Cuando todo en Venecia hablaba de Barbieri

Puede que una de las claves de la cultura en Espa?a sea la amnesia. Solo as¨ª se explica el insensato olvido de partes de nuestra memoria cultural. Y Barbieri lo sufre en grado sumo. El madrile?o, padre indiscutido de la zarzuela, padrino de la musicolog¨ªa espa?ola y de la m¨²sica instrumental en el siglo rom¨¢ntico, uno de los gigantes culturales del siglo XIX en un pa¨ªs en el que no sobraban, tiene un elevado apartado de su producci¨®n zarzuel¨ªstica arrumbado.

Pero la amnesia tiene tambi¨¦n su lado bueno, la alegr¨ªa de descubrir, de vez en cuando, eso que olvidamos. Hace pocas temporadas era Los diamantes de la corona, una zarzuela formidable de los primeros a?os del g¨¦nero (1854). Ahora conocemos otra estrenada un a?o antes, Galanteos en Venecia (1853), con libro de Luis Olona, otro de los padres de esa zarzuela que todos defienden tanto como olvidan.

Galanteos¡­ es, musicalmente, formidable; con ese nervio que aspiraba a ¨®pera y que vibraba en las primeras zarzuelas. Barbieri se atreve con todo, resuelve admirablemente la relaci¨®n con el texto, que pr¨¢cticamente siempre suena convincente, da con la tecla de cualquier estilo: c¨®mico, rom¨¢ntico, dram¨¢tico; y no le tiembla el pulso ante d¨²os, tr¨ªos, romanzas e incluso ese extraordinario cruce de serenatas entre los dos rivales que cantan a la vez, cada uno en su estilo (uno italiano, otro espa?ol) una suerte de duelo de cantinelas a sus amadas.

La historia es otro asunto. Galanteos en Venecia es una comedieta de la ¨¦poca con enredos, malentendidos amorosos y aventuras construidas para divertir. Modernizar la historia cuesta mucho m¨¢s que o¨ªr la genial m¨²sica de Barbieri. A ello se aplica Paco Mir con desenvoltura, insertando un supuesto rodaje actual de la vieja historia veneciana. Esto le da ritmo y algunos chistes que gustan m¨¢s a unos que a otros. Pero el resultado es muy aceptable para dar solvencia esc¨¦nica y teatral a un espect¨¢culo necesario, porque Barbieri no puede, no debe, tener obras olvidadas. Nuestro teatro l¨ªrico no se lo puede permitir.

La interpretaci¨®n musical tiene empaque. La edici¨®n cr¨ªtica que ha preparado el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU) proporciona una versi¨®n m¨¢s que suficiente y la orquesta y el coro brillan, a lo que contribuye el director Crist¨®bal Soler con eficacia.

El reparto es muy consistente y regular. Se?alemos a las dos voces femeninas, la mezzo Cristina Faus y la soprano Sonia de Munck, que ya encarnaron a un d¨²o admirable en Los diamantes de la corona, aqu¨ª repiten ¨¦xito y lo comparten con el bar¨ªtono Jos¨¦ Antonio L¨®pez, espl¨¦ndido en su rol de heroico fanfarr¨®n. Pero el resto, desde cantantes hasta actores c¨®micos, se aplican a hacer de esta zarzuela injustamente olvidada un acontecimiento l¨ªrico.