Los dioses apagados de la melancol¨ªa
El Museo Nacional de Escultura acoge una exposici¨®n sobre un mal que los griegos identificaban como bilis negra
![Manuel Jabois](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F643e6247-f9af-4c29-b158-70f4b8fdbcfc.png?auth=d28825d7562d6ab3d97543d9315aec3d03a924beecea71fa5ef685a93b7a4e71&width=100&height=100&smart=true)
![Melancolía, un grabado de Durero en la exposición del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YM33MOTSJBH6VJMXYDPHSJSPLE.jpg?auth=9a25a668d9d01072c4fb18acb33644b34f4276ce9d9043bf1d26172cef551650&width=414)
Felipe II fue el rey en cuyo imperio nunca se pon¨ªa el sol. Tambi¨¦n era due?o de una gran leyenda negra que el tiempo matiz¨® en lo que pudo. Taciturno y de aspecto severo, en 1568 se describi¨® su rostro como ¡°bello y agradable¡± y su humor de ¡°melanc¨®lico¡±. Naci¨® en el palacio de Pimentel, en Valladolid, a pocos metros del palacio de Villena, sede del Museo Nacional de Escultura. Una placa en Pimentel avisa del suceso. Un cuadro colgado estos d¨ªas en Villena lo representa entre sus ¡°aflicciones sombr¨ªas¡±. Es el Retrato de Felipe II, de Antonio Moro, y el monarca aparece ¡°vestido de negro, impenetrable tras la etiqueta borgo?ona, perseguido por el fantasma de la demencia familiar¡±. Para ser el rey de las tierras en las que nunca se pon¨ªa el sol, a Felipe II, mis¨¢ntropo y enclaustrado en palacios, el sol no le daba mucho.
El monarca Felipe II es uno de los protagonistas de la exposici¨®n
El monarca es uno de los protagonistas de una exposici¨®n, Tiempos de melancol¨ªa ¡ªpatrocinada por La Caixa¡ª que recrea este estado a trav¨¦s de obras de arte, textos y tratados m¨¦dicos con los que curar la ¡°bilis negra¡±. Una enfermedad detectada en la Grecia antigua por m¨¦dicos que creyeron ver en el cuerpo humano ¡°un efluvio oscuro que cuando ataca al organismo produce trastornos f¨ªsicos y an¨ªmicos; silbido en el o¨ªdo izquierdo, turbiedad de la sangre, insomnio, epilepsia, delirios extravagantes, abatimiento y obsesi¨®n por la muerte¡±, tal y como se cuenta en la muestra. De esos a?os de Felipe II tambi¨¦n se exhibe la Entrada de los espa?oles en Amberes, de Franz Hogenberg: la explosi¨®n de ira de las tropas cuando dejaron de cobrar la soldada y lo pagaron con los 7.000 ciudadanos de Amberes a los que dieron muerte en medio del saqueo. Del mismo artista se contempla uno de los episodios m¨¢s melanc¨®licos del imperio espa?ol: la Armada Invencible, el principio del fin.
Signo de genialidad
Para los griegos el mal melanc¨®lico puede ser un signo de genialidad: Arist¨®teles lleg¨® a decir que todos los grandes hombres son melanc¨®licos y que no serlo es se?al de mediocridad. En Valladolid (hasta el 12 de octubre) se advierte: ¡°Aunque la bilis negra carezca de toda existencia material, la melancol¨ªa sobrevive durante dos milenios como una enfermedad misteriosa y, tras atravesar fronteras y siglos, llega al Renacimiento. Entonces, esa ¡°nada que duele¡± vive su Edad de Oro y se reviste de sentidos nuevos y m¨¢s ambiciosos: se asocia al planeta Saturno y, sobre todo, se afirma como la fuente de la oscuridad y el genio¡±.
Precisamente Saturno es uno de los protagonistas de la exposici¨®n. El cuadro de Rubens Saturno devorando a su hijo sirve para explicar el impacto que el planeta m¨¢s lento tiene sobre los melanc¨®licos. La pintura muestra al dios arrancando la carne de uno de sus hijos de una dentellada. Ataca por miedo, mata por la cobard¨ªa de pensar que alguno de ellos amenazar¨¢ su poder. Hay tres estrellas brillando detr¨¢s de ¨¦l en el fondo oscuro: es el planeta. Se trata de la descripci¨®n que hab¨ªa hecho Galileo de Saturno, incapaz de percibir con la tecnolog¨ªa de la ¨¦poca que los brillos de alrededor no eran de dos estrellas sino su anillo.
Arist¨®teles dec¨ªa que los grandes hombres son melanc¨®licos y que no serlo es se?al de mediocridad
Varios libros del siglo XVII sobre la melancol¨ªa se encuentran expuestos. Son Examen de ingenios para las ciencias, en su apartado sobre melanc¨®licos, de Juan Huarte de San Juan; Libro de la Melancol¨ªa, de Andr¨¦s Vel¨¢zquez; y Sobre la Melancol¨ªa, de Alonso de Santa Cruz. Su publicaci¨®n obedece al inter¨¦s que este mal tuvo en Europa desde el siglo XVI y su influencia en el arte y el pensamiento. En el libro de Santa Cruz se recogen casos de melanc¨®licos como el de un hombre que cre¨ªa tener el cuerpo de vidrio y vivi¨® temeroso de romperse en pedazos. Lo llev¨® a la literatura Cervantes en sus Novelas Ejemplares como El licenciado Vidriera. Tambi¨¦n, como el Quijote, pierde la raz¨®n y termina recuper¨¢ndola.
La concepci¨®n de la melancol¨ªa como enfermedad que abordar con tratamiento cl¨ªnico tiene en la versi¨®n del Diosc¨®rides griego de Andr¨¦s Laguna su mejor ejemplo. Se explica que la mayor¨ªa de m¨¦dicos recomendaban infusiones de el¨¦boro, pues ¡°limpiaba el cerebro de brumas, aunque causaba en el enfermo alboroto y pesadumbre¡±. En cualquier caso, para un mal tan po¨¦tico, la ciencia consideraba que hab¨ªa que atacarlo del mismo modo: con m¨²sica. La exposici¨®n cuenta con el tratado musical de Kircher en que se explica que el sonido influ¨ªa favorablemente sobre la bilis negra siempre que la armon¨ªa fuese la correcta. Se a?ade que los instrumentos de cuerda, ¡°cargados de significados c¨®smicos y m¨ªsticos¡±, eran los adecuados para la introspecci¨®n.
La religi¨®n, los bufones y las calaveras expresan la melancol¨ªa
La religi¨®n, los bufones, las calaveras (la necrofilia, las tinieblas) y hasta los bodegones expresan la melancol¨ªa. Santa Teresa de Jes¨²s no se anda con chiquitas con los melanc¨®licos: ¡°No hay otro remedio para ¨¦l si no es sujetarlo por todas las v¨ªas y maneras que pudieren. Si no bastaren palabras, sean castigos; si no bastaren peque?os, sean grandes; si no bastare un mes de tenerlos encarcelados; sean cuatro: que no pueden hacer mayor bien a su alma¡±. Se quejaba la santa de que a la propia voluntad y libertad se le llamase melancol¨ªa. Se desconoce qu¨¦ dir¨ªa uno de los protagonistas de la exposici¨®n, Alberto Durero, autor de Melancol¨ªa I, uno de los grabados m¨¢s famosos del Renacimiento: su obra m¨¢s misteriosa. Con ella tambi¨¦n est¨¢ en Valladolid Autorretrato, enfermo, en la que el artista se representa desnudo delante del doctor tratando de se?alarle su dolencia (el bazo, de donde se segrega la bilis negra). Durero era melanc¨®lico y lo llevaba a gala. De verdad, no como aquel locutor de televisi¨®n cuando narr¨® la agresi¨®n de unos ultras al coche de su cadena: ¡°Vimos llegar a un grupo de melanc¨®licos que comenz¨® a apedrear las lunas de nuestro coche¡±. Si algo ense?a Valladolid es que la melancol¨ªa nunca es nostalgia.
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