Enique Ponce triunfa otra vez como enfermero ante dos toros birriosos
El novillero Juan Sol¨ªs El Manrique?o abandona los ruedos ante la falta de oportunidades
Enrique Ponce fue el triunfador ayer por la tarde en Santander gracias a una actuaci¨®n magistral en la que se impuso a un lote de pocas opciones para inventarse dos faenas que, a la postre, le permitieron salir por la puerta grande. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron toros de N¨²?ez del Cuvillo, muy mal presentados. El sexto, el mejor, tuvo mucha clase y largu¨ªsimo recorrido; el primero, repetidor sin ir hasta el final; el segundo, d¨¦bil; un mulo el tercero; el cuarto fue brutote, sin clase; el quinto, noble, se apag¨® pronto.
Los subalternos Rafael Rosa y Luis Bl¨¢zquez saludaron tras parear al sexto. ?C¨®mo abrir una puerta grande atrancada por un lote de dudosas cualidades, con un segundo absolutamente imposible? La respuesta es Ponce.
El primero tuvo d¨¦ficit de cuello y de pitones: cornicort¨ªsimo y con la carita lavada, adem¨¢s, y muy estrecho de sienes. El quite de Ponce, dos ver¨®nicas y larga, marc¨® lo que iba a ocurrir: todo hab¨ªa de ser muy medido, que no andaba el toro sobrado de energ¨ªas ni de profundidad en el viaje.
Parec¨ªa ser ese toro protot¨ªpico para Ponce: el toro medio. Y en la segunda tanda diestra, empez¨® la fiesta, rompiendo la viga del animal en dos redondos curvil¨ªneos rematados en la cadera, mientras la cintura del diestro acompa?aba con su proverbial gracia. El burel empez¨® a protestar en la siguiente ronda, pero el temple fue el presupuesto que permiti¨® el toreo ligado, que brot¨® de nuevo.
Al natural, hubo tres de tron¨ªo. Luego, uno de esos cambios de mano eternos. Y m¨¢s naturales, con explosi¨®n en el final ligando dos con un molinete y uno de pecho al ralent¨ª. Aunque el animal iba a menos, la faena fue a m¨¢s.
El cuarto no tuvo alma. Andar¨ªn, sin celo, desprovisto de clase, se ven¨ªa a empellones, dando tarascadas. Tan tosco era, que hasta a Ponce le tropez¨® la muleta en alguna ocasi¨®n, porque la ¨²nica forma de intentar el milagro era a media altura, y por ah¨ª soltaba mucho la cara. El torero quer¨ªa la puerta grande de una plaza que siempre le trat¨® con dureza, y de ah¨ª que se extendiera y terminara invent¨¢ndose una faena que se antojaba imposible.
La seriedad del encierro no mejor¨® con el segundo, gacho, aunque con rizos en la frente. La suerte de varas fue un tr¨¢mite, y no es que Castella quisiera dej¨¢rselo crudo: es que Miraflores perd¨ªa las manos continuamente. Y, efectivamente, en un pase del desd¨¦n en el inicio del trasteo de muleta, volvi¨® a caerse. Acorde a lo que ten¨ªa delante, Castella mulete¨® en l¨ªnea recta, d¨¢ndole mucho sitio. Fue capaz de llevarlo cosido a los flecos en labor t¨¦cnicamente importante, pero de importancia relativa dada la poca entidad de su antagonista.
El quinto fue el m¨¢s claro y franco, y Castella atac¨® desde el inicio con sus cl¨¢sicos pendulazos. Luego, dos tandas en redondo inmaculadas y ligadas. Cercan¨ªas, carrusel desde los costillares, circular, desplante y el p¨²blico feliz. Oreja para ¨¦l.
El tercero daba antes con el morro que con los pitoncitos que gastaba. Aplomado de salida, feble, hasta que empez¨® a dar oleadas de manso hacia la acorazada de picar. Caos en el ruedo. Ante semejante buey de carreta, el matador alicantino compuso una faena en la que hubo m¨¢s cites que muletazos.
Primorosa fue la lidia del sexto, que tuvo mucha clase y ese tranco de m¨¢s, aunque con la fuerza justa. Cuando el torero decidi¨® atacar con la mano diestra, el toro respondi¨® y permiti¨® la explosi¨®n est¨¦tica.
Baj¨® la emoci¨®n con la zurda. De vuelta al pit¨®n derecho, extraordinario para el torero, la faena volvi¨® a cobrar plasticidad, pero con las dos orejas en las manos, se li¨® a pinchar.
