El curioso y extra?o caso de la noviller¨ªa
El mal juego de los novillos de Fuente Ymbro desluci¨® el primer festejo de la feria madrile?a
La novillada de Fuente Ymbro ten¨ªa cara de mayor; seria su estampa y respetables sus cabezas. Novillos con hechuras de toros de verdad; de esos que no salen ni por asomo en plazas de segunda. Los tres novilleros, forjados ya en muchas batallas, experimentados, firmes, valerosos, con la cabeza en funcionamiento y un futuro aparentemente esperanzador. La plaza de las Ventas, casi llena, porque ?albricias! se ha renovado la totalidad de los abonos de la pasada feria de San Isidro. Y una tarde soleada y calurosa, con ganas de ver toros.
Pues no pas¨® nada. Ni un instante, siquiera, para el recuerdo. Ni un toro, ni un torero, ni un detalle¡ Mala cosa¡
Ciertamente, la novillada fue rematadamente mala. Mansa, sin clase, rajada, huidiza. Y los toreros, hechos y derechos como tales, se ci?eron al gui¨®n del toreo actual, de modo que no lucieron porque no encontraron colaboradores id¨®neos, y todo qued¨®, al final, en el reflejo de un festejo pl¨²mbeo y olvidable.
Dec¨ªa hace unos d¨ªas el maestro Curro Romero que faltan toreros revolucionarios, de esos que atraen al p¨²blico con su sola presencia. Quiz¨¢, es que no lo hubo en las Ventas; quiz¨¢, es que es casi imposible, pero no es menos cierto que el desencanto no es la mejor medicina para una afici¨®n alica¨ªda.
Fuente Ymbro/Caballero, Jim¨¦nez, Espada
Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, mansos, descastados y deslucidos.
Gonzalo Caballero: estocada (silencio); estocada (silencio).
Borja Jim¨¦nez: tres pinchazos _aviso_ pinchazo y descabello (silencio); estocada (silencio).
Francisco Jos¨¦ Espada: bajonazo (silencio); estocada (silencio).
Plaza de las Ventas. 2 de octubre. Primer festejo de la Feria de Oto?o. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
?Qu¨¦ le faltar¨¢ a Gonzalo Caballero para dar un zambombazo y colocarse a la cabeza de la torer¨ªa? Cualquiera sabe¡ Sorprendi¨® en sus inicios con picadores, all¨¢ por el mes de abril de 2012, y cuando se le auguraba una corta y exitosa carrera novilleril, resulta que a finales de 2014 a¨²n no les ha visto el pelo a los toros cuatre?os. Posee un valor que asusta, conoce la t¨¦cnica, se queda quieto como una vela, pero ah¨ª sigue, siendo a¨²n una promesa que no acaba de romper.
?Y Borja Jimenez? Se presentaba en Madrid, pero dio la impresi¨®n de que empez¨® a torear en el vientre de su madre. Esper¨® a su primero de rodillas en la puerta de chiqueros, se arrima como un condenado y conoce la t¨¦cnica mejor que las cuatro reglas. Le queda, eso s¨ª, refinar su todav¨ªa tosca manera de mover los enga?os, pero se ve que hay torero.
Y Espada parece que es el m¨¢s estilista. Firme y hondo en su quehacer, tampoco pudo levantar el vuelo.
Lo que pas¨®, primero, -dicho queda- es que los novillos derrocharon mansedumbre y mala clase; pero pas¨®, tambi¨¦n, que los novilleros carecieron de ese punto de locura necesario para dejar huella. Y no se entienda esto como un dem¨¦rito de los chavales, sino la constataci¨®n de una realidad.
Gonzalo est¨¢ necesitado de una conmoci¨®n aun con el novillo malo. No basta que se quedara firme como un palo cuando en el primer estatuario el novillo cambi¨® su trayectoria los mil¨ªmetros suficientes para rozarle la taleguilla; despu¨¦s, solo pases sueltos, y su solvencia inicial qued¨® en la nada. Firmeza de nuevo ante el cuarto, otro animal inservible. Y el torero queda ah¨ª, otra vez en tierra de nadie, valiente, seguro y entregado, pero solo.
Jim¨¦nez acaba de comenzar, como quien dice. Solvente toda la tarde, dio pases al ¨²nico que se dej¨®, el quinto, y no dijo nada porque practica un toreo ventajista y de escasa hondura. Tampoco dej¨® huella.
Ni la dej¨® Espada, triunfador del pasado San Isidro, a pesar de sus buenas condiciones.
Quiz¨¢, el maestro Romero tenga toda la raz¨®n. El mal juego de los toros no puede ser en todo momento la excusa perfecta. Faltar¨ªa la chispa de los toreros que vienen a dejar huella. Mientras no sea as¨ª, se podr¨¢ seguir hablando de novilleros curtidos que no salen del pozo. Sin duda, un curioso y extra?o caso.
Babelia
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