Las guerras ¨ªntimas de Milo Rau
'The Civil Wars' ha sido una de las obras m¨¢s originales, po¨¦ticas y vibrantes del Grec. Su autor, Milo Rau, trabaja con testimonios de los propios int¨¦rpretes.
Milo Rau, periodista, dramaturgo y cineasta suizo, se dio a conocer en nuestro pa¨ªs en el Grec de 2013 con Hate Radio, un montaje aplaudid¨ªsimo sobre la gestaci¨®n del genocidio de Ruanda, que reconstru¨ªa, con actores tutsis supervivientes, una emisi¨®n de la Radio Televisi¨®n Libre de las Mil Colinas, uno de los focos instigadores del odio. Otras obras suyas son Los ¨²ltimos d¨ªas de los Ceaucescu (2009); La declaraci¨®n de Brei?vik (2012), sobre el discurso que el asesino de la isla de Utoya hizo en el tribunal de Oslo, o Los juicios de Mosc¨² (2013), en torno al proceso de las Pussy Riot. Yo no s¨¦ si las historias de The Civil Wars (2014), el espect¨¢culo con el que ha vuelto este verano al festival barcelon¨¦s, explican "la Europa de ayer o la de ma?ana", como nos dice Rau, aunque sin duda nuestros ¨²ltimos 50 a?os aparecen como tel¨®n de fondo. Lo que s¨ª s¨¦ es que sus int¨¦rpretes me llegaron al coraz¨®n cont¨¢ndome sus vidas y desnudando sus almas, hablando de familias rotas, ideales ca¨ªdos y padres ausentes.
Nada es previsible en The Civil Wars. El decorado, que semeja la embocadura, oro y granate, de un teatro ochocentista, gira sobre s¨ª mismo y revela una sala de estar de clase media, donde tendr¨¢ lugar la acci¨®n. Sentados en el tresillo, cuatro int¨¦rpretes de diversas generaciones (S¨¦bastien Foucault, Karim Bel Kacem, Sara de Bosschere y Johan Leysen) comparten sus relatos. Sus rostros, filmados en directo, se proyectan en una pantalla: bellas im¨¢genes, en blanco y negro, que refuerzan la austeridad de las palabras y nos permiten escrutar miradas y gestos, aunque el procedimiento roza lo redundante y, unido a la lectura de los subt¨ªtulos, distrae un poco de lo que sucede en el escenario.
Sara de Bosschere evoca con minuciosidad novel¨ªstica su infancia feliz en un mundo marcado por la militancia: padre trotskista, madre feminista
S¨¦bastien Foucault nos habla de Joris, un muchacho belga que, para sorpresa de su familia, decidi¨® sumarse a las milicias yihadistas. El padre viaja a Siria para rescatarle, es tomado por esp¨ªa y torturado, escapa, vuelve, logra recuperarle y le cuenta a Foucault que el chico ¡°ya est¨¢ definitivamente en casa¡±, pero el actor advierte que el v¨ªnculo entre padre e hijo se ha roto para siempre. Una historia de alt¨ªsimo voltaje, que cualquier otro director hubiera convertido en el centro de la funci¨®n (o en la funci¨®n misma), pero que Milo Rau condensa en apenas media hora, a guisa de pr¨®logo, porque sus actores tienen muchas otras por contar, todas ellas en torno a la p¨¦rdida de la figura paterna.
Paradoja: pese a verlos (por partida doble) en escena, los rostros de los extraordinarios int¨¦rpretes han cedido su lugar en mi memoria a los perfiles de esos padres que desconozco pero que ellos me hicieron ver. Veo al padre de S¨¦bastien Foucault, empecinado hasta la locura en salvar una peque?a empresa familiar, pr¨®spera en los ochenta y abatida luego por la crisis. Imagen central: el ni?o que escucha sus recorridos insomnes por la casa, siguiendo siempre la misma pauta, trazando una figura cada vez m¨¢s obsesiva, como un personaje de Paul Auster.
