La Cuba que ya cuenta el cambio
La literatura va por delante de la pol¨ªtica en la isla. Muchos escritores exponen sin miedo su visi¨®n cr¨ªtica del pa¨ªs y retratan el desencanto de su generaci¨®n
Cuba todav¨ªa sigue siendo un pa¨ªs con dos monedas, como la nueva generaci¨®n literaria, separada en dos territorios f¨ªsicos. Los nietos de la revoluci¨®n fueron educados como pioneros en el marxismo-leninismo, en el seno de familias que apoyaron a Fidel Castro, pero esa primera generaci¨®n anticapitalista se cans¨® de escuchar discursos ut¨®picos que poco aportaban sobre la vida cotidiana. Unos se fugaron de esta isla del Caribe, hartos de persecuciones en busca del porvenir, pero otros decidieron quedarse y esquivar la censura desde el coraz¨®n de La Habana, en el marco de lo que algunos te¨®ricos califican como poscomunismo dentro del comunismo. El Granma, ¨®rgano oficial del Partido Comunista, se vocea por las calles, pero la decadencia del r¨¦gimen admite variables diversas: escritores que publican fuera de Cuba y son silenciados dentro, narradores cuyos libros se editan en ambos territorios y una larga lista de ap¨¢tridas que escriben en la distancia. En ambos casos, Cuba protagoniza muchos de sus relatos pero no se leen como retratos amables del r¨¦gimen. Como sus antepasados, todos parecen tocados por esa enfermedad llamada insularidad, esa maldita circunstancia del agua por todas partes, y un fuerte sentido de la pertenencia. Algo que Leonardo Padura resume sencillamente: "El problema de los cubanos es que ni huyendo de Cuba salimos de la isla".
La literatura ya ha contado los grandes cambios que se avecinan tras el anuncio del restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con Estados Unidos. Los escritores j¨®venes ya no tienen la visi¨®n de sus padres. A finales del siglo XX una literatura de indagaci¨®n social y cr¨ªtica comenz¨® a narrar el desencanto y la visi¨®n de la gente, basada tambi¨¦n en el conocimiento de la vida al otro lado del Malec¨®n, el paseo habanero que separa la tierra del mar y cuya esencia es ser frontera org¨¢nica y espiritual del pa¨ªs. Mario Conde, el detective de ficci¨®n creado por Leonardo Padura que radiograf¨ªa moralmente la vida en la isla del Caribe, lleva tiempo recorriendo el mundo y su novela El hombre que amaba a los perros, un relato pormenorizado del asesinato de Trotski, se ha convertido en un ¨¦xito. Fue publicada por Tusquets en Espa?a.
Como algunos de sus colegas, Leonardo Padura (La Habana, 1955), uno de los narradores que mejor representan los nuevos tiempos de la dictadura comunista y la coyuntura actual, viaja por el mundo cuando lo desea. Durante medio siglo los cubanos no pudieron moverse de su pa¨ªs con libertad. La frontera estaba cerrada por ley y tan dif¨ªcil era salir como volver, pero la pol¨ªtica de cambio emprendida por Ra¨²l Castro en enero de 2013 posibilit¨® las entradas y las salidas, aunque todav¨ªa quedan exiliados que algunos califican como de alta intensidad que no consiguen superar las trabas burocr¨¢ticas (m¨¢s bien pol¨ªticas) para moverse por el pa¨ªs. No es el caso de Ronaldo Men¨¦ndez (La Habana, 1970), que pertenece a la categor¨ªa de exiliado de baja intensidad. Vive en Madrid y abandon¨® su pa¨ªs hace dos d¨¦cadas, pero no posee estatus de opositor y sus libros son cr¨ªticos aunque no atacan personalmente a los hermanos Castro. "Entro y salgo con facilidad, lo que provoca resquemores con cierto sector intelectual del exilio de Estados Unidos. Personalmente me interesa mucho la pol¨ªtica, pero no busco el enfrentamiento radical. Hace un a?o que falleci¨® mi padre y pude despedirme de ¨¦l, algo que no pueden hacer todos los que lo deseen". Este a?o ha publicado Rojo aceituna en Espa?a y es autor de una decena de libros, uno de los cuales, Amores desalmados, se public¨® en Cuba en 2011. Rojo aceituna, un recorrido por los pa¨ªses comunistas desde Latinoam¨¦rica a Asia para ver lo que queda del rojo anunciado, se lee como un ¨¢cido libro de viajes.
