La escritura dentro de la vida
'Una mujer con atributos' deslumbra por el retrato del dolor que gener¨® el macarthismo
Pertenezco a una generaci¨®n que a¨²n era demasiado joven para disfrutar de la edici¨®n de Pentimento de Argos Vergara en 1979. Me acuerdo de que a mi madre le entusiasm¨® el libro. Tambi¨¦n por aquellos a?os estrenaron Julia (1977), la pel¨ªcula de Fred Zinnemann protagonizada por Vanessa Redgrave y Jane Fonda, que se basa en uno de los cap¨ªtulos m¨¢s sobrecogedores de Pentimento: Lillian Hellman (Nueva Orleans, 1905- Martha's Vineyard, 1984) descubre al lector que el Holocausto no fue s¨®lo una masacre de jud¨ªos, sino tambi¨¦n de socialistas, comunistas y cat¨®licos disidentes. Para empezar y para que nadie se confunda con la posible ambig¨¹edad de las rese?as (o de los rese?istas), dir¨¦ que tras leer Una mujer con atributos, estas memorias que incluyen Una mujer inacabada y Pentimento, ya avanzado el siglo XXI, siento algo pr¨®ximo a la fascinaci¨®n. No me importa que el adjetivo sea inmoderado, porque mi deslumbramiento se asienta en muchas razones: el retrato de una ¨¦poca, el autorretrato de una mujer, pero sobre todo la capacidad de la autora para hablar de lo m¨¢s importante como si no estuviera haci¨¦ndolo. El macartismo, clave tem¨¢tica, se aborda casi como un tab¨² y, en esa aproximaci¨®n tangencial y a la vez intensa, medimos todo el dolor que caus¨® a quien escribe esa vor¨¢gine represiva de delaciones y brutalidad ideol¨®gica. El macartismo siempre est¨¢ presente, pero de manera esquinada: quedan a la vista las cicatrices, las marcas, los queloides. Algo parecido sucede con la monumental presencia de Dashiell Hammett, que incluso est¨¢ cuando no est¨¢, y cuya muerte permea cada p¨¢gina de estas memorias exhaustiva, inevitable, rencorosamente. Hammett es h¨¦roe y borracho; compa?ero de vida; un enfermo y el m¨¢s fuerte de los hombres; preso pol¨ªtico; uno de esos mis¨¢ntropos de cuyo amor nos enorgullecemos porque no aman con facilidad y nos hacen sentirnos elegidos. Hammett es enunciador de sentencias memorables y mantiene con Lilly ese tipo de di¨¢logos violentos y seductores que caracterizan la novela negra. Vida, escritura, escritura dentro de la vida. Hammett es el ojo que importa, mientras se vive, en su observaci¨®n, microsc¨®pica o a distancia, de las evoluciones de Lilly. Lector de las acciones ¡ªobras, deriva pol¨ªtica, afectos¡ª de Lillian Hellman, pero imposible lector de sus memorias: la culpa la tiene el desgarro del encarcelamiento y la muerte.
Hellman se perfila en
sus ra¨ªces familiares,
en sus amores sin romanticismo,
en su actividad teatral,
en lo que le pagan por sus trabajos y en sus convicciones pol¨ªticas
En Una mujer inacabada y Pentimento, Hellman construye una identidad de refil¨®n, bajo la veladura, escribiendo sobre los muertos, pero sin dejarse llevar por lamentaciones elegiacas. Tampoco se deja llevar por la nostalgia ni por los t¨®picos sobre la feminidad ni sobre ciertos comportamientos literarios. Su enfoque de la infancia y del mecanismo del recuerdo se define por lo antisentimental: "¡?las frases que empiezan con me acuerdo duran demasiado para mi gusto¡". La prosa ¡ªen relieve¡ª no recurre a la excusa psicoanal¨ªtica: "¡?las historias de ni?ez rara vez son cre¨ªbles". La mujer es la mujer que se hace en un lugar lejano al ensimismamientopese al tono convencionalmente introspectivo de las memorias. Hellman se perfila en sus ra¨ªces familiares, en sus amores sin romanticismo, en su actividad teatral, en lo que le pagan por sus trabajos y en sus convicciones pol¨ªticas: la experiencia de nuestra Guerra Civil, las visitas a la URSS, su visi¨®n de una reblandecida clase obrera estadounidense y la militancia como pose est¨¦tica por parte de las clases privilegiadas frente al reaccionarismo y el miedo de los que deben liberarse (m¨¢s que ser liberados) son preocupaciones de Una mujer con atributos: Hellman, cosmopolitizada se?orita del Sur, expresa la tensi¨®n y la lucha raciales a trav¨¦s de su v¨ªnculo de dependencia y resentimiento ¡ªcalor y distancia¡ª con sus criadas negras, Sophronia y Hellen.
Hay m¨¢s vuelo literario, un imaginario po¨¦tico m¨¢s potente ¡ªla tortuga que no acaba de morir, Bethe desnuda al lado de las cuerdas de tender¡ª en Pentimento, casi una colecci¨®n de relatos, que en Una mujer inacabada. Puede que Pentimento se escriba en un registro m¨¢s ¨ªntimo y simb¨®lico, mientras que Una mujer inacabada sea una pieza m¨¢s informativa: por all¨ª desfilan Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, Eisenstein, Norma Shearer, William Wyler o el genial Nathaniel West, una acumulaci¨®n de nombres que hace vivir a los lectores un efecto Midnight in Paris, a lo Woody Allen: pese a las imposturas del mito y el valor publicitario de las iconograf¨ªas, no cualquier tiempo pasado fue mejor¡ Una mujer inacabada es el marco que nos permite entender Pentimento. Una mujer inacabada habla de la corrupci¨®n de la utop¨ªa comunista y a la vez del anticomunismo que corrompi¨® la idea de dignidad.
Ni la mirada ni las reflexiones de Hellman son vulgares. Tampoco su sentido del humor. Cuenta una an¨¦cdota de Jean Harlow; la m¨ªtica rubia le dice a su mayordomo: ¡°Abra la ventana y deje entrar una menudencia de aire¡±. Sensacional. La frivolidad. El l¨¦xico como apariencia o simulacro. Un mundo y un lenguaje en los que, al fondo del lienzo descubrimos el perfil de una mujer que no escribe para pedir perd¨®n ¡ªsolo un poquito a su amiga Dorothy Parker¡ª; de una hija ¨²nica que se cre¨ªa muy lista; de una dramaturga excelente¡ Hellman es un pentimento que parad¨®jicamente no se arrepiente; sus textos, limpios, precisos y sutiles en su habilidad para pautar el tiempo de la narraci¨®n, conforman la imprescindible veladura, la transparencia bajo la que se esconde el trazo original.
Una mujer con atributos. Lillian Hellman. Traducci¨®n de Mireia Bofill y Marta Pessarrodona. Lumen. Barcelona, 2014. 576 p¨¢ginas. 24,90 euros (electr¨®nico: 10,99 euros)
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