La computadora que escribe poemas
Los escritores est¨¢n uti?lizando los buscadores de Internet basados en el lenguaje y las redes sociales como fuentes de texto. Un cap¨ªtulo de 'Escritura no-creativa'
El siguiente texto forma parte del libro 'Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital', del poeta y ensayista norteamericano?Kenneth Goldsmith (Freeport, New York, 1961), que edita Caja Negra. Se trata del cap¨ªtulo titulado originalmente 'Sembrar la nube de datos'.
Como es bien sabido, la elecci¨®n iran¨ª de 2009 fue desafiada por r¨¢fagas de 140 caracteres. Twitter se convirti¨® en una herramienta sorprendentemente eficaz para combatir un r¨¦?gimen opresor. No solo permiti¨® que los manifestantes estu?vieran en comunicaci¨®n instant¨¢nea, sino que lo hizo de una forma acorde a nuestra era sobrecargada de informaci¨®n. A medida que la informaci¨®n se mueve con m¨¢s velocidad y te?nemos que manejar cada vez mayores cantidades, nos atraen fragmentos m¨¢s peque?os. Las actualizaciones de estatus en las redes sociales describen sucintamente las circunstancias o el humor de un individuo, sean estos mundanos o dram¨¢?ticos, como fue el caso de las protestas en Ir¨¢n. Las actuali?zaciones o tuits tienen la capacidad de reducir circunstancias complejas a un solo enunciado. Y servicios populares como el de Twitter, que permite transmitir nuestro estado emocional pero no admite m¨¢s de 140 caracteres por posteo, comprimen el lenguaje. Estas peque?as emisiones de lenguaje son las m¨¢s recientes en un larga lista de reducciones ling¨¹¨ªsticas: ideogramas chinos, haikus, telegramas, titulares de prensa, boletines de noticias en vivo, esl¨®ganes publicitarios, poemas concretos e ¨ªconos para el escritorio de nuestra computado?ra. La compresi¨®n ling¨¹¨ªstica trae consigo una sensaci¨®n de urgencia; incluso los tuits m¨¢s mundanos ¨Ccomo describir tu desayuno¨C se pueden percibir como noticias de ¨²ltima hora, lo cual una vez m¨¢s demuestra que el medio sigue siendo el mensaje: la interfaz de Twitter ha recontextualizado el len?guaje ordinario para hacerlo ver extraordinario.
La compresi¨®n ling¨¹¨ªstica trae consigo una sensaci¨®n de urgencia; incluso los tuits m¨¢s mundanos ¨Ccomo describir tu desayuno¨C se pueden percibir como noticias de ¨²ltima hora
Las actualizaciones de estatus en las redes sociales, r¨¢?pidas y ef¨ªmeras, no se dan de forma aislada, su valor se en?cuentra en su r¨¢pida sucesi¨®n; mientras m¨¢s comentarios pu?bliques, y con m¨¢s frecuencia, m¨¢s eficaces ser¨¢n hasta que, como tantos otros fragmentos, terminen por acumularse en la gran narrativa de tu vida. Sin embargo, apenas aparecen, ya son desplazadas de la pantalla y se evaporan m¨¢s r¨¢pido que las noticias de ayer. Nuestro an¨¢lisis de toda esta infor?maci¨®n genera un impulso de actuar, responder, hacer clic, acumular, archivar¡ de administrarlo todo. O no. Los tuits pasan por la pantalla en tiempo real, de manera parecida a como antes el teletipo escup¨ªa cotizaciones de acciones en la bolsa. Durante las protestas, hab¨ªa tantos tuits y retuits con el hashtag #iranelection, que la interfaz no pod¨ªa seguir el ritmo de la informaci¨®n. En cierto momento, hubo veinte mil tuits en fila, listos para ser publicados en una especie de c¨¢mara de ecos, atiborrada de informaci¨®n y desinformaci¨®n, expresada en lenguaje alfanum¨¦rico. La mayor¨ªa de nosotros solo trata?ba de encontrar sentido a la validez de estos datos ef¨ªmeros antes de que desaparecieran de la pantalla, pero hubo ciertos escritores al acecho que cosecharon todos estos tuits, estas actualizaciones de estatus y dem¨¢s formas de escritura en la Web, como base para futuras obras literarias.
Esto se ha visto m¨²ltiples veces en el ¨²ltimo siglo. Las ¡°novelas¡± comprimidas en tres l¨ªneas de F¨¦lix F¨¦n¨¦on, publicadas de manera an¨®nima en un peri¨®dico franc¨¦s en 1906, se leen como una mezcla de telegramas, Koans Zen, titulares de prensa y actualizaciones de estatus en las redes sociales:
Por lo pronto, el pan en Burdeos no se ver¨¢ ensangrentado; el paso del camionero solo caus¨® una trifulca menor.2
El amor. En Mirecourt, el tejedor Colas aloj¨® una bala en la cabeza de la se?orita Fleckenger, y se trat¨® a s¨ª mismo con semejante rigor.
