Los tiempos de la ira
Una de las grandes novelas pol¨ªticas de la literatura, ¡®Las?uvas?de la ira¡¯, de John Steinbeck, describe con precisi¨®n la devastaci¨®n del mundo de hoy
Una familia se ve obligada a abandonar su casa, desahuciada por el banco, y viaja a otro lugar en busca de una vida mejor. Al final de la traves¨ªa, sin embargo, esa familia descubre que el lugar al que ha llegado no es ni mucho menos el para¨ªso: sus habitantes les insultan y les rechazan por intrusos, no encuentran una casa en la que asentarse, no hay demasiado trabajo y los salarios son tan miserables que no les permiten vivir con dignidad: ¡°Suponte que t¨² ofreces un empleo y s¨®lo hay un t¨ªo que quiera trabajar. Tienes que pagarle lo que pida. Pero [¡] sup¨®n que haya cien hombres interesados en el empleo; que tengan hijos y est¨¦n hambrientos. [¡] Imag¨ªnate que con cinco centavos, al menos, se pueda comprar algo para los cr¨ªos. Y tienes cien hombres. Ofr¨¦celes cinco centavos y se matar¨¢n unos a otros por el trabajo¡±.
?Hay alguna novela escrita recientemente, en cualquier lengua, que describa con tanta precisi¨®n el mundo en el que vivimos, los ¨¦xodos migratorios y la devastaci¨®n laboral derivada de la crisis econ¨®mica de 2008? Probablemente, no. ?sta habla de nosotros, de nuestra sociedad, de nuestros d¨ªas, pero fue escrita en 1939 por John Steinbeck. Las uvas de la ira es una de las grandes novelas pol¨ªticas de la historia de la literatura y conserva, adem¨¢s, todo su vigor narrativo: despu¨¦s de haberla le¨ªdo, como despu¨¦s de haber le¨ªdo Los hermanos Karamazov o Cien a?os de soledad, uno tiene la sensaci¨®n de que le ha pasado un tren por encima.
No se trata de una novela ideol¨®gica. Aunque fue prohibida, quemada p¨²blicamente y calificada de manifiesto comunista, s¨®lo difunde lo que predican la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, los Evangelios y cualquier libro de paz: la dignidad humana y la justicia social. Sus h¨¦roes ¨¦picos son seres mansos y laboriosos. Buscan un trabajo con el que poder alimentarse y pagar una casa humilde.
Aunque fue prohibida y calificada de comunista, la novela solo difunde lo que predican los Derechos Humanos y los Evangelios
Tres a?os antes de publicar la novela, Steinbeck hab¨ªa realizado para The San Francisco Sun una serie de magistrales cr¨®nicas sobre la Am¨¦rica de la Gran Depresi¨®n, reunidas luego en Los vagabundos de la cosecha (Libros del Asteroide, 2007). La realidad que el autor conoci¨® en aquel encargo period¨ªstico fue la materia prima de Las uvas de la ira: hechos hist¨®ricos, personajes de carne y hueso, miserias verdaderas.
Hay, sin duda, en la novela algo que hoy sigue siendo realmente subversivo: el convencimiento de que en determinadas circunstancias la violencia es el ¨²nico modo de alcanzar justicia o de seguir peleando por ella. El t¨ªtulo est¨¢ tomado de un pasaje elocuente: ¡°En los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas, las uvas de la ira se est¨¢n llenando y se vuelven pesadas, [¡] listas para la vendimia¡±. Tom Joad, el joven protagonista al que puso rostro Henry Fonda en la pel¨ªcula de John Ford, ha estado en la c¨¢rcel por un homicidio y vuelve a matar ahora, en un instante de c¨®lera, a un guardi¨¢n violento que protege los intereses de los ricos. Steinbeck ¡ªsu discurso moral¡ª no le condena. El lector tampoco, pues comprende que, en el mundo nada irreal de la novela, ¨¦sa es la ¨²nica v¨ªa que les queda a los desharrapados para defenderse.
Las uvas de la ira tiene un final prodigioso que mezcla el horror y la esperanza: la hija mayor de la familia Joad, que por sus p¨¦simas condiciones de vida acaba de dar a luz a un beb¨¦ muerto, amamanta con su leche a un hombre que est¨¢ agonizando por el hambre. Todas las grandezas y las desventuras de la naturaleza humana en un solo gesto simb¨®lico.
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