Galletas y alfabetos
Michel Leiris inici¨® durante la ocupaci¨®n nazi un experimento sobre la memoria y el lenguaje
En alg¨²n p¨¢rrafo perdido de ese continente por descubrir que es la tetralog¨ªa La regla del juego, Michel Leiris (Par¨ªs, 1901-1990) se declara ¡°un culpable que produce libros para ganar su perd¨®n¡±. Gracias a este sentimiento de culpa debemos una de las manifestaciones m¨¢s valientes de la literatura francesa del siglo XX. Conocido por sus ensayos etnogr¨¢ficos africanos, este prototipo parisiense de la orilla derecha rompi¨® aguas con La edad del hombre (1939), para adentrarse en un sendero nuevo. Ten¨ªa el bagaje de la curiosidad y el ¨ªmpetu por conocerse. Se codeaba con los surrealistas y ten¨ªa la suerte de contar con dos mentores extraordinarios: Max Jacob y Andr¨¦ Masson. Adem¨¢s, era un hombre comprometido sin ceder a la demagogia. No extra?a encontrarlo por ello al lado de Georges Bataille en la revista Documents y en el Coll¨¨ge de Sociologie, y m¨¢s tarde junto a Sartre en Les Temps Moderns; ni que apoyara la Resistencia desde su puesto en el Museo del Hombre, o que se opusiera a la guerra de Argelia, o que se alinease con el poder de la imaginaci¨®n en Mayo del 68.
Y sin embargo su aventura, sin renegar de la realidad, iba por otro camino que el de sus compa?eros de viaje. Era un periplo interior, hacia el mundo alimenticio y familiar de la lengua. Que le tentara la novela y dejara un ¨²nico intento, Aurora, es s¨®lo un indicio de su obstinaci¨®n. Leiris se convirti¨® de veras en escritor al iniciar un juego desconcertante en plena ocupaci¨®n alemana de su ciudad natal. Lo llamar¨ªa Biffures (1948), Tachaduras en la versi¨®n espa?ola, una suerte de g¨¦nesis de su propia lengua, donde establece desde el primer cap¨ªtulo ¡°la autoridad del vocabulario¡±, as¨ª como la impronta del verbo en la fundaci¨®n de la persona. Le seguir¨ªa Fourbis (Trastos, 1955), donde el discurso leirisiano se introduce en la pasi¨®n amorosa y sus figuras femeninas fundamentales, Lucrecia y Judit. Fibrilles (Trabazones, 1966) se mete en la vereda de la acci¨®n ideol¨®gica, que le llev¨® a una crisis profunda y un intento de suicidio, pues no era su verdadera lucha la pol¨ªtica, y por fin con Fr¨ºle bruit (Tenue Ruido, 1976) Michel Leiris se rinde al reino de lo inefable, volviendo al nido de su culpa, la literatura de la memoria avivada por la inspiraci¨®n po¨¦tica.
Un emocionante malabarismo del recuerdo infantil y
juvenil ligado
al lenguaje
Aqu¨ª tenemos para empezar Tachaduras, un libro que se lee con creciente inter¨¦s, aunque no haya intriga ni argumento m¨¢s all¨¢ de un emocionante malabarismo del recuerdo infantil y juvenil ligado al lenguaje. Leiris escribe en un franc¨¦s preciso que la traductora ha tenido mucho cuidado de emular. Y as¨ª, sacando palabras como de un ba¨²l, nos introduce en ¡°los surcos insospechados que llevo grabados en el coraz¨®n¡±, con el fin de asir por los cuernos ese ¡°misterio¡± que ¡°empieza a partir del momento en que nos creemos que todo est¨¢ explicado¡±. Nada est¨¢ explicado y todo puede ser de nuevo un enigma al que dedicar un esfuerzo descifrador, desde el vergl¨¢s hasta Pers¨¦fone pasando por retrete parlante o el sabor a galleta del ¡°alfabeto¡±. Zigzagueante, espele¨®logo de las cuevas del habla, Leiris desmenuza y nombra los lugares de su vida, ese Auteuil proustiano, contrapunto de Nemours, lugares que fueron testigos de su precoz ¡°pacto con el mundo de las palabras¡±, la b¨²squeda de ese ¡°algo absolutamente difuso que hay en el lenguaje¡±.
Y mientras la pirotecnia verbal de esos ¡°remolinos, ondulaciones, espumas¡± de Tachaduras nos deslumbra, el autor se va retratando sin retoque alguno, descubriendo su ¡°desapego indolente¡±, su tendencia a la idealizaci¨®n y a la angustia anticipatoria. Adem¨¢s de ¡°ese malestar fruto del divorcio que noto entre mi persona y lo concreto¡±. El resultado es el apasionante testimonio de un culpable l¨²cido que produce libros, no s¨®lo para ganar el perd¨®n, sino tambi¨¦n para dejar sonando una melod¨ªa reveladora de la condici¨®n humana, o como ¨¦l mismo escribe, ¡°un canto que haga camino fuera de m¨ª¡±.
?La regla del juego. Tachaduras, I. Michel Leiris. Pr¨®logo de Alberto Manguel. Traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia. D¨ªas Contados. Barcelona, 2014. 478 p¨¢ginas. 26 euros
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