Tarde at¨ªpica en Mont de Marsan
Una tarde at¨ªpica inaugur¨® la feria francesa de Mont de Marsan, en la que toros y toreros estuvieron muy por encima del fr¨ªo p¨²blico asistente a la plaza, que no calibr¨® en su justa medida los m¨¦ritos contra¨ªdos por los de luces ante una interesante corrida. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de Garcigrande, bien presentados, bravos en el caballo y de interesante comportamiento en la muleta. Parado, el primero; con calidad pero sin transmisi¨®n, el segundo; con clase y movilidad, el buen tercero; con embestidas profundas por el pit¨®n izquierdo, el cuarto; encastado y con movilidad, el quinto; y deslucido, el sexto.
Diego Urdiales, palmas y ovaci¨®n; Miguel ?ngel Perera, ovaci¨®n tras leve petici¨®n y silencio, y Alejandro Talavante, ovaci¨®n tras petici¨®n y divisi¨®n de opiniones.
El primero de Urdiales no se emple¨® en el capote, pero s¨ª en el caballo, derribando en la primera vara. Empuj¨® mucho tambi¨¦n en la segunda, aunque no lleg¨® a romper en la muleta del torero riojano, que solo consigui¨® lucimiento en los ayudados por bajo genuflexos finales y con la espada. El cuarto tuvo mucha clase en la muleta y Urdiales construy¨® una faena desigual con muletazos hondos por ambos pitones, sobre todo por el buen izquierdo. El torero vendi¨® muy bien su quehacer y se meti¨® tambi¨¦n al p¨²blico en el bolsillo. Mato de buena estocada que tard¨® en surtir efectos, lo que le hizo perder una oreja.
El segundo toro de corrida se desplaz¨® en el capote de Perera y cumpli¨® en varas. El toro confirm¨® su buen son en la muleta, y Perera no tard¨® en entrar en faena por los dos pitones, por donde el toro luci¨® una embestida propia de esta ganader¨ªa. Al animal no le sobraban las fuerzas -muy atacado de carnes por su esqueleto cortito- pero tuvo las suficientes para corresponder al toreo exigente de Perera, que se ajust¨® por ambos lados. Perera se impuso al encastado quinto sin conseguir alegrar al muy trist¨®n p¨²blico, que lleg¨® a protestar el final en cercan¨ªas.
Viendo el buen tranco de salida del tercero, de Domingo Hern¨¢ndez, Talavante solt¨® el capote por tijerinas e improvis¨® un recibo original. Fue bravo sin excesivo poder el toro en dos varas antes de romper a bueno en la muleta. Cuesta entender el poco eco levantado en los tendidos por una faena llena de ortodoxia y pureza, al mismo tiempo que rica en improvisaciones de buen gusto. Hubo naturales de hondo calado, pases de pecho enroscados y, c¨®mo no, alguna arrucina. Mat¨® de una estocada en dos tiempos y el fr¨ªo p¨²blico tard¨® en pedir la oreja para una faena que, en otras circunstancias, hubiera merecido las dos. En el ¨²ltimo, que no se emple¨®, Talavante abrevi¨® sin compasi¨®n.
El Manrique?o abandona los ruedos
El novillero sevillano Juan Sol¨ªs, El Manrique?o, ha tomado la decisi¨®n de retirarse de los ruedos ante la falta de oportunidades. No hab¨ªa llegado a vestirse de luces en la presente temporada, aunque ten¨ªa un contrato pendiente de cumplir. El joven novillero hab¨ªa logrado abrirse paso en la profesi¨®n tras resultar ganador en el Ciclo de Promoci¨®n celebrado en la plaza de la Maestranza de Sevilla en el verano de 2013, pero su incipiente carrera comenz¨® el declive despu¨¦s de debutar con picadores en el mismo ruedo el pasado a?o. El novillero de Villamanrique de la Condesa ha hecho p¨²blico un comunicado en el que agradece el apoyo recibido, y se?ala que siempre supo? que "ten¨ªa claro que nunca estar¨ªa perdiendo el tiempo ni enga?ando a nadie, y mucho menos a m¨ª mismo".
"Me quito del mundo del toro, y me duele porque os hab¨¦is entregado conmigo y eso me ha marcado la vida y estar¨¦ eternamente agradecido", a?ade el joven novillero en referencia a su pueblo natal y sus seguidores. "Al igual que he tenido que ser un hombre para ponerme delante de un toro, lo soy ahora para dar la cara y daros las gracias a todos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.