Amen¨¢bar competente, no excepcional
'Regresi¨®n' es una pel¨ªcula bien contada, pero que no me deja poso
Alejandro Amen¨¢bar debe de tener cuarenta y pocos a?os y una filmograf¨ªa limitada a seis pel¨ªculas, pero tengo la sensaci¨®n de que es un director con el que estoy familiarizado desde hace infinito tiempo, que su cine es de toda la vida. Disponiendo de un notable cr¨¦dito comercial y art¨ªstico, pudiendo rodar lo que quiera y en cualquier momento, aborda sus proyectos con calma. Y est¨¢ claro que hace lo que le apetece, que no acepta encargos lujosos, que se involucra solo lo justo en la promoci¨®n publicitaria de sus pel¨ªculas, que no se tira el rollo, que va a su bola.
Siendo una persona discreta y educada, alguien que afortunadamente se comporta con normalidad aunque su obra est¨¦ asociada permanentemente al ¨¦xito, sabe que cada nueva pel¨ªcula que dirige posee el aura de los acontecimientos, que se espera mucho de ¨¦l, que independientemente de la tem¨¢tica que aborde y de que le salga mejor o peor siempre imprime su poderosa firma. Y en Regresi¨®n yo no percibo esa autor¨ªa.
Es una pel¨ªcula bien contada, dotada de clima y tensi¨®n, que ves y escuchas con atenci¨®n y en el caso de algunos espectadores con verdadero acojone, pero que en mi caso no me deja poso. Podr¨ªa haberla creado cualquier director s¨®lido y respetable del cine norteamericano. Lo cual me parece bien, pero sin huellas de ese concepto tan prestigiado (tal vez excesivamente) de la autor¨ªa, de reconocer la personalidad, el estilo narrativo, las obsesiones de su creador. No creyendo ni en Dios ni en Satan¨¢s, siento estremecimientos y mal rollo ante el cine (a condici¨®n de que sea bueno) protagonizado por el segundo y sus ac¨®litos terrenales. No hace falta que estos sean perversos, s¨¢dicos y tenebrosos.
Los pintorescos y exc¨¦ntricos viejecitos que viv¨ªan al lado de la pobre, violada y acorralada Rosemary en el siniestro edificio Dakota me siguen provocando escalofr¨ªos y la angustiosa imagen de esta mujer embarazada huyendo, sudando y suplicando ayuda por las calles de Nueva York en La semilla del diablo me provocan m¨¢s miedo que el aquelarre m¨¢s realista y feroz.
Amen¨¢bar no abusa del efectismo ni de los sustos (aunque tal vez le sobren planos de esos encapuchados que aparecen en las pesadillas), y te transmite la inquietud, la incertidumbre y el pavor en el que est¨¢ inmerso un grupo de gente que investiga el mal, con el cerebro en estado de v¨¦rtigo y la amenaza real o presunta que sienten. El demonio parece haberse instalado junto a su humano ej¨¦rcito en un pueblo en el que nunca ocurr¨ªa nada extraordinario. Los monstruos existen o los crea la mente, el p¨¢nico, la histeria colectiva. Al frente de esa investigaci¨®n est¨¢ un polic¨ªa at¨ªpico, tan vulnerable como cualquiera, tembloroso, alucinado, solo, muy cre¨ªble.
Hay espectadores que me cuentan que a los diez minutos ya saben la resoluci¨®n del misterio. Y culpan a Amen¨¢bar. Bendita sea su perspicacia. Yo, que soy muy inocente, no puedo prever el desenlace. Regresi¨®n me entretiene y me desasosiega, algo que agradezco, pero se desvanecer¨¢ pronto de mi memoria. Algo que no me ocurre con Tesis y Mar adentro. Tambi¨¦n imagino que dispondr¨¢ de mucho p¨²blico, como todo el cine de Amen¨¢bar. Tele 5 se preocupar¨¢ de que nos encontremos con ella hasta en la sopa, el cine de terror dispone de numerosa demanda y el talento de Amen¨¢bar siempre ha sido incuestionable. Pero el estado de gracia es algo que viene y va. Y hablo de los m¨¢s dotados.
Ojeando las pel¨ªculas de la secci¨®n oficial me encuentro con demasiados directores que desconozco. Ojal¨¢ que entre tanto exotismo, muchos de ellos supongan un hallazgo memorable. Pero, por si acaso, intentar¨¦ frecuentar otras secciones que resultan m¨¢s apetecibles. Por ejemplo, la pel¨ªcula de Pablo Larra¨ªn, El club, exhibida en Horizontes latinos, se supone que es cine psicol¨®gico, pero yo la veo como un monumento del cine de terror. Es lo que me hacen sentir esos cinco curas ped¨®filos (y vete a saber que otras impunes aficiones practicaban), la sinuosa y c¨ªnica monjita que les cuida y una de sus antiguas v¨ªctimas, todos recluidos por la Santa Madre Iglesia en una casa junto al mar para que exp¨ªen sus viejos pecados. Aunque sospecho que el castigo les ha sido impuesto no ya con la intenci¨®n de redimirlos sino porque se hizo p¨²blica su s¨®rdida movida, porque dieron el cante excesivamente.
Larra¨ªn no es un moralista y muestra a esta gente de conducta abominable en su complejidad, su personalidad atormentada, sus tensiones, sus fantasmas, su condici¨®n de apestados, su supervivencia. El club es dura y ¨¢spera, destila necesaria mala leche, inteligencia, sarcasmo, claustrofobia y violencia interna, te remueve lo que ves, lo que escuchas y lo que imaginas. Incluso se permite el lujo de sentir cierta piedad hacia esos monstruos tan humanos que desde el poder se cebaron con los d¨¦biles. Y, por supuesto, a esas ovejas descarriadas que los pastores del reba?o han decidido ocultar para librarse del marr¨®n, yo les desear¨ªa una estancia a¨²n menos confortable. Entre barrotes, por ejemplo.
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