?D¨®nde est¨¢ la nueva br¨²jula?
Un momento largamente esperado que algunos que se precipitaron en interpretar como el fin de algo. No hay fin mientras exista el ser humano
En noviembre de 1989, yo ya me encontraba en la Universidad Cat¨®lica de Washington gracias a una beca Fulbright. La destrucci¨®n del infame Muro me afect¨® enormemente. Despu¨¦s de pasar mi infancia en un campo de concentraci¨®n rumano durante la Segunda Guerra Mundial y tras 40 a?os bajo la dictadura comunista, aquel acontecimiento era la apertura tanto tiempo esperada. Pens¨¦ que la desaparici¨®n del Muro entre el Este y el Oeste representaba el comienzo de una nueva Europa, sin las barreras que separaban a los Estados socialistas, cerrados y totalitarios, de las pr¨®speras democracias occidentales, y un final feliz para un siglo sangriento, que hab¨ªa vivido dos brutales guerras y varias revoluciones crueles.
En el plano personal, la dura y nueva experiencia del exilio ¡ªel trauma de sentirme desplazado y despose¨ªdo¡ª pareci¨® compensarse con el hecho de que en aquellos tiempos empezaran a traducirse mis libros ¡ªno solo en Occidente , sino tambi¨¦n en las sociedades del Este cerradas hasta entonces¡ª, as¨ª como con los elogios que recibieron y mi nueva presencia en el mundo literario internacional. Sin embargo, mi experiencia me aconsejaba mantener el escepticismo ante el entusiasmo desbordado despertado por el cambio, que muchos consideraban un punto de partida radicalmente nuevo.
Pese a algunas advertencias pesimistas sobre el peligro de simplificar en exceso la transici¨®n hacia un mundo libre y democr¨¢tico, hubo demasiados comentaristas que hablaban del "fin de las ideolog¨ªas", el "fin de la historia" y el futuro paradis¨ªaco que nos aguardaba a todos. Yo sab¨ªa muy bien que no se puede hablar de fin definitivo de nada mientras siga existiendo el ser humano. Otro error de los expertos y polit¨®logos fue el temor a que una Alemania unificada fuera demasiado poderosa. La nueva energ¨ªa revanchista surgi¨® de las ruinas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, donde un antiguo agente del KGB se convirti¨® en l¨ªder del pa¨ªs y comenz¨® la lucha para reconstruir el antiguo imperio del mal. Tambi¨¦n empezaron a despertar inquietud la corrupci¨®n, la confusi¨®n y las manipulaciones pol¨ªticas en los antiguos pa¨ªses sat¨¦lites del bloque.
Entonces lleg¨® el vuelo islamista sobre Nueva York, el anuncio de una nueva y salvaje fase de la historia, que sustituy¨® las viejas ideolog¨ªas del nazismo y el comunismo por un fanatismo religioso y agresivo contra cualquier infiel. Dio la impresi¨®n de que la necesidad de matar era el principio por el que se reg¨ªan una inmensa masa de creyentes.
En el escenario cultural mundial hay muchas novedades, no demasiado positivas, vinculadas a una sociedad mercantilista en la que la concentraci¨®n de capital domina las elecciones y socava la estructura democr¨¢tica de la sociedad. Incluso la creatividad humana es, en este mercado libre global, un producto en venta, con consecuencias terribles para la evoluci¨®n espiritual de la humanidad. Estamos en una ¨¦poca de cambios veloces, no todos admirables. Los conflictos mundiales y la propia modernidad centr¨ªfuga refuerzan una enorme variedad de contradicciones y enfrentamientos, en la vida p¨²blica y privada. Los observo con dudas y preocupaci¨®n. A pesar de no ser ya tan joven, sigo a¨²n leyendo, escribiendo y publicando libros. Ellos contin¨²an siendo mi br¨²jula, vieja y nueva a la vez, sobre la mesa. As¨ª pues, a principios de 2015 saldr¨¢ publicado en Espa?a un nuevo libro de ensayos, Leche negra, y al a?o siguiente, mi nueva novela sobre el exilio.
Norman Manea (Rumania, 1936) es autor de El t¨¦ de Proust (Tusquets).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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