Desde el m¨¢s all¨¢, Jos¨¦ Saramago los invita a romper sus fusiles
Pilar del R¨ªo, viuda del Nobel portugu¨¦s, presenta 'Alabarda', su obra p¨®stuma e inconclusa contra la industria de las armas
Al final del acto de presentaci¨®n de Alabarda (Alfaguara), la novela p¨®stuma de Jos¨¦ Saramago contra la industria de las armas, su viuda Pilar del R¨ªo respald¨® la proclama que recorre M¨¦xico desde hace dos meses ("Vivos se los llevaron, vivos los queremos", por los 43 j¨®venes de Iguala) pero sugiri¨® un lema alternativo. "Yo les voy a decir c¨®mo pensaba terminar ¨¦l esta novela. Con un sonoro 'vete a la mierda'. Cuando nos quieran enga?ar, no seamos finos y no nos andemos con subterfugios. Primero, antes que nada, digamos: 'Vete a la mierda'".
Del R¨ªo, 64 a?os, una mujer menuda de pelo corto, estuvo sonriente durante la charla. Habl¨® de Saramago con el conocimiento respetuoso del auxiliar de un maestro y con la melancol¨ªa tierna de una mujer que recuerda a su marido. La acompa?aron la periodista mexicana Lydia Cacho y la escritora argentina Claudia Pi?eiro. Cont¨® que su marido sol¨ªa decir que leer un libro es terminar de completarlo. "Pero esta vez se pas¨® un poco". A Saramago la vida no le lleg¨® para terminar Alabarda y le toc¨® a otros componer lo que dej¨® sobre la mesa de su lugar de trabajo: los papeles de una novela inconclusa. Ella se pas¨® un tiempo sin moverlos de ah¨ª: "No los quer¨ªa quitar porque as¨ª sent¨ªa que siempre cab¨ªa la posibilidad de que los viniera a acabar". El libro es un trabajo en conjunto a partir de ese texto sin finalizar. Las ilustraciones son de G¨¹nter Grass. Un texto de acompa?amiento lo firma Roberto Saviano, el reportero italiano que ret¨® a unos degustadores de armas como son los clanes mafiosos de N¨¢poles.
En la presentaci¨®n, la periodista de investigaci¨®n Lydia Cacho llam¨® la atenci¨®n sobre la necesidad de reflexionar sobre la industria del armamento en una tierra tan castigada por la violencia como Am¨¦rica Latina. Mencion¨® las f¨¢bricas de armas de Brasil y las clandestinas de Colombia y M¨¦xico, de donde puso un ejemplo: seg¨²n sus averiguaciones, en el Estado de Michoac¨¢n existen centros de montaje de fusiles AK-47 en los que se adapta el manejo de estas armas a las manos, m¨¢s peque?as, de los campesinos mexicanos. Pi?eiro destac¨® que Alabarda ratifica una vez m¨¢s la coherencia de principios del autor portugu¨¦s: ¡°Sigui¨® hasta el ¨²ltimo momento luchando por esas causas que consideraba necesarias, y el libro contiene tanto su ideolog¨ªa como su prosa exquisita¡±. Del R¨ªo precis¨® que esta obra final tuvo que ver con el compromiso de Saramago con dos vectores de denuncia: la imposici¨®n de dogmas por parte de las religiones y el poder de las armas, que fue lo ¨²ltimo que abord¨®. ¡°Dec¨ªa que no quer¨ªa morirse sin abordar de forma directa por qu¨¦ se hacen armas y c¨®mo estas pueden ser un fracaso social y un fracaso personal¡±.
En una de las pesquisas de informaci¨®n que hizo Saramago para fundamentar el libro supo de una historia reveladora sobre una empresa de armas portuguesa. La compa?¨ªa ten¨ªa que hacer una reconversi¨®n de su estrategia porque le resultaba demasiado caro hacer armas. Alguien propuso que pasasen a hacer electrodom¨¦sticos. ¡°Pero no lo hicieron¡±, dijo Del R¨ªo, ¡°porque para los hombres de poder es m¨¢s importante hacer armas que lavadoras¡±.
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