La desesperada estirpe de Beethoven
Xavier G¨¹ell traza una genealog¨ªa del arte entre el compositor y Mahler en su libro ¡®La m¨²sica de la memoria¡¯
Beethoven se?al¨® el camino junto al Danubio. Mahler, de alguna manera, lo hizo desembocar en un oc¨¦ano que traspasa lo futurible. Xavier G¨¹ell (Barcelona, 1956), m¨²sico pasional, ahora escritor tard¨ªo de ecos tan arm¨®nicos como dodecaf¨®nicos, ha querido trazar un ¨¢rbol geneal¨®gico del genio musical con siete ramas de la misma familia: tres parejas de temperamento ultrasensible ¡ªlas compuestas por Beethoven y Schubert, Schumann y Brahms, Liszt y Wagner¡ª y un hijo prodigio salido a partes iguales de todos ellos: Gustav Mahler. Lo hace en La m¨²sica de la memoria (Galaxia Gutenberg), un extraordinario manual de dif¨ªcil clasificaci¨®n, que mezcla la ficci¨®n con la musicolog¨ªa, la narrativa con la historia, el drama con las notas que cada uno de ellos esparcieron como semillas de civilizadora identidad art¨ªstica desde Centroeuropa, sobre todo, al resto del mundo.
G¨¹ell es un catal¨¢n residente en Madrid con marcados arrebatos austroh¨²ngaros y germ¨¢nicos. Se busca y se encuentra con sombrero donde menos lo espera. Estudia obcecadamente partituras y promociona con un entusiasmo de contagio y una generosidad de mecenas arrebatado a compositores vanguardistas. A menudo, camina moviendo las manos con el tron¨ªo de una sinfon¨ªa en su cabeza, mientras se le cae la ceniza de un puro. Ahora se ha entregado al misterio de la palabra: ¡°Este es un testimonio susurrado al o¨ªdo. Beethoven estaba convencido de que la m¨²sica era la voz de Dios y los siete compositores del libro de alguna manera siguen ese exordio. Ahora bien, una cosa es que la m¨²sica sea ese lenguaje que nos descubre lo divino y otra, que los hombres, muchas veces, sepamos interpretarla. Si no, mira los cerdos de los nazis, grandes mel¨®manos, s¨ª, pero no ten¨ªan idea de lo que se tra¨ªan entre manos¡±.
Escuchar y digerir lo que se escucha puede acarrear m¨²ltiples y velados riesgos. La m¨²sica de la memoria encierra claves que conducen a la senda correcta: ¡°Coloca a todos ellos en un cruce de caminos determinante para que tomen la iniciativa de contar sus vidas al lector¡±.
El de Beethoven comienza pidiendo tiempo de descuento para acabar su d¨¦cima sinfon¨ªa y mandando a buscar a Schubert, a quien consideraba su sucesor tras haber escuchado su sobrecogedor Viaje de invierno. A este joven impetuoso y bipolar, lo muestra poco antes de morir a los 31 a?os de s¨ªfilis, mientras su hermanastra Josefa, de 13 primaveras, le le¨ªa El ¨²ltimo mohicano. Es entonces cuando Schubert halla la armon¨ªa para comprender su pertinaz desequilibrio entre la luz y las tinieblas y la valent¨ªa para saberse homosexual y enamorado de quien fue el hombre de su vida: un fascinante, atl¨¦tico y mefistof¨¦lico Franz von Schober.
Otra historia fascinante es la del complejo encaje en tr¨ªo entre Schumann; su mujer, Clara, y su heredero Brahms, ¡°a quien el primero no solo le traspasa el relevo de su arte, sino tambi¨¦n, finalmente, el de su familia, un peso que dif¨ªcilmente pudo soportar¡±, comenta G¨¹ell. La tumultuosa rueda de rupturas, apoyos y alianzas entre Wagner y su suegro Liszt, quien, seg¨²n el autor, ¡°tens¨® de tal forma las posibilidades de la m¨²sica al piano que ni su propio yerno supo seguirlo¡±.
Y, finalmente, Mahler, de vuelta a Europa desde Nueva York en un transatl¨¢ntico, transido de rabia por la traici¨®n de su esposa Alma con el arquitecto Walter Gropius y dudando si dejar para la posteridad el esbozo inacabado de su D¨¦cima sinfon¨ªa. ¡°Aquella obra conten¨ªa un camino de no retorno con sus dos adagios iniciales y un acorde central de nueve tonos. Sin saberlo, o acaso intuy¨¦ndolo, estaba plasmando tres a?os antes de la Primera Guerra Mundial lo que fue un siglo apocal¨ªptico¡±, relata G¨¹ell.
?Por qu¨¦ memoria y no testimonio? ?Por qu¨¦ la voz de Dios, a su juicio, y no la de un nuevo hombre? ¡°Beethoven marca el camino que todos ellos van a seguir. Esta es una memoria acumulada de siete voces que nos hablan y nos cuentan, dichosa y desesperadamente, que el de la m¨²sica es el camino de salvaci¨®n. No un mero disfrute emocional, sino la respuesta interior que cada uno de nosotros halla en ella a los grandes misterios de la vida, sin que se pueda explicar m¨¢s que sinti¨¦ndola¡±. Pero, para eso, repite G¨¹ell, hace falta saber escuchar. ¡°Cada uno de ellos, lo ¨²nico que ha pretendido, es dar sentido a aquella voz que anunci¨® Beethoven¡±. Lo que hace ¨¦l para descifrarla en su libro es contagiar y revelar la verdad callada de la gran m¨²sica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.