¡°?Por qu¨¦ no migramos a Les Palaiseaux?¡± S¨ª, pero de camino en su convertible, asaltaron y robaron al Sr. Lencre.
Hemingway escribi¨® un famoso cuento de solo siete palabras:
Se venden: zapatos de beb¨¦, sin usar
Se venden: zapatos de beb¨¦, sin usar
Nada que [mostrar] un ni?o y aun as¨ª un ni?o. Un hombre y aun as¨ª un hombre. Viejo y aun as¨ª viejo. Nada salvo rezumar nada y aun as¨ª. Una espalda encorvada y aun as¨ª de un viejo. La otra y aun as¨ª de un ni?o. De un ni?o peque?o.
De alg¨²n modo otra vez y todo en la mirada otra vez. Todo de una vez como una vez. Mejor peor todo. Los tres encorvados. La mirada. Todo el vac¨ªo angosto. Nada desdibujado. Todo claro. Claro tenue. Negro agujero de par en par en todo. Que todo deja entrar. Que todo deja salir.
David Markson, en una impresionante serie de novelas, conjuga el reportaje al estilo F¨¦n¨¦on con la prosa compacta de Beckett, esparciendo sentimientos subjetivos de narra?dores an¨®nimos en medio de cientos de fragmentos de la historia del arte, la mayor¨ªa de no m¨¢s de una l¨ªnea o dos:
?Delmore Schwartz muri¨® de un ataque al coraz¨®n en un s¨®r?dido hotel de Times Square. Pasaron tres d¨ªas hasta que en?contraron a alguien que reclamara el cuerpo.
James Baldwin era antisemita.
?No solamente clasifica libros y discos de fon¨®grafo, sino el residuo cada vez m¨¢s escaso de toda una vida? ?Papeles, carpetas con correspondencia??Hay manuscritos?
Como un torrente de Twitter, se trata de la lenta acu?mulaci¨®n de peque?os fragmentos que, a lo largo del libro, componen una narrativa fragmentada. Markson es un ca?talogador compulsivo: lo podemos imaginar escudri?ando los anales de la historia del arte, reduciendo vidas largas y complejas a tan solo unos comentarios esenciales. A menu?do usa los nombres a manera de abreviaciones ¨Cpeque?os titulares de peri¨®dico de dos palabras. Si recorremos la p¨¢?gina de cualquiera de las obras de Markson, encontraremos una lista incre¨ªble de pensadores y artistas reconocidos: Brett Ashley, Anna Wickham, Stephen Foster, Jacques Derrida, Roland Barthes, Maurice Merleau-Ponty, Roman Jakobson, Michel Leiris, Julia Kristeva, Philipe Sollers, Louis Althusser, Paul Ricoeur, Jacques Lacan, Yannis Ritsos, Iannis Xenakis, Jeanne H¨¦buterne, Amedeo Modigliani, Da?vid Smith, James Russell, y Lady Mary Wortley Montagu. Las listas de Markson evocan la manera en que funcionan las columnas de chismes de la far¨¢ndula, donde los nom?bres que se imprimen en negritas son los m¨¢s importantes.
El ensayista Gilbert Adair articula el poder explosivo de los nombres impresos sobre una p¨¢gina:
!Que entidades mas atractivas son los nombres impresos! Consideremos los siguientes: Steffi Graf, Bill Clinton, Woody Allen, Vanessa Redgrave, Salman Rushdie, Yves Saint Laurent, Umberto Eco, Elizabeth Hurley, Martin Scorsese, Gary Lineker, Anita Brookner. Practicamente lo unico que tienen en comun es que este ensayo no se trata de ninguno de ellos. Aun asi, como brillan sus mayusculas sobre la pagina ¨Ctanto, que no es inconcebible que mas de un lector, al recorrer las paginas de este ensayo para ver si tiene algo digno de leerse, no se vea cautivado por su parrafo inicial (que es como se supone que funcionan estas cosas), sino por este cuarto parrafo y solo por la fuerza de estos nombres. No importa que no se haya dicho nada sobre ellos, que nada nuevo, interesante o jugoso se haya mencionado, que el efecto acumulativo que se produce sea similar a algun retrato trompe l¡¯oeil de Gainsborough, donde lo que a distancia parece un retrato minucioso, hasta melindroso, de un vestido de satin resulta de cerca ser una masa borrosa de pinceladas ¨Caun asi, un conjunto de nombres como este se ha creado para atraer al ojo perezoso y desprevenido. La situaci¨®n ya ha llegado al extremo de que ver una p¨¢gina de peri¨®dico o revista que no tenga su cuo?ta reglamentaria de nombres, de preferencia famosos, se ha vuelto tan decepcionante como una mano de bridge sin m¨¢s que treces, cincos y ochos. En resumen, los nombres famosos son las cartas altas del periodismo.
