Jonathan Franzen vuelve a la novela con ¡®Pureza¡¯
Lo nuevo del autor de ¡®Libertad¡¯ llega a las librer¨ªas espa?olas en octubre
La rentr¨¦e literaria qued¨® inaugurada en los pa¨ªses de habla inglesa con exquisita puntualidad el 1 de septiembre, d¨ªa de la publicaci¨®n de Purity (Farrar, Straus and Giroux), lo nuevo de Jonathan Franzen. Tan esperada era la ¨²ltima incursi¨®n en la ficci¨®n del autor de Libertad, obra con la que fue aclamado en portada como ¡°gran novelista estadounidense de nuestro tiempo¡± (Time), que el rotativo londinense The Guardian se vio obligado en un art¨ªculo no libre de retranca a listar ¡°los otros libros que no recibir¨¢n tanta atenci¨®n pero merecer¨¢n la pena en el Franzenfall (Oto?ofranzen)¡± literario.
Para leer en espa?ol el lanzamiento de la temporada en EE?UU y Reino Unido (con permiso de Salman Rushdie) habr¨¢ que esperar a mediados de octubre, cuando Salamandra, su editora desde Libertad, novela publicada hace cinco a?os, la ponga en la mesa de novedades con el t¨ªtulo de Pureza y traducci¨®n de Enrique de H¨¦riz.
El libro gira en torno a Purity Tyler, una chica reci¨¦n licenciada que persigue la identidad de su padre y vive en una suerte de casa okupa de Oakland agobiada por una deuda universitaria de 130.000 d¨®lares. Todos la llaman Pip, como al protagonista de Grandes esperanzas, de Charles Dickens, feliz coincidencia que invit¨® a pensar en otra reivindicaci¨®n de Franzen de la vigencia de la forma de contar de las grandes novelas decimon¨®nicas.
Pero Pureza no se centra solo en la historia del ascenso social de un h¨¦roe nacido sin suerte y, en este caso, sin pasado: Pip es hija de un misterioso personaje femenino empe?ado en sepultar una vida anterior. La trama es un complejo arabesco que (como Libertad) esconde una novela autobiogr¨¢fica en su interior y el escritor conduce con destreza por tres continentes y cuatro d¨¦cadas.
Arranca en los ¨²ltimos d¨ªas de la RDA de la mano de Andreas Wolf, un renegado al que la vida acabar¨¢ convirtiendo en adalid de la transparencia informativa y reverso ¡°luminoso¡± del fundador de Wikileaks Julian Assange, quien aparece descrito como ¡°un megaloman¨ªaco autista con perturbaciones sexuales¡±.
¡°Es mi novela contra las ilusiones de libertad tecnol¨®gica que tratan de vendernos los peligrosos iluminados de Silicon Valley¡±, explic¨® en agosto Franzen en su casa de Santa Cruz (California), durante una entrevista con El Pa¨ªs Semanal, que saldr¨¢ en octubre. La trama explora variados conflictos: la lucha entre el periodismo tradicional y las t¨¢cticas de guerrilla de filtradores como Assange o Snowden, la quimera del anonimato en las sociedades conectadas o el sentimiento tr¨¢gico de la vida en pareja.
Marcar distancias
La recepci¨®n cr¨ªtica (pese a que es imposible extraer un resultado tan categ¨®rico como uno deportivo, cabr¨ªa decir que en general ha sido positiva) ha coincidido en celebrar su talento como el de un escritor de sobrados recursos (¡°la voz de Franzen alcanza una nueva octava¡±, ha escrito Michiko Kakutani en The New York Times), as¨ª como en marcar las distancias de Pureza con sus antecesoras, Libertad y Las correcciones, m¨¢s preocupadas por levantar acta de la vida de la clase media estadounidense en el cambio de milenio.
Y a partir de ah¨ª, las mayores reservas han provenido de las lecturas de la novela en perspectiva feminista (The Guardian, Harper¡¯s) que denuncian la misoginia con la que se ven despachados algunos personajes femeninos.
Lo que parece indudable es que Franzen, autor del c¨¦lebre ensayo ?Por qu¨¦ molestarse? (1996), sobre la p¨¦rdida de influencia de la novela, ha vuelto a lograr colocar sus obsesiones narrativas y fobias tecnol¨®gicas en el centro del acelerado debate contempor¨¢neo con una novela de factura cl¨¢sica de casi 700 p¨¢ginas.
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