Padura no vive bajo la amenaza de la censura. Dispone de nacionalidad espa?ola pero sigue viviendo en Cuba porque quiere permanecer cerca de sus "nostalgias y amores". Se define como "un escritor cubano que escribe sobre Cuba. La pertenencia me at¨® a mi pa¨ªs, al Malec¨®n y a mi barrio. Un escritor es su cultura y su lengua", aseguraba Padura en una de sus visitas a Madrid.
En Cuba la moda no existe aunque en la marea callejera se impone el leggins de tonos fluorescentes. En el c¨¦lebre mercado de libros de segunda mano, en la tur¨ªstica plaza de Armas, los iconos no se han renovado en los ¨²ltimos setenta a?os pero algo ha cambiado. Los m¨²sicos callejeros recrean las canciones de Silvio Rodr¨ªguez y las fotos de Korda sobre el Che Guevara comparten estantes de madera con algunos libros de Lezama Lima, t¨ªtulos de Hemingway que recuerdan su paso por la isla junto con ¨¢lbumes de la Revoluci¨®n para ni?os que ya deben ser padres. De la nueva fotograf¨ªa cubana no hay ni un rastro. Entre los libreros de los puestos de segunda mano, la obra de Leonardo Padura y Pedro Juan Guti¨¦rrez recibe piropos. "Son los ¨²nicos escritores que hablan de la realidad del pa¨ªs", dice uno de ellos. Algunos de sus t¨ªtulos se venden all¨ª mismo. En cambio, si se les pregunta por alguno de los prohibidos o silenciados pasan en segundos de la cara de p¨®quer a la inmediata reacci¨®n comercial. "Bueno, ahora no tengo aqu¨ª ese libro de Wendy Guerra pero si lo desea se lo puedo conseguir¡". Los cubanos cuentan que eso mismo pasaba hace a?os con Antes que anochezca, la memorable biograf¨ªa de Reinaldo Arenas que solo se pudo leer fuera del circuito oficial.
En la calle del Obispo, con flamantes librer¨ªas, algunas de varios pisos, atendidas por un buen n¨²mero de funcionarios, tampoco se localizan las ¨²ltimas novedades. Bola?o o Volpi no existen. En las librer¨ªas no hay opciones bajo cuerda, pero en estantes m¨®viles se pueden conseguir revistas culturales hist¨®ricas como La Gaceta de Cuba o El Caim¨¢n Barbudo, entre otras. El escritor Reynaldo Gonz¨¢lez, periodista y uno de los m¨¢s prestigiosos ensayistas cubanos, perseguido durante casi una d¨¦cada por el r¨¦gimen por ser homosexual, ve claros signos aperturistas. En su opini¨®n, la mermada industria editorial local no permite muchos dispendios, pero funcionan distintas casas editoriales donde publican lo mismo escritores j¨®venes que consagrados como Ana Lydia Vega, Jorge Enrique Lage ¡ªsu obra Carbono 14. Una novela de culto, publicada en 2010, hace honor a su nombre¡ª y Mirta Y¨¢?ez, entre otros. Tambi¨¦n se editan libros que llevaban a?os guardados, como Hablando de fantasmas y mucho m¨¢s, de Esther Llanillo, de 86 a?os, jubilada tras treinta a?os como bibliotecaria en la Universidad de La Habana. La narrativa fant¨¢stica se codea ya con la hist¨®rica, g¨¦neros casi marginados en el reino del realismo socialista. "El triunfo de la revoluci¨®n tuvo tal consenso que arras¨® todo. ?Ojal¨¢ se hubiera producido un enfrentamiento ideol¨®gico! En los setenta la izquierda estalinista impuso su criterio y los que no estaban de acuerdo tuvieron que abandonar la plaza camino del exilio. Ahora nadie catequiza sobre c¨®mo debe ser el arte, todo eso forma parte de la historia oficial que se convirti¨® en fracaso. Tampoco al otro lado, la voz del exilio es la misma, muchos tienen hijos que ya ni siquiera hablan espa?ol", cuenta Reynaldo Gonz¨¢lez en su residencia habanera, en el barrio del Vedado, una mansi¨®n destartalada con un jard¨ªn tropical a la entrada que cuida personalmente.
