El futuro del jazz en Espa?a est¨¢ en sus manos
El desierto musical que era Espa?a ha quedado atr¨¢s. Decenas de j¨®venes triunfan con discos y giras en un g¨¦nero que viven como una religi¨®n. Los nov¨ªsimos del jazz espa?ol
"Espa?a es un desierto para el jazz". Las palabras del cr¨ªtico Leonard Feather, con las que saldaba la aportaci¨®n de nuestro pa¨ªs al noble arte de la s¨ªncopa, quedan muy lejos en el tiempo. El desierto de ayer es hoy un f¨¦rtil valle con los ¡°nov¨ªsimos¡± del jazz espa?ol: ¡°Tocar jazz es una religi¨®n¡±, puntualiza uno de ellos, el saxofonista Javier Vercher, residente en Valencia. ¡°Sabes que nunca te vas a hacer rico, pero est¨¢s haciendo lo que tienes que hacer¡±.
Busc¨¢ndose la vida
Ser o no ser m¨²sico de jazz. Noa Lur (Ainhoa Vidaurreta) cambi¨® su pl¨¢cida existencia de ejecutiva discogr¨¢fica por la mucho m¨¢s agitada vida de cantante de jazz: ¡°Uno no decide ser m¨²sico de jazz. Sencillamente, no puedes hacer otra cosa¡±. Para la rubicunda cantante, como para la mayor¨ªa de los entrevistados, el jazz ha sido un amor a primera vista: ¡°Siempre he so?ado con cantar jazz¡±, aclara. ¡°Sin motivo, sin ninguna raz¨®n, porque s¨ª, o porque el jazz es un lugar de encuentro en el que puedes juntar todo lo que te gusta, a Sarah Vaughan con Tina Turner y con Black Sabath, y nadie te va a decir que no puedes hacerlo. Al final, se trata de jugar y romper alguna estructura¡±.
En el caso de Marco Mezquida, el jazz empez¨® constituyendo una forma de escapar de la rutina: ¡°Me ha dado la vida, literalmente, me hace feliz pensar en todo lo que no he hecho gracias al jazz, por ejemplo, no he tenido que picar piedra¡±. El pr¨®ximo 4 de agosto, el menorqu¨ªn, de 28 a?os, ofrecer¨¢ su primer concierto en solitario en el Palau de la M¨²sica barcelon¨¦s: ¡°De ni?o escuch¨¦ a Keith Jarrett en solitario y dije: ¡®Quiero ser como ¨¦l¡¯. Y aqu¨ª estoy¡±. Marco frente al mundo en el templo de la m¨²sica en Catalu?a: ¡°Tocar sin acompa?amiento en un lugar como el Palau es un viaje. No puedes saber lo que va a ocurrir. Puede que te salte la vena l¨ªrica, o que el cuerpo te pida algo m¨¢s punk, a lo mejor termino tocando Fly Me to the Moon, qui¨¦n sabe¡±.
Pero Marco tiene claro que si ha llegado hasta aqu¨ª es por un motivo: ¡°Para tocar jazz, lo primero es confiar en uno mismo; hay que hacer las cosas con pasi¨®n, salir todos los d¨ªas de casa a defender la m¨²sica, la propia y la de los otros; entender que uno est¨¢ al servicio del arte, y no al rev¨¦s. Al final, hacer m¨²sica es un acto de amor y de humildad. Es decir a la gente: ¡®Yo hago esto, y si no gusta y no me llama nadie, seguir¨¦ haci¨¦ndolo¡±.
Discograf¨ªa del nuevo jazz espa?ol
The North Atlantic Jazz Connection:?Element to Evasion (Free Code , 2014).
Aarti:?Tritonia (Quadrant, 2014).
Carlos L¨®pez:?Letters From K?benhavn (Jazz Activism, 2015).
Dani Juarez:?Caminos (Free Code, 2014).
Sinouj:?La fiche (Fundaci¨®n SGAE, 2014).
Marco Mezquida:?Live in Terrassa (Underpool, 2015).
Javier Vercher, Ferenc Nemeth:?Imaginary realm (Dreamers Collective, 2013).
Marta S¨¢nchez Quintet: ?Partenika (Fresh Sound New Talent, 2015).
Ernesto Aurignac Orchestra: ?Uno (Moskito, 2014).
Noa Lur:?Badakit (Youkali, 2013).
Carlos Falanga:?Gran coral (Underpool, 2015).
Luc¨ªa Mart¨ªnez:?De viento y sal (Karonte, 2014).
Alex Conde:?Descarga for Monk (Zoho, 2015).
Yul Ballesteros:?Nine tales from the inner space (Yul Ballesteros, 2015).
Ander Garc¨ªa:?Ttun-Kurrun (Errabal, 2014).
Diego Barber y Craig Taborn:?Tales (Sunnyside Records, 2014).
Contra todo y contra todos. Antonio Miguel (Zaragoza, 1978) lleva una vida tratando de compaginar la vida familiar con la religi¨®n del jazz: ¡°Para quien est¨¢ contigo resulta dif¨ªcil entender que no estamos de fiesta, sino trabajando; o que sus vacaciones son el periodo en el que m¨¢s trabajo hay para un m¨²sico¡ Yo he tenido suerte: mi mujer me entiende perfectamente. Por eso me cas¨¦ con ella¡±. To?o, como es conocido en los ambientes del jazz madrile?o, acaba de ser padre por segunda vez: ¡°Todos estamos pluriempleados, y los que somos padres, m¨¢s. Uno puede sobrevivir tocando jazz siempre que est¨¦ metido en muchos proyectos, cuantos m¨¢s, mejor. La ventaja, en mi caso, es que todo el mundo necesita un contrabajo, y no hay tantos en el mercado¡±.
¡°La vida del jazz es un puro caos, siempre arriba y abajo¡±, puntualiza Noa. ¡°Por ejemplo, yo tengo mi propio cuarteto, el d¨²o con el guitarrista Eliseo Lloreda, canto en una big band y en un coro g¨®spel, doy clases de canto¡ puede ocurrir que un d¨ªa tenga un ensayo a las tres de la ma?ana, luego una clase, y luego tenga que salir pitando para dar un concierto en el otro extremo del pa¨ªs. La suerte es que todo me encanta¡±.
Hoy por ti, ma?ana por m¨ª. La solidaridad en el jazz adquiere valor de ley: ¡°Aqu¨ª no hay rencillas ni envidias¡±, insiste Noa. ¡°Todo el mundo colabora con todo el mundo y nos ayudamos entre nosotros¡ ser¨¢ porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer¡±. Solidarios y solitarios. La religi¨®n del jazz exige sacrificios: ¡°Somos como una farmacia de guardia abierta las 24 horas¡±, reflexiona To?o Miguel, ¡°siempre dispuestos y con la maquinaria a punto. Tu vida es un constante ir de un escenario a otro; llegas a un lugar, tocas y, al d¨ªa siguiente, vuelta a empezar. Cada d¨ªa es un proyecto diferente; no hay tiempo para asentar una idea o elaborar un repertorio y, claro, llega un momento en que la cabeza no te da para m¨¢s¡±.
Condenados al pluriempleo
La llamada de Babelia sorprende al malague?o Ernesto Aurignac, camino de una prueba de sonido. Esta noche tiene concierto y quiere dejarlo todo a punto: ¡°El secreto para sobrevivir tocando jazz es estar con el saxo en la boca todo el d¨ªa¡±, asegura. ¡°Ir donde te llaman, hacer contactos, tocar en millones de bolos, meterte en todas las jams¡, al final, estar¨¢s tocando tu m¨²sica un d¨ªa a la semana, y los seis restantes, lo que salga¡±.