En 1929, John Barton Wolgamot, un escritor poco co?nocido, public¨® por su cuenta una peque?a edici¨®n de un libro llamado In Sara, Mencken, Christ and Beethoven There Were Men and Women [En Sara, Mencken, Cristo y Beetho?ven hab¨ªa hombres y mujeres] que consist¨ªa casi exclusiva?mente de t¨ªtulos. Es poco menos que imposible leer el libro de forma lineal: lo mejor es hojearlo, que tu mirada salte de nombre en nombre, deteni¨¦ndose de vez en cuando en alguno familiar, del mismo modo en que Adair nos muestra c¨®mo funciona nuestra mirada cuando escanea las colum?nas de chismes, sociedad o los obituarios de un peri¨®dico.
Markson a menu?do usa los nombres a manera de abreviaciones ¨Cpeque?os titulares de peri¨®dico de dos palabras. Sus listas evocan la manera en que funcionan las columnas de chismes de la far¨¢ndula
Al escuchar un concierto en vivo de la sinfon¨ªa He?roica de Beethoven en el Lincoln Center de Nueva York, Wolgamot tuvo una percepci¨®n sinest¨¦sica de la m¨²sica y escuch¨® dentro de ¡°los mismos ritmos, nombres ¨Cnom?bres que no le significaban nada, nombres extra?os¡±. Unos d¨ªas despu¨¦s del concierto fue a la biblioteca a consultar una biograf¨ªa de Beethoven; en ese tomo cu?riosamente encontr¨®, uno tras otro, todos los nombres que hab¨ªa escuchado durante la sinfon¨ªa. Y cay¨® en la cuenta de que ¡°ya que el ritmo es la base de todas las cosas, los nombres son la base del ritmo¡±, y por eso deci?di¨® escribir su libro. El texto completo consiste en 128 p¨¢rrafos de este tipo:
En sus realmente grandiosos modales de Johannes Brahms muy heroicamente Sara Powell Haardt hab¨ªa arribado muy aleg¨®ricamente entre sus muy realmente grandiosos hom?bres y mujeres a Clarence Day Jr., John Donne, Ruggero Leoncavallo, James Owen Hannay, Gustav Frenssen, Thomas Beer, Joris-Karl Huysmans y Franz Peter Schubert muy ti?t¨¢nicamente.
Cuando se le cuestion¨® sobre Sara, Mencken, Wolga?mot dijo que hab¨ªa pasado un par de a?os inventando los nombres para el libro, pero que tard¨® diez a?os en escribir los enunciados conectores, el marco en el que los nombres aparecen. Wolgamot le describe al compositor Robert Ashley (quien despu¨¦s utiliz¨® el texto como libre?to) c¨®mo construy¨® la p¨¢gina sesenta del libro, que lista los nombres de George Meredith, Paul Gauguin, Margaret Kennedy, Oland Russell, Harley Granville-Barker, Pieter Brueghel, Benedetto Croce, y William Somerset Maugham:
Somerset tiene tanto el verano en ¡®summer¡¯ como el ocaso en ¡®set¡¯, y Maugham suena como el nombre de una isla del Pac¨ªfico sur, y Maugham escribi¨® una biograf¨ªa de Gauguin, cuyo nombre tiene tanto ¡®go¡¯ [ir], como ¡®again¡¯ [otra vez], y Oland podr¨ªa ser ¡®Oh, land¡¯ [oh, tierra] la exclamaci¨®n de un marinero, y Granville suena como una palabra en franc¨¦s que significa gran ciudad, de donde parti¨® Gauguin hacia el Pac¨ªfico sur
En 1934, cinco a?os despu¨¦s de que Wolgamot comen?zara a escribir Sara, Mencken, Gertrude Stein describi¨® c¨®mo compuso su libro cargado de nombres, Ser norteamericanos:
Desde el inicio hasta el d¨ªa de hoy y siempre en el futuro la poes¨ªa se interesa por los nombres de las cosas. Los nombres se pueden repetir de distintas formas [¡] pero ahora y siem?pre la poes¨ªa se crea al nombrar nombres como los nombres de algo los nombres de alguien los nombres de lo que sea [¡] Piensa en lo que haces cuando haces eso cuando amas el nombre de lo que sea realmente amas su nombre.
