Noticias de Fernando del Paso
El gran autor mexicano supera sus limitaciones f¨ªsicas para pedir justicia en su pa¨ªs: "?Presidente Pe?a Nieto, todos somos Ayotzinapa!"
A sus 79 a?os, acribillado por algunas afecciones cerebrales que ¨¦l describi¨® con la minuciosidad de un m¨¦dico, Fernando del Paso, el gran autor mexicano de Jos¨¦ Trigo, Palinuro de M¨¦xico y Noticias del Imperio, pronunci¨® ayer noche las palabras m¨¢s delicadas, profundas y terminantes que hay hoy en la garganta de sus compatriotas mexicanos:
--?Presidente Pe?a Nieto, todos somos Ayotzinapa!
Alud¨ªa el escritor, desde su silla de ruedas, al lado del presidente de Conaculta, su amigo el tambi¨¦n escritor Rafael Tovar y de Teresa, a la situaci¨®n creada por los secuestros de 43 estudiantes en aquella castigada zona del pa¨ªs, donde los narcos han borrado de la esencia de M¨¦xico su car¨¢cter de Estado de Derecho.
Podr¨ªa haber hablado m¨¢s Fernando del Paso, y de hecho en la intimidad de su casa o en los pasillos donde sonr¨ªe y r¨ªe detr¨¢s de sus gafas oscurecidas, el m¨¢s importante de los escritores mexicanos de hoy relata an¨¦cdotas, recuerdos; se refiere a la vida presente y a la vida pasada, y asiste, aqu¨ª, en la Fil, a actividades en las que se le recibe en medio de un homenaje constante.
Pero en esta ocasi¨®n, ante un p¨²blico que, como sucede aqu¨ª, es casi el de un estadio cada vez que se re¨²ne para escuchar, Fernando del Paso ten¨ªa que hablar de Octavio Paz, su amigo del que se cumplen cien a?os, y lo hizo con sus palabras pero no con su voz. Ley¨® su discurso ?ngel Ortu?o, un amigo escritor, porque para esos trotes largos no est¨¢ la voz de este hombre que, por otra parte, en los a?os 70 del siglo pasado era una de las voces m¨¢s lujosas de los informativos en espa?ol de la BBC de Londres.
Ese texto lo hab¨ªa escrito Del Paso en 1994, cuando M¨¦xico viv¨ªa la crisis de Chiapas (recuerdan: el episodio del comandante Marcos) en medio de ¡°la estulticia, la crueldad infinitas¡± de los gobernantes de entonces. Dio escalofr¨ªo escuchar esas palabras del autor minucioso y genial de Noticias del Imperio y echar la vista a los lados de lo que ahora mismo sucede. Aqu¨ª y en muchas partes del mundo.
Sus advertencias incluyeron las propias de Paz: contra las desigualdades, los nacionalismos fan¨¢ticos, el individualismo feroz
Con esa nobleza que da la rectificaci¨®n, adem¨¢s, en este texto que ¨¦l escribi¨® para rendir homenaje a Paz, con quien colabor¨®, y de cuya biblioteca de Guadalajara fue director, el narrador recorre lo que pas¨® con su conciencia civil de los a?os 60 y 70. Entonces, como muchos j¨®venes intelectuales mexicanos (y de otros pa¨ªses del mundo, Espa?a entre ellos), Del Paso deploraba las posiciones de Paz de alerta ante las consecuencias desviadas de la Revoluci¨®n cubana, que pas¨® de practicar la ilusi¨®n a practicar el dogma. Ese ¡°deterioro irreversible¡± del concepto de Revoluci¨®n dio paso al dogma, y a?adi¨®: ¡°Y el dogma sustitu¨ªa al dogma¡±.
Ese ¡°idealismo pueril¡± con el que se recibi¨® el dogma en aquellas edades revolucionarias ¡°se prolong¨® durante muchos a?os¡±. Fue mucho despu¨¦s cuando ¨¦l y otros (aqu¨ª, en el mundo, tambi¨¦n en Espa?a) advirtieron que los avisos de Paz eran en defensa de la libertad; y no era la defensa, como se dijo, de un hombre que se hubiera puesto al lado de los poderosos, ni de los iluminados del libre mercado, sino de la libertad, puramente. Relat¨® nombres (Castoriadis, Sempr¨²n, Savater) para citar a algunos capitanes de la antidemagogia, que, como ¨¦l, hicieron ese viaje de reconciliaci¨®n que Paz acept¨®.
En este punto, Del Paso (que pasaba las hojas de su propio texto mientras las iba leyendo su amigo Ortu?o) relat¨® su intercambio de cartas con Paz; esas cartas sellaron tal reconciliaci¨®n, de la que ¨¦l se honr¨®. Fue una confesi¨®n (que ya hab¨ªa hecho, por otra parte) que son¨® en el Sal¨®n 6 de la Fil (al lado de donde iban a homenajear a Garc¨ªa M¨¢rquez) como un subrayado de las advertencias de este momento, a favor de la libertad, en contra de la demagogia.
Luego hubo, por parte de Del Paso, una reivindicaci¨®n multilateral del car¨¢cter de Paz (ensayista, poeta, observador del arte, antrop¨®logo); pero ¨¦l concluy¨® con la ansiedad pol¨ªtica, o civil, que ahora parece describir los sufrimientos del intelecto de la ciudadan¨ªa, sin que ¨¦sta aprecie los riesgos que corre el aire de la libertad.
Las advertencias de Del Paso incluyeron las propias de Paz: contra las desigualdades, contra los nacionalismos fan¨¢ticos, contra el culto al ¨¦xito, contra el individualismo feroz.
Lo fueron a ver cientos. Por la ma?ana uno de sus m¨¢s acendrados lectores, Claudio Magris, el escritor italiano que recibi¨® ayer mismo el premio FIL, hab¨ªa puesto en el primer plano de sus preferencias literarias Noticias del Imperio; por la tarde, Magris cruz¨® un danubio de cuerpos para llegar hasta donde estaba el acto de Del Paso, para escucharlo.
Cuando termin¨® el mexicano, su amigo italiano se acerc¨® al estrado, tom¨® en sus manos la silla de ruedas para empujarla. Y Magris camin¨® un trecho conduciendo a Del Paso, hasta que los perdimos de vista, yendo ambos hacia un id¨¦ntico horizonte.
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