n de la dise?adora brit¨¢nica (Londres, 1971) que utiliza los pantalones de marino y los colores blanco y azul para construir una silueta blanda y l¨ªquida, sin cantos ni ¨¢ngulos. Gabardinas finas como el papel ondean detr¨¢s de las modelos y tops de punto irregular descubren el cuerpo por lugares ins¨®litos, como es costumbre esta temporada. En el tramo final, vestidos que combinan varios estampados en delicada organza de seda ofrecen un contrapunto ecl¨¦ctico a la suavidad discreta de una colecci¨®n afinada. Aunque, obviamente, no es la clase de gran declaraci¨®n que la temporada necesita para ganar altura.
Mucho menos sirve a ese prop¨®sito la cuarta colecci¨®n de Fausto Puglisi para Ungaro. Tras probar suerte con seis dise?adores en nueve a?os, la firma parec¨ªa haber encontrado una cierta estabilidad con el italiano (Sicilia, 1976). Pero su propuesta para la pr¨®xima primavera es un aut¨¦ntico incendio. Por si alguien los quiere, en Ungaro hay trajes-pijama con estampados de llamas y tejidos con los que m¨¢s vale no acercarse al fuego de tan inflamables como parecen. M¨¢s propios de un disfraz infantil que de un vestido de noche con pretensiones de lujo. A las modelos, con pendientes de coraz¨®n por los que alguien deber¨ªa pagar derechos a Agatha Ruiz de la Prada, se las ve perdidas en un cuadro carente de sentido.
A dos d¨ªas de que termine la semana de la moda de Par¨ªs y la caravana se desgaje, cada desfile es recibido como una ¨²ltima oportunidad de levantar el vuelo.
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