Catalu?a: ?c¨®mo llegamos a la situaci¨®n actual?
La construcci¨®n del catalanismo no se puede entender sin analizar tambi¨¦n el nacionalismo espa?ol. Ambos se retroalimentan y condicionan
Me duele escribir sobre el ar?t¨ªcu?lo de Santos Juli¨¢, ¡®Catalanismos: de la protecci¨®n a la secesi¨®n¡¯, publicado en Babelia el pasado 29 de agosto. Pero hay en ese texto afirmaciones que, aunque las escriba un amigo y colega, uno no puede dejarlas sin respuesta. Sorprende que en ese art¨ªculo no se haga referencia a que la construcci¨®n del catalanismo no puede ser entendida sin, en paralelo, analizar el nacionalismo espa?ol. Ambos se retroalimentan y se condicionan. Es significativo que el espa?olismo sea el gran ausente del texto de Juli¨¢.
No merece la pena abrumar al lector replicando los planteamientos simplistas que aparecen en el art¨ªculo. Es lamentable caricaturizar un fen¨®meno pol¨ªtico tan complejo como el catalanismo con tan pobres argumentos. Quiz¨¢ tan s¨®lo conviniera recordarle a Juli¨¢ que la tesis de Fontana sobre la identidad de los catalanes est¨¢ basada en las anteriores aportaciones de historiadores como Bisson, Freedman, Zimmermann, Bonnassie o Vilar, ninguno de los cuales puede ser calificado de ¡°nacionalista rom¨¢ntico¡±.
Sorprende que Juli¨¢
no se pregunte c¨®mo se ha llegado
a la situaci¨®n actual
Pero dejemos las tesis de Juli¨¢ sobre la historia del catalanismo y centr¨¦monos en la cuesti¨®n que pretende tratar el art¨ªculo: ?qu¨¦ ha pasado en Catalu?a en los ¨²ltimos a?os para que hayan arraigado tanto los planteamientos independentistas? Sorprende que Juli¨¢ no se pregunte c¨®mo se ha llegado a la situaci¨®n actual. Y no lo hace porque ya tiene una f¨¢cil respuesta: todo obedece a la gran operaci¨®n de manipulaci¨®n de la opini¨®n catalana impulsada por Mas y Junqueras. ?stos, gracias a la utilizaci¨®n de las instituciones y con la complicidad de los medios de comunicaci¨®n, han logrado embarcar a los catalanes en la peligrosa v¨ªa de la independencia.
Juli¨¢ tiene toda la raz¨®n cuando afirma que las narrativas construidas desde el poder suelen provocar silencios. En efecto, y su propio art¨ªculo es una muestra de ello, ya que sorprende su total silencio sobre los discursos y las pol¨ªticas utilizados estos ¨²ltimos a?os por los Gobiernos y los partidos espa?oles con respecto a Catalu?a. No hay en su texto ni una sola referencia a lo que ha pasado en los ¨²ltimos 10 a?os. Nada sobre c¨®mo Zapatero y Guerra liquidaron el proyecto de Maragall de ir hacia una Espa?a federalizante y m¨¢s plural; nada sobre c¨®mo se cepillaron en las Cortes el estatuto catal¨¢n de 2006; nada sobre c¨®mo Rajoy y el PP organizaron aquella campa?a contra el estatuto catal¨¢n que sembr¨® de anticatalanismo toda Espa?a; nada sobre c¨®mo el Tribunal Constitucional cercen¨® todo lo nuevo que hab¨ªa en aquel texto auton¨®mico. Tampoco se habla de la pol¨ªtica centralizadora y espa?olizadora practicada por el Gobierno de Rajoy y su constante incumplimiento de lo que dispone el Estatut. Y evidentemente no hay en el art¨ªculo ni una sola alusi¨®n al surgimiento en Catalu?a de un ampl¨ªsimo movimiento ciudadano a favor del derecho a decidir que desbord¨® a los propios partidos nacionalistas. Tampoco comenta por qu¨¦ no ha habido en estos a?os ninguna oferta espa?ola que pudiese neutralizar el avance independentista.
No hay en el art¨ªculo ni una sola alusi¨®n al surgimiento en Catalu?a de un ampl¨ªsimo movimiento ciudadano a favor del derecho a decidir que desbord¨® a los propios partidos nacionalistas
Su art¨ªculo refleja no s¨®lo una sorprendente pobreza argumental, al despreciar un serio an¨¢lisis sobre las causas de la situaci¨®n y aferrarse a la tesis de la conspiraci¨®n nacionalista, catalana por supuesto. Tambi¨¦n muestra ceguera pol¨ªtica: ?realmente cree que lo que pasa en Catalu?a es un montaje de una minor¨ªa perversa de iluminados que logr¨® movilizar a casi dos millones y medio de ciudadanos el pasado 9 de noviembre?
Yo cre¨ªa que Santos Juli¨¢, un hombre sensato y serio, ser¨ªa inmune al nacionalismo espa?ol m¨¢s rancio y no se dejar¨ªa arrastrar por ideas tan simplificadoras. Me he equivocado. Va a resultar que Josep Pla ten¨ªa raz¨®n cuando afirmaba que ¡°nada se parece m¨¢s a un espa?olista de derechas que un espa?olista de izquierdas¡±. Es lamentable contemplar c¨®mo intelectuales de referencia pueden llegar a escribir art¨ªculos tan fr¨ªvolos y que repiten los t¨®picos m¨¢s manidos del viejo lerrouxismo sobre una tem¨¢tica tan relevante como ¨¦sta.
Borja de Riquer es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona
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