Frente a la dispersi¨®n de muchos, el saxofonista Pablo Hern¨¢ndez prefiere concentrarse en su proyecto vital: ¡°Mi objetivo consiste en reunir bajo un mismo techo todas las experiencias que he tenido a lo largo de mi vida¡±. Nacido en Badajoz y residente en Madrid, Hern¨¢ndez estudi¨® filolog¨ªa ¨¢rabe en Salamanca y T¨²nez ¡ª¡°pon que tambi¨¦n tengo un m¨¢ster en Relaciones Internacionales de la Universidad de Saint Joseph en Beirut, que esas cosas molan¡±¡ª. Estudios aparte, el jazzista pacense contempla el futuro con escepticismo: ¡°La cosa est¨¢ complicada, entre el verano, que viene flojo, y los cach¨¦s, que siguen a la baja. No te digo si, encima, tocas una m¨²sica diferente. En Francia o en B¨¦lgica ven a un m¨²sico de jazz tocando una flauta ney y les parece normal; aqu¨ª, deciden que no es jazz. Yo considero la tradici¨®n como un libro abierto a otros estilos. Wynton (Marsalis) no opina lo mismo, pero yo s¨ª. Y ya no hablo de los festivales¡ para ellos, directamente, no existimos¡±.
CONSTELACIONES (Monodrama) from Al Brenes on Vimeo.
Alejarse de la convenci¨®n tiene sus riesgos, y, si no, que se lo digan a los madrile?os Monodrama. Sus componentes se conocieron en Rotterdam: ¡°Compart¨ªamos el mismo piso, vimos que ten¨ªamos los mismos gustos musicales, as¨ª que decidimos juntarnos¡±. De Rotterdam a Malasa?a, los integrantes de Monodrama se definen como una ¡°banda de culto¡±: ¡°Ante todo, somos una banda de verdad, algo que es muy dif¨ªcil encontrar en el jazz¡±, puntualiza Alberto Brenes, que cumple las funciones de baterista en el tr¨ªo. ¡°Huimos del clich¨¦, somos serios, nos gusta el jazz n¨®rdico y tratamos de ser lo m¨¢s honestos posible¡±. Eso s¨ª: las posibilidades de escucharles en directo se cuentan con los dedos de la mano, pero David, Alberto y Mauricio lo consideran una bendici¨®n: ¡°Si toc¨¢ramos todas las semanas perder¨ªamos la calma¡±.
Vivir o no vivir del jazz. Para Brenes, esa no es la cuesti¨®n: ¡°Lo que hay que hacer es trabajarse la escena, implicar a la audiencia con una m¨²sica que se sale de las pautas establecidas, y eso nos corresponde a nosotros, porque dependemos de los clubes de jazz, y, por mucho que queramos, no son instituciones de caridad¡±.
La geograf¨ªa del jazz
F¨¦lix Rossy responde a la llamada tumbado sobre una mesa de masaje mientras es atendido por tres amigas. Un momento y un lugar como cualquier otro para hablar de jazz¡ ¡°El dinero, para m¨ª, es algo secundario¡±, asegura. ¡°Lo que me importa es tocar cada d¨ªa mejor¡±.
Hijo de m¨²sico, este trompetista de 21 a?os lleva unos meses dedicado a corregir defectos y mejorar el sonido de su instrumento. A finales de julio tiene previsto reanudar sus conciertos junto al baterista israel¨ª Ofri Nehemya: ¡°Para quien quiera tocar jazz, Barcelona funciona. Hay un mont¨®n de m¨²sicos motivados, mucho intercambio de informaci¨®n, s¨®lo fallan los locales, que no hay, salvo el Jamboree y alg¨²n otro¡±. En noviembre de 2013, F¨¦lix Rossy y Marco Mezquida presentaron su primer disco a d¨²o en el susodicho Jamboree Jazz Club: ¡°No es s¨®lo que haya pocos clubes¡±, opina el segundo, ¡°sino que la calidad del trabajo se ha deteriorado, tanto que los que antes te daban 70 euros por un bolo, ahora te dan 30, y los que te daban 30, ahora van a taquilla¡±.
Venturas y desventuras del m¨²sico de jazz en Espa?a
Desde su aparici¨®n en tiempos de la Transici¨®n, las escuelas de jazz en nuestro pa¨ªs vienen vomitando un n¨²mero in crescendo de instrumentistas y compositores para quienes el jazz es, m¨¢s que una profesi¨®n, una religi¨®n. Son las nuevas hornadas del jazz made in Spain: j¨®venes, pero suficientemente preparados. Su futuro es tan incierto como su presente.