Wendy Guerra (La Habana, 1970) vive en el barrio de Miramar, una de las anta?o zonas residenciales de la ciudad. Su casa ocupa la ¨²ltima planta de un edificio de tres pisos de aspecto destartalado al que se accede tras franquear una verja de seguridad. El interior, decorado en estilo minimalista con sof¨¢ blanco y mecedora de Charles Eames, resulta totalmente acogedor y extra?o en una ciudad donde los edificios parecen a punto de derrumbarse y el asfalto como si no se hubiera tocado desde que Fidel entr¨® en La Habana en 1959. Todo en la cocina es ¨®rganico, y el zumo que ofrece al visitante, natural. Se hizo tremendamente popular gracias a la televisi¨®n, donde presentaba programas, pero hace a?os que fue silenciada por el r¨¦gimen. La gente acostumbrada a verla en pantalla le pregunta por la calle si se ha marchado a vivir fuera de Cuba, a lo que ella responde que vive en el inxilio. Triunfa fuera pero sus novelas no se publican en la isla. Sin embargo, ella decidi¨® permanecer en una sociedad desgastada y dividida: "Es bueno quedarse con lo malo de lo bueno. Aqu¨ª llevo una vida esforzada pero leg¨ªtima. Soy coherente con las herramientas que todo el mundo usa; uso las bibliotecas y voy a los hoteles para entrar en Internet. No podr¨ªa vivir aqu¨ª como un extranjero. No soy una activista pol¨ªtica, sino una escritora", cuenta a velocidad de v¨¦rtigo.
Cuando sale de la isla y se reencuentra con sus compatriotas siente una enorme alegr¨ªa. "Son mis hermanos", aclara. "No entiendo que desde el exilio se nos siga atacando. Los intelectuales est¨¢n llenos de prejuicios, pero ya es hora de declarar el alto el fuego. No podemos seguir repitiendo las historias de nuestros padres".
Graduada en Direcci¨®n de Cine en el Instituto Superior de Arte y alumna de Garc¨ªa M¨¢rquez en su taller de guiones, como escritora se mueve en el territorio de los diarios, y su novela Todos se van, un relato autobiogr¨¢fico de c¨®mo vivi¨® la di¨¢spora de todos sus amigos y conocidos una hija de la Revoluci¨®n, se lee como una de las cr¨ªticas m¨¢s devastadoras del comunismo, escrita desde la visi¨®n de una ni?a.
Wendy Guerra se hizo popular en televisi¨®n pero hace a?os que fue silenciada. Ella dice que vive en el 'inxilio'
Como escritora siente que desarrolla una carrera personal que no pudieron hacer los padres de su generaci¨®n porque ellos nunca pensaron en tener algo suyo en primera persona del singular. "De ni?os no pudimos elegir, fuimos educados en el marxismo con la idea de que nada de lo que ten¨ªamos era nuestro, todo pertenec¨ªa al Estado y yo me rebel¨¦ contra eso". Los d¨ªas en Cuba se parecen mucho, pero, en ese adagio de lo mismo, Guerra saca los temas que pueblan sus libros. Ahora vive dedicada a recibir a los amigos que se fueron y que regresan a la isla a despedirse de sus padres enfermos o directamente a enterrarlos. Y no hablamos de una figura literaria. "Est¨¢ desapareciendo una generaci¨®n, viejos comunistas que apoyaron a Castro y gente que, en algunos casos, se enfrent¨® con sus hijos cuando decidieron marcharse". Quiz¨¢s escriba sobre ese enorme drama en alguno de sus diarios. "Hay muchos infiernos; el socialismo nos ha hecho muy insolidarios".
