El rapto de Jacobs
Podr¨ªa decirse que Ren¨¦ Jacobs ha emprendido el camino contrario al de Mozart en la ¡°aprehensi¨®n¡± de su cat¨¢logo oper¨ªstico. Empez¨® con Cos¨¬ fan tutte (1999) y termina con El rapto en el Serrallo (Harmonia Mundi), discrepando de la sucesi¨®n cronol¨®gica pero estableciendo un v¨ªnculo sustancial entre ambas, como un viaje de ida y vuelta. O al rev¨¦s.
Las diferencias son elocuentes en la lengua y en el lenguaje, pero Jacobs se esmera en las relaciones. Y lo hace elevando El rapto en el serrallo por encima de una comedia ex¨®tica. Le parece al maestro belga el embri¨®n de Cos¨¬ fan tutte, por la ambig¨¹edad del registro teatral, por la monumentalidad de las arias que identifican a Fiordeligi y Konstanze y porque escrutar las ¨®peras entre l¨ªneas.
Semejantes prevenciones no contradicen la experiencia hedonista de embriagarse con El rapto de Jacobs. Por eso la obertura es una declaraci¨®n de principios, un pre¨¢mbulo cuyas fluidez, riqueza t¨ªmbrica, din¨¢mica sonora y teatralidad predisponen la conmoci¨®n de una ¨®pera inspirada, redonda, homog¨¦nea.
Tan homog¨¦nea que Jacobs se vale de un pianoforte para relacionar los pasajes musicales y los hablados, indisociables entre s¨ª desde la perspectiva dramat¨²rgica con que el maestro estimula que los cantantes sean actores. Y al rev¨¦s, proporcionando as¨ª a la obra de Mozart una imponente estructura. Y despoj¨¢ndola de lecturas superficiales, pintorescas, alla turca.
Es la raz¨®n por la que me he acordado de un fabuloso montaje que concibi¨® Christoph Loy al hilo de El rapto del serrallo, sobre todo porque su visi¨®n de la ¨®pera de Mozart trascend¨ªa la mera an¨¦cdota de unos occidentales secuestrados en el har¨¦n de un pach¨¢. Expon¨ªa, al contrario, la manera de relacionarse con el otro, la alteralidad. Y las dudas, las vicisitudes de sus protagonistas respecto a la hipocres¨ªa y la coacci¨®n social en el trance de elecciones fundamentales. ?Quiere escaparse realmente Konstanze de los brazos de Selim? La pregunta puede prolongarse al equ¨ªvoco de los amantes en Cos¨¬ fan tutte. El adulterio, premeditado o inducido, sacude las convenciones de la sociedad contempor¨¢nea a Mozart, tan valiente y tan audaz como para removerlas, las convenciones, en un singspiel, El rapto en el serrallo, que inauguraba desde la clarividencia el g¨¦nero de la gran ¨®pera alemana y que Jacobs nos presenta como nunca lo hab¨ªamos escuchado antes.
Tanto conoce a Mozart, que se ha permitido pluriemplear el pianoforte, se ha consentido "ara?ar" las arias con pasajes hablados y ha reivindicado el concepto estructural de la palabra esc¨¦nica, haciendo de este Rapto un trabajo de musicolog¨ªa viviente y trepidante. Un estreno mundial.
Para lograrlo, ha reunido un magn¨ªfico plantel de cantantes -Robin Johannsen, Maximilian Schmitt, Dimitri Ivaschenko- y ha reclutado a las huestes de la Akademie f¨¹r Alte Musik. Entiendo que hay alternativas de m¨¦rito entre las cl¨¢sicas (Jochum, Krips) y entre las historicistas (Harnoncourt), pero Jacobs entroniza El rapto en el serrallo como una ¨®pera de Mozart equiparable a las m¨¢s grandes de su repertorio.
Babelia
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