De la madurez
El p¨²blico de Flamenco on Fire despide a Farruquito puesto en pie y al comp¨¢s de las palmas por buler¨ªas
Si alguien que no haya visto Improvisao, el ¨²ltimo espect¨¢culo de Farruquito, con el que se present¨® la noche del viernes en el festival Flamenco on Fire de Pamplona, cree que se va a encontrar con un montaje dejado al azar, trazado con desidia (algo, por otro lado, a veces muy propio del flamenco) es que no conoce al genial bailaor sevillano.
Farruquito cuida al detalle sus espect¨¢culos, no deja nada desde el punto de vista t¨¦cnico al descuido. Si alguien lo ha visto dar clases magistrales (lo que hace con frecuencia en escuelas y academias diversas) se habr¨¢ dado cuenta de que es un pedagogo excepcional, que respeta las herramientas cl¨¢sicas en este tipo de actividades. En fin, es casi obsesivo en todo lo referente al cuidado y presentaci¨®n del baile.
Sin embargo, como dice una copla flamenca, "el conocimiento, la raz¨®n no quita". M¨¢s all¨¢ del cuidado formal que conlleva cualquier actividad art¨ªstica, lo que Farruquito necesita para bailar bien (aunque ser¨ªa noticia verlo un d¨ªa bailar mal) es "sentirme a gusto". Y desde luego, en el escenario del Baluarte pamplonica parec¨ªa estar m¨¢s que a gusto. Su lenguaje corporal no puede disimular las emociones. A los pocos minutos de salir al escenario ya se hab¨ªa transformado en una especie de ecce homo pose¨ªdo por el genio.
Pero despu¨¦s esa felicidad de danzar (no hay un pensamiento que pueda tomarse en serio que no sea danzado, ven¨ªa a decir Nietzsche, y eso que el fil¨®sofo alem¨¢n no lleg¨® a conocer el flamenco) tambi¨¦n se transforma en alegr¨ªa, y Farruquito sonr¨ªe con naturalidad mientras recorre el escenario, introduce la complicidad con sus m¨²sicos, especialmente con la cantaora..., a la que jalea, se sienta, la escucha, o dialoga con ella taconeando.
Lo que el heredero de esa escuela de baile fundada por el gran Farruco pretende con Improvisao no es exactamente improvisar, sino mirar hacia atr¨¢s, a sus propias ra¨ªces, recapitular, en un ejercicio impagable de madurez.
Siguen intactas las caracter¨ªsticas de su baile que le han hecho famoso: sus privilegiadas piernas y pies, su elegancia natural siempre excelentemente vestida, pero al mismo tiempo ha interiorizado m¨¢s el baile.
En realidad el baile flamenco actual corre el riesgo de sufrir lo que ya le ocurri¨® a la danza cl¨¢sica, convertirse en una sucesi¨®n de ejercicios gimn¨¢sticos, de alardes atl¨¦ticos, olvidando que el flamenco es tambi¨¦n el recorte sutil con sentido y sentimiento, un gesto, una mirada con intenci¨®n, un braceo y, en suma, una determinada actitud, ante la vida y ante el arte. Todo eso lo trae Farruquito con su ¨²ltimo espect¨¢culo.
El bailaor, tras las seguiriyas, las alegr¨ªas, el taranto y la monumental sole¨¢, invito a un fin de fiesta por buler¨ªas, a la que invit¨® a su hermano, Farru, ayer un miembro m¨¢s del grupo, otro bailaor excepcional, grandioso, otro producto inmenso de la casa de los Farruco. Y el p¨²blico, agradecido y puesto en pie, despidi¨® al bailaor al comp¨¢s de las palmas por buler¨ªas. ?Como en Jerez?. Eso es, como en Jerez. Pero ocurri¨® en Pamplona.
Babelia
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