A caballo entre dos generaciones y entre dos pa¨ªses emerge la figura de Pedro Juan Guti¨¦rrez. Consigui¨® un fil¨®n contando con desgarro su vida er¨®tica, pero sufri¨® la censura y los insultos. "Cuando se public¨® en octubre de 1998 Trilog¨ªa sucia de La Habana en mi pa¨ªs, me echaron a la calle de la revista donde trabajaba y se corri¨® un muro de silencio a mi alrededor. Yo saqu¨¦ fuerzas y me dije a m¨ª mismo: pues, en primer lugar, no me voy a ir a Miami ni a ning¨²n lado, aqu¨ª me quedo porque este es mi pa¨ªs y voy a aguantar el chaparr¨®n". Desde que empez¨® a redactarla su objetivo fue hacer literatura pero nada de entretenimiento. "Quer¨ªa escribir sobre mi vida y sobre la gente que me rodea en Centro Habana. Era una etapa de mucha hambre, miseria, degradaci¨®n. Yo trabajaba como periodista en una revista oficial y, claro, no pod¨ªa escribir nada fuerte. No me dejaban. Creo que todos esos libros (cinco t¨ªtulos) del Ciclo de Centro Habana son una especie de venganza. Cuando escrib¨ª el primer cuento de la trilog¨ªa me dije: 'Ahora yo soy responsable de todo'. Y escrib¨ª a full. Sin importarme lo que pasar¨ªa despu¨¦s", cuenta v¨ªa correo electr¨®nico desde Canarias, donde vive parte del a?o. La trilog¨ªa se ha publicado en una veintena de idiomas.
No soporta que lo etiqueten como el Bukowski cubano. "Mis personajes son mucho m¨¢s vitales, variados, decididos, alegres y sexuales que los borrachitos retorcidos, grises, repetitivos y aburridos de Bukowski. Mis personajes tienen la vitalidad del tr¨®pico, la testosterona (y los ¨®vulos efervescentes) y la gracia del Caribe. Son mis vecinos, la gente que me rodea. La gente que te vas a encontrar si paseas un poquito por Centro Habana ahora mismo y los que te seguir¨¢s encontrando dentro de 20 o 30 a?os". Ha terminado una novela titulada Fabi¨¢n y el caos que se desarrolla en Matanzas en los a?os sesenta y setenta del siglo pasado, con un Pedro Juan adolescente y joven y uno de sus amigos de esa ¨¦poca.
Se muestra cauto con los cambios anunciados. "Estoy de acuerdo en que sean lentos, graduales, bien pensados y sobre todo que los mediten bien para que puedan seguir adelante, abriendo la sociedad a la modernidad. Fueron muchas d¨¦cadas de mucha cerraz¨®n, de muchas prohibiciones, y eso genera un caldo de cultivo nefasto, sobre todo entre los j¨®venes". A su juicio, lo principal en este momento ser¨ªa "activar la econom¨ªa y los derechos individuales y el acceso a la modernidad en todos los sentidos. No podemos seguir viviendo en un coto cerrado. No tiene sentido y es anacr¨®nico¡±.
10 libros para entender la Cuba de hoy
NARRATIVA
Trilog¨ªa sucia de La Habana.?Pedro Juan Guti¨¦rrez. Anagrama, 1988.
Todos se van. Wendy Guerra. Bruguera, 2006 (reeditado este a?o por Anagrama).
La fiesta vigilada. Antonio Jos¨¦ Ponte. Anagrama, 2007.
Carbono 14. Una novela de culto. Jorge Enrique Lage. Ediciones Altazor, 2010.
Hablando de fantasmas y mucho m¨¢s. Esther D¨ªaz Llanillo, Editorial Letras Cubanas, 2011.
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ENSAYO
El mapa de sal. Un postcomunista en el paisaje global. Iv¨¢n de la Nuez. Mondadori, 2001 (reeditado por Perif¨¦rica en 2010).
Tumbas sin sosiego. Revoluci¨®n, disidencia y exilio del intelectual cubano. Rafael Rojas. Anagrama, 2006.
Fantas¨ªa roja. Los intelectuales de izquierdas y la Revoluci¨®n cubana. Iv¨¢n de la Nuez. Debate, 2006.
Rojo aceituna. Un viaje a la sombra del comunismo.?Ronaldo Men¨¦ndez. P¨¢ginas de Espuma, 2014.
El viaje m¨¢s largo. En busca de la cuban¨ªa extraviada. Leonardo Padura. Nuevos Emprendimientos Editoriales, 2014.
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