Excluido de los grandes festivales dedicados al g¨¦nero, el joven jazzista nacional tiene en el club su opci¨®n m¨¢s recurrente y casi ¨²nica, am¨¦n de econ¨®micamente ruinosa. Se sabe abandonado a su suerte por las administraciones p¨²blicas, tan poco dadas a reconocer su esfuerzo desinteresado: las excepciones, que las hay, confirman la regla. Enfrentado a una escena exigente como pocas, el joven jazzista termina ofreciendo sus servicios al mejor postor, ll¨¢mese ¨¦ste Alejandro Sanz o Nach, bien arrimando el ascua de su sardina a otros g¨¦neros musicales con m¨¢s ¡°salida¡±, caso del flamenco; lo que, en algunos cen¨¢culos, est¨¢ considerado como una claudicaci¨®n. No falta quien emprende el camino en busca de horizontes m¨¢s saneados sin saber lo que le espera al final del camino. Las m¨¢s de las veces, la aventura americana o berlinesa tiene fecha de caducidad, una vez el interesado ha comprobado el car¨¢cter universalmente minoritario del g¨¦nero. Vivir del jazz exige sacrificios en Madrid como en Nueva York o Tokio.
La visibilidad del m¨²sico de jazz pasa por su aparici¨®n en alguna de las revistas especializadas dedicadas al g¨¦nero, todas ellas digitales. Su alcance es, en casi todos los casos, limitado. Nada puede esperar de las emisoras de Radio y televisiones convencionales: la presencia del jazz en las mismas es, pr¨¢cticamente, nula. Con el disco convertido en poco m¨¢s que una tarjeta de presentaci¨®n, queda al creador la posibilidad de invertir su conocimiento sobre la materia en la ense?anza: ¡°?ense?ar a otros para que terminen sin tener d¨®nde tocar?¡±, confesaba a El Pa¨ªs uno de nuestros ya no tan j¨®venes jazzistas en ejercicio. ¡°No, gracias¡±.
En nuestro pa¨ªs, el que no toca, porque no tiene d¨®nde, ense?a o monta un estudio de grabaci¨®n. Es el caso del intr¨¦pido saxo Javier Vercher que tras una d¨¦cada en la Gran Manzana, regres¨® a la capital del Turia para montar un peque?o estudio donde pretende grabar a los nuevos talentos del jazz: ¡°En Valencia tenemos la tradici¨®n musical de esta ciudad, y la delegaci¨®n de la Berklee School of Music trayendo a m¨²sicos de todo el mundo, sin embargo, la corrupci¨®n se ha comido todo eso¡±.
El m¨²sico de jazz sabe lo que puede esperar de los administradores p¨²blicos. Que si la noche madrile?a es ¡°un tesoro a preservar¡± (Jorge Pardo dixit), los mun¨ªcipes de la capital siguen empe?ados en no darse por enterados: ¡°Aqu¨ª convivimos los m¨²sicos de jazz con los flamencos, los cubanos, los africanos y los asi¨¢ticos¡±, declara Pablo Hern¨¢ndez. ¡°El cosmopolitismo de la escena musical madrile?a es un fen¨®meno ¨²nico, todo el mundo que viene se asombra, y luego te encuentras con que nada de eso se refleja en la cultura oficial. Lo ¨²nico que saben hacer es cerrar los locales donde se escucha m¨²sica en vivo¡±.
Una ventana al exterior
¡°Llega un momento en que has estado en todos los sitios, conoces a todo el mundo, y te preguntas para qu¨¦ vas a hacer una gira de 10 d¨ªas por Espa?a si vas a acabar perdiendo dinero¡±. La cr¨®nica del exilio incluye los nombres de Marta S¨¢nchez, Carlos Falanga, Alex Conde, Xan Campos o Carlos L¨®pez, baterista y director art¨ªstico del ciclo 1906 Jazz. Su ¨²ltimo disco, Letters From K?benhavn, es un canto a la modernidad: ¡°Si quieres que te escuchen tocando jazz, no tienes otra que estar al d¨ªa, y para eso tienes que salir¡±.