Sara de Bosschere evoca con minuciosidad novel¨ªstica su infancia feliz en un mundo marcado por la militancia: padre trotskista, madre feminista. Grandes esperanzas que de golpe parecen venirse abajo, como ¨¢rboles abatidos por el hacha de una realidad implacable. El padre, sindicalista en IBM, cae en una depresi¨®n con brotes psic¨®ticos, de la que no podr¨¢ escapar. La hija, que le adoraba, asiste a su derrumbe en p¨²blico. Aquel h¨¦roe fuerte y sonriente sube a un escenario para lanzar un discurso delirante, la gente r¨ªe, los guardias de seguridad le sacan a empellones, y ella les increpa, la cara ba?ada en l¨¢grimas: "?D¨¦jenle! ?No ven que est¨¢ enfermo, no lo ven?".
Toma la palabra Karim Bel Kacem. La familia que emigra de Marruecos a Francia. La dura vida en la banlieue. El padre hosco y brutal a quien el desarraigo le incrementa la violencia y el alcoholismo. En su adolescencia, Karim es captado por los radicales isl¨¢micos, que le parecen apasionados y luminosos, aunque no permanece mucho tiempo en sus filas. Con una voz neutra y tranquila, cuenta que un d¨ªa, harto de las constantes palizas a su madre y sus hermanos, consigue una pistola para matar a su padre, pero en el ¨²ltimo momento se echa atr¨¢s y viaja a Par¨ªs, donde se convertir¨¢ en actor. As¨ª brotan los m¨¢s desgarradores momentos de The Civil Wars: en sordina, sin subrayados.
Todo fluye como si se tratara de una sucesi¨®n de improvisaciones, pero no hay que ser un lince para advertir una direcci¨®n afinad¨ªsima
El maduro Johan Leysen dibuja equilibradamente el ardor y las confusiones del mundo teatral sesentayochista, su ¨¦poca de formaci¨®n, y retrata sin acritud a Jean-Luc Godard, pese a que se las hizo pasar canutas durante el marciano rodaje de Je vous salue Marie (y en los meses anteriores). A¨²n nos estamos riendo cuando de repente llega, envuelto en sobria melancol¨ªa, el relato de la muerte del padre, directivo de la radiotelevisi¨®n belga, en accidente de coche, cuando ¨¦l era ni?o, y poco m¨¢s tarde nos revela la tragedia de sus dos hijos fallecidos al nacer, uno tras otro. S¨ª, as¨ª se cuentan, a veces, las cosas m¨¢s terribles.
La clave del espect¨¢culo es, para m¨ª, la construcci¨®n de una tonalidad ¨ªntima al servicio de la verdad humana y esc¨¦nica, pues nunca brota una sin la otra. Todo fluye como si se tratara de una sucesi¨®n de improvisaciones, pero no hay que ser un lince para advertir una direcci¨®n afinad¨ªsima (la calma de los relatos, la colocaci¨®n de las pausas y los cl¨ªmax, la forma en que los actores se hacen escuchar y se escuchan entre ellos, la manera de pasarse la palabra) y tambi¨¦n una soberbia escritura, hecha de selecci¨®n, de modulaci¨®n: dura dos horas y cuarto y yo hubiera seguido escuch¨¢ndoles varias horas m¨¢s. The Civil Wars inaugur¨® una trilog¨ªa cuya segunda entrega, The Dark Ages, con actores alemanes, rusos, serbios y bosnios, se estren¨® en Bruselas el pasado mes de abril, y concluir¨¢ en diciembre en la Schaub¨¹hne de Berl¨ªn con (t¨ªtulo provisional) Historia de una metralleta. ?Teatro pol¨ªtico, teatro documental? Lo de menos son las etiquetas: lo que tengo claro es que quiero ver pronto otro montaje de Milo Rau, y que me gustar¨ªa mucho que alguien abordara aqu¨ª un trabajo semejante, con tanta libertad, tanta sinceridad y tanta vida.
Hate Radio, de Milo Rau, se programa el viernes 11 y s¨¢bado 12 de septiembre en la CAsa Encendida, dentro de la III edici¨®n del Festival IDEM
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