Investigaciones de un detective artista
El brit¨¢nico Simon Starling entra en la historia del Museo Experimental El Eco y en una de las casas de Luis Barrag¨¢n en M¨¦xico para dar un giro a los azares del pasado
Muchos artistas de hoy realizan un tipo de trabajo que parecer¨ªa mezclar las labores del arque¨®logo con las del detective. Por un lado, est¨¢ el tema recurrente del pasado y sus restos materiales (documentos, artefactos, herramientas y dem¨¢s muestras de vida humana pret¨¦rita), y, por otro, un m¨¦todo de b¨²squeda que consiste, b¨¢sicamente, en atar cabos. As¨ª que a estos artistas quiz¨¢ no se los vea excavando la tierra para encontrar algo que nadie hab¨ªa visto, pero s¨ª se los puede seguir en sus pesquisas a trav¨¦s de colecciones y archivos de donde saldr¨¢n las pistas que finalmente derivar¨¢n en una obra, o varias. Uno de los artistas que as¨ª operan, y desde hace muchos a?os, es el ingl¨¦s Simon Starling. Como ¨¦l mismo lo explica: ¡°Casi todo lo que hago est¨¢ vinculado con el pasado, pero para m¨ª s¨®lo es interesante si tiene sentido en este momento¡±. Es decir que, de nuevo, no se trata de desenterrar historias s¨®lo por el gusto de hacerlo sino de encontrar la manera de que esas historias, nos dice, ¡°cobren vida en el presente¡±.
Para Starling, un proyecto puede comenzar de una manera totalmente inesperada, el d¨ªa en que alguien le cuenta, por ejemplo, que Henry Moore, a quien ¨¦l admira, viaj¨® a M¨¦xico en los a?os cincuenta e inspirado en los gigantescos judas y calacas de papel mach¨¦ que decoraban la casa de Diego Rivera, hizo al vuelo en su cuaderno unos dibujos que llamar¨ªan la atenci¨®n de Mathias Goeritz, quien m¨¢s tarde los reproducir¨ªa, a gran escala, sobre una de las paredes de El Eco. Esta an¨¦cdota llev¨® a Starling a M¨¦xico y ah¨ª a bucear en los archivos de este ¡°museo experimental¡± que Goeritz concibi¨® como un lugar que deb¨ªa definirse menos por sus funciones espec¨ªficas ¡ªaunque las ten¨ªa, pues era a la vez galer¨ªa y bar¡ª que por su capacidad para afectar directamente el estado de ¨¢nimo del visitante, al ponerlo en una situaci¨®n emocional cercana al arrobamiento que puede experimentarse en una iglesia. Y el trabajo que presenta hasta el 22 de marzo Starling en la sala principal de El Eco parece, en efecto, estar precedido por una especie de fervor, pues se trata de un v¨ªdeo-homenaje proyectado sobre un muro de escala similar al que se encuentra en el patio (y sobre el que el alem¨¢n plasm¨® su famoso Poema pl¨¢stico), donde se mezclan fotograf¨ªas de la ¨¦poca de la apertura del museo, ocurrida en 1953, con im¨¢genes en movimiento captadas en la actualidad: largas tomas que avanzan por el espacio con el prop¨®sito de tal vez acentuar ese car¨¢cter de ¡°estructura po¨¦tica que nos va llevando de asombro en asombro¡±, del que habl¨® alguna vez el pintor Michel Seuphor. La mayor sorpresa aqu¨ª, no obstante, es la aparici¨®n en c¨¢mara de la actriz Pilar Pellicer, a quien Goeritz invit¨® a bailar frente al mural de Moore, para promover, mediante unas fotograf¨ªas, la idea de que El Eco era un sitio de confluencia de las artes. As¨ª, en el v¨ªdeo vemos a la jovenc¨ªsima Pellicer sosteniendo distintas poses de ballet, seguida de la Pellicer de hoy que busca repetir las posturas con la misma gracia de entonces pero con el esfuerzo a?adido de una mujer de 76. La narrativa visual de ¡°el entonces y el ahora¡± nos remite de este modo al eco al que realmente alude el t¨ªtulo de la obra: pues lo que vemos no es otra cosa que el eco de El Eco.
Como har¨ªa un detective, recoge todos los hilos y nos presenta la historia completa. Y como un arque¨®logo, nos hace ver por qu¨¦ el pasado importa
Y por azares del destino Starling lleg¨® tambi¨¦n a la que en vida fuera la casa del arquitecto Luis Barrag¨¢n. Y aqu¨ª reelabor¨® una historia no menos curiosa que la otra. Se sabe que a Barrag¨¢n le gustaba controlar hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle de las casas que constru¨ªa. Pero con la que hizo para el empresario Eduardo Prieto L¨®pez lleg¨® al extremo no s¨®lo de prohibir el uso de la elegante vajilla de plata inglesa de la familia, sino que la mand¨® a fundir para usar el metal en el dise?o de unos platones m¨¢s acorde con la sencillez de su arquitectura. Este episodio inspir¨® a Starling para repetir el ejercicio, invitando nuevamente a un platero a derretir piezas de plata existentes y con ese material dar forma a unas r¨¦plicas de uno de los platones que finalmente se usaron en la Casa Prieto. Adem¨¢s de estas piezas, en Casa Barrag¨¢n puede verse una serie de placas de plata sobre las cuales Starling, recurriendo a la antiqu¨ªsima t¨¦cnica del daguerrotipo, ha impreso distintas im¨¢genes tomadas de la propia casa; por ejemplo, el panel dorado de Mathias Goeritz que decora el descanso de la escalera. Es interesante que el artista haya utilizado la casa de Barrag¨¢n como laboratorio (en el sentido fotogr¨¢fico y en el de usar el espacio para experimentar), pues todas las piezas de la exposici¨®n fueron realizadas en alguna de las habitaciones de la casa. Y lo que nos muestra al final no son ¨²nicamente los platones y las placas terminadas, sino el conjunto completo de la investigaci¨®n: desde la m¨¢quina de los daguerrotipos hasta las herramientas del platero. Como har¨ªa un detective, recoge todos los hilos y nos presenta la historia completa. Y como un arque¨®logo, nos hace ver por qu¨¦ el pasado importa.
El Eco. Museo Experimental El Eco. Sullivan, 43. Colonia San Rafael. Ciudad de M¨¦xico. Hasta el 15 de marzo. Bowls, Plates. Casa Estudio Luis Barrag¨¢n. General Francisco Ram¨ªrez, 12-14. Colonia Ampliaci¨®n Daniel Garza.Ciudad de M¨¦xico. Hasta el 22 de marzo.
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