Luc¨ªa Mart¨ªnez, tras ocho a?os residiendo en la ciudad de Berl¨ªn, compagina la pr¨¢ctica de la libre improvisaci¨®n con un puesto de medio volante en el Kreuzberg Football Club femenino: ¡°Soy un culo inquieto, me gusta el free jazz, tocar la zanfona y jugar al f¨²tbol¡±. La capital alemana acogi¨® a la pizpireta jazzwoman con un calor que no tiene que ver con las latitudes: ¡°Fui a Berl¨ªn porque quer¨ªa estudiar con John Hollenbeck y me encontr¨¦ con una ciudad abierta y llena de actividad. El primer a?o estaba tocando con Alexander von Schlippenbach, y eso me permiti¨® trabajar mis propios proyectos¡±. Pero por muchos que sean los atractivos que Berl¨ªn pueda ofrecer al improvisador, en el horizonte de todo m¨²sico de jazz s¨®lo existe una ciudad: ¡°Viajar a Nueva York es un must para todo m¨²sico de jazz¡±, dice Marta S¨¢nchez, madrile?a de nacimiento y neoyorquina de adopci¨®n.
Nuevo en esta plaza, Dani Ju¨¢rez tiene un prometedor futuro por delante. El primero entre los saxofonistas de jazz nacidos en Talavera de la Reina reparte su tiempo entre San Sebasti¨¢n, donde ha estudiado, y Madrid, escenario de sus primeras apariciones p¨²blicas. En agosto viajar¨¢ a Nueva York para estudiar: ¡°Cuando eres joven buscas pas¨¢rtelo bien y aprender, luego te das cuenta de que eso no siempre es posible, pero sigues porque haces lo que siempre has querido hacer, que es tocar jazz¡±.
La Gran Manzana ofrece su cara m¨¢s apetitosa a quien acude a su llamado. Ah¨ª est¨¢ el canario Diego Barber que con su trabajo Tales grabado con la estrella del piano Craig Taborn se coloc¨® en las listas estadounidenses de los mejores discos de 2014. ¡°Luego llegan las decepciones, y te das cuenta de que no es oro todo lo que reluce¡±, reflexiona Vercher. ¡°En 1997 me dieron una beca en Berklee. Me licenci¨¦ y fui a Nueva York, conoc¨ª a Chip Taylor, el autor de Wild Thing, y pas¨¦ a acompa?arle mientras recorr¨ªa los garitos de jazz con Lionel Loueke; luego fich¨¦ con Alejandro Sanz. Pero empec¨¦ a echar de menos Valencia. Llevaba demasiado tiempo fuera. Me vine, conoc¨ª a una mujer y¡ aqu¨ª sigo¡±.
Lo que para unos es la nostalgia, para otros es la decepci¨®n o el deseo de ser profeta en su tierra¡ para el m¨²sico de jazz barcelon¨¦s o madrile?o, la aventura americana tiene fecha de caducidad: ¡°No hay nada como hablar con los que han estado all¨¢ para que se te quiten las ganas de ir¡±, reconoce Mezquida. ¡°La mayor¨ªa me dice: ¡®Ni se te ocurra moverte¡¯. Y, bueno, no me van tan mal las cosas, aunque tengo la sensaci¨®n de que los 30 no los voy a celebrar aqu¨ª¡±.
El futuro es suyo
Media hora m¨¢s tarde, la sesi¨®n de ¡°masaje a tres¡± toca a su fin, y F¨¦lix Rossy a?ade la ¨²ltima reflexi¨®n: ¡°Para m¨ª, una cosa es el dinero, y otra, la m¨²sica. El dinero vale lo que vale. Lo bueno de que te paguen es que te permite hacer cosas que de otro modo no podr¨ªas. Resumiendo: vivir del jazz es si te lo propones, basta con tratar bien a la gente. Si lo haces, el dinero viene s¨®lo¡±.
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