A favor y en contra de ¡®Loreak¡¯
Espl¨¦ndida pel¨ªcula de una delicadeza monumental, asentada en una terna de actrices que miran al espectador de frente, sin reparos
Arte sin fuegos artificiales. Por Toni Garc¨ªa
La met¨¢fora floral como term¨®metro de las emociones es algo que se ha explorado de forma colateral en pel¨ªculas como El ladr¨®n de orqu¨ªdeas, e incluso en los paisajes del cine negro y el drama, con la rosa roja o la inevitable corona funeraria como iconos imperecederos. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la excusa rom¨¢ntica o postmortem, la flor no ha ocupado nunca un rol m¨¢s prominente que en Loreak, espl¨¦ndida pel¨ªcula de una delicadeza monumental, asentada en una terna de actrices que miran al espectador de frente, sin reparos.
Rodada en euskera y sin m¨¢s ambici¨®n de que la de hacer cine, Loreak es un ejemplo de lo emocionante que puede resultar el s¨¦ptimo arte cuando se le despoja de los fuegos artificiales. La historia de tres mujeres cuya vida se agita con la llegada de un ramo de flores an¨®nimo, crece gracias a una direcci¨®n precisa, y a veces perversa, que traslada al p¨²blico la desazonadora inquietud de ese tr¨ªo femenino. Seguramente, nunca el verbo ¡®aflorar¡¯ (con perd¨®n por la obviedad) ha tenido tanto sentido como en este filme donde el recuerdo y el olvido (o las ganas de olvidar) se meten en un cuadril¨¢tero para atizarse hasta que s¨®lo quede uno.
Loreak es la segunda criatura en pantalla grande de dos cortometrajistas de largo recorrido, Jos¨¦ Mari Goneaga y Jon Gara?o, que consiguen controlar el tempo del filme con tal precisi¨®n que es imposible, cuando la pel¨ªcula llega a su fin, no seguir pensando en esas flores, de las m¨¢s poderosas que un servidor recuerda haber visto en una sala oscura.
Mejor dejarla estar. Por Borja Hermoso
Resulta incre¨ªble ¨Cy casi personalmente molesto, pero son necesidades del guion- tener que figurar bajo el ep¨ªgrafe ¡®En contra al reflexionar sobre esta pel¨ªcula. El caso es que no tengo nada especialmente en contra de Loreak. Sin embargo¡ mejor dejarla estar. S¨ª, de acuerdo, seguro que por razones m¨¢s intangibles que otra cosa. Seguro que por cosas vividas, o peor, sufridas, a uno Loreak le pone de los nervios. No es la frase hecha, ¡°poner de los nervios¡± en el sentido de molestar, enfadar, jorobar¡ no. Es en el sentido de perturbar, de llevar al borde de precipicios. Y quiz¨¢, aquella tarde, en el cine semivac¨ªo, no estaba uno para perturbaciones extras. Puede que este sea uno de esos ejemplos de un espectador de cine que no est¨¢ en el lugar adecuado en el momento adecuado. Peor para ¨¦l, en este caso, para m¨ª.
La factura es impecable. Los actores est¨¢n en su punto, sin estridencias como es de ley en un relato as¨ª, duro, tajante, sin concesiones. El poder de evocaci¨®n es tirando a ilimitado y el guion no tirando sino directamente inquietante. Mucho. Jose Maria Goenaga y Jon Gara?o presentan credenciales s¨®lidas para, por lo menos, estar muy atentos a su recorrido. Pero¡ pero¡ me encontr¨¦ demasiados tiempos muertos en Loreak. Y puede que sean uno de sus capitales, y hasta es muy probable que no sean muertos, pero queda claro que este espectador no los supo saborear. Sencillamente: esta pel¨ªcula habla de cosas demasiado dif¨ªciles. Es una pel¨ªcula oscura y valiente. El problema es que hay espectadores oscuros y cobardes.
Babelia
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