Muy conscientes de esta historia, Darren Wershler y Bill Kennedy, dos escritores canadienses, han unido re?cientemente, en su obra en proceso Status Update [Actua?lizaci¨®n de status], la escritura en forma comprimida con los nombres propios y le han dado un giro digital. Han creado un programa de extracci¨®n de datos que rastrea sitios web de las redes sociales y recolecta todas las actua?lizaciones de estatus de los usuarios. El programa despu¨¦s deshecha el nombre del usuario y lo reemplaza de manera aleatoria por el de un escritor fallecido. El resultado pare?ce una mezcla de F¨¦n¨¦on, Beckett, Markson y Wolgamot, todos filtrados por los caprichos inconsecuentes de las re?des sociales:
Kurt Tucholsky lleva dos d¨ªas encerrado por la nieve¡ ?qu¨¦ hacer, qu¨¦ hacer? Shel Silverstein va a jugar un poco de Tomb Raider antes de ir a trabajar. Lorine Niedecker se en?cuentra disfrutando su mini-receso. Jonathan Swift tiene boletos para el partido de hoy en la noche. Arthur Rimbaud tambi¨¦n logr¨® por fin emplear la palabra ¡°arbotante¡±.
Wolga?mot dijo que hab¨ªa pasado un par de a?os inventando los nombres para el libro, pero que tard¨® diez a?os en escribir los enunciados conectores, el marco en el que aparecen
El programa produce el poema sin parar, recabando todo el tiempo actualizaciones de estatus al ritmo en que se escriben y public¨¢ndolas en su p¨¢gina web cada dos minutos. Se puede hacer clic en todos los nombres propios de la p¨¢gina: te llevan a un archivo con todas las actuali?zaciones de estatus de ese autor. Si, por ejemplo, hago clic en el nombre de Arthur Rimbaud, me lleva a una p¨¢gina que incluye el siguiente texto:
Arthur Rimbaud est¨¢ de un ¨¢nimo musical nost¨¢lgico tonto. Ar?thur Rimbaud acaba de conseguir una mesa de estudio antigua convertible preciosa por solo 10 d¨®lares en una venta de garaje a la vuelta de la esquina. ?Arthur Rimbaud est¨¢ en la tienda de?corando el escaparate con unas ramas con flores que encontr¨® en la carretera! ?Arthur Rimbaud por fin puede escuchar la ma?ravilla del vinilo! Arthur Rimbaud quisiera poder leer dormido. ?Arthur Rimbaud tiene tanto sue?o! Arthur Rimbaud se est¨¢ percatando de que si no es ahora, ?cu¨¢ndo? Arthur Rimbaud est¨¢ un tanto ebrio prepar¨¢ndose para ver a su contador.
Al final de la p¨¢gina hay otra funci¨®n, algo que parece salido de un sue?o de la espiritualista decimon¨®nica Ma?dame Blavatsky (si hubiera contado con la tecnolog¨ªa para hacerlo), quien ten¨ªa una inclinaci¨®n por comunicarse con los muertos: ¡°Arthur Rimbaud tiene un canal RSS. ?Suscr¨ªba?se!¡± En un gesto deliciosamente ir¨®nico, Wershler y Henry hacen que estas leyendas participen en la marea de nuestra vida contempor¨¢nea online baj¨¢ndolos de sus pedestales, forz¨¢ndolos en contra de su voluntad a unirse al barullo. Lo que Status Update hace es mancillar el aura de todas estas leyendas, record¨¢ndonos que en sus ¨¦pocas ellos tambi¨¦n se hubieran quedado perplejos sobre por qu¨¦ ¡°los dioses del cub¨ªculo se est¨¢n burlando de su escritorio reci¨¦n aseado¡±.
Wershler y Kennedy parecen emular lo que el matem¨¢tico Rudy Rucker llama una lifebox [caja de vida], un concepto futurista donde todos los datos acumulados en el transcurso de una vida (actualizaciones de estatus, tuits, correos elec?tr¨®nicos, entradas de blog, comentarios sobre los blogs de otros, etc.) se combinar¨ªan con un programa poderoso que permitir¨ªa que los muertos conversen con los vivos de forma cre¨ªble. El te¨®rico digital Matt Pearson aclara:
En resumen, podr¨ªas plantearle una pregunta a tu tatarabue?la difunta y, aunque no haya dejado registro de sus opinio?nes sobre el tema, se podr¨ªa generar una respuesta probable [¡] Se trata de la autobiograf¨ªa como una construcci¨®n viva. Nuestros nietos podr¨¢n disfrutar de la misma calidