Adi¨®s a las vacaciones
El final de las vacaciones representa una de esas cosas tristes que a veces te ponen muy contento. A menudo, el instante m¨¢s hermoso de un viaje es el regreso. Hay un d¨ªa en el que, lejos de casa, se empiezan a a?orar h¨¢bitos insignificantes como abrir el buz¨®n, dormirse en el sof¨¢ con una pel¨ªcula infame, o merendar un bocata de Nocilla. La tarde que regresas arrastrando la maleta igual que si escondieses dentro tu cad¨¢ver, y subes las persianas, y te reencuentras con tus libros, y tu nevera, y ves los avisos de Correos, tienes la secreta impresi¨®n de que cuando se acaban las vacaciones es en realidad cuando empiezan.
El pianista Aldo Ciccolini le confes¨® al periodista Philippe Cassard, s¨®lo unos meses antes de morir, que ¨¦l hab¨ªa trabajado siempre; era su forma de descansar. ¡°Nunca me voy de vacaciones. Para ir al otro extremo del mundo y acabar encontrando un piano que no me gusta, prefiero quedarme en casa¡±, dec¨ªa. Las vacaciones pueden adquirir infinitas formas. Recuerdo que en Smoke, de Paul Auster, Aggie Wren regenta un estanco, y todos los d¨ªas, durante cinco minutos, se toma un descanso, y sale a la calle a hacer una fotograf¨ªa. Siempre es la misma foto, en la esquina de la calle 3 con la S¨¦ptima Avenida, en Brooklyn. Tiene un proyecto. ¡°Por eso nunca me voy de vacaciones. Debo estar ah¨ª siempre. Cada ma?ana en el mismo sitio a la misma hora¡±.
Una de las formas de vacaciones m¨¢s intrigantes es la que adopta ese verano que no tienes vacaciones y trabajas durante todo agosto. Es mi caso, que combino agostos que escribo a todas horas, como este, con agostos en los que s¨®lo pienso en qu¨¦ escribir. Lentamente, tu entorno cobra un aspecto ajeno, casi extranjero, en el que recuperas el placer de la soledad de sus calles o las librer¨ªas vac¨ªas, s¨®lo para ti.
En vacaciones as¨ª, arrojado a tu propio desierto, en el que est¨¢n cerrados todos los garitos a los que vas habitualmente, puedes darte el lujo de conocer un bar nuevo, y empezar de cero con otro camarero, como si no supieses beber. Es acogedora la relaci¨®n que se entabla con un barman desconocido. Primero aprende tu nombre, despu¨¦s te da conversaci¨®n si est¨¢s solo, al poco sabe ya qu¨¦ tomas y al entrar te pregunta ¡°?Lo de siempre?¡±, y otro d¨ªa recoge tus huesos a las cuatro de la ma?ana. Si las vacaciones de ambos durasen un mes m¨¢s, ¨¦l mismo escribir¨ªa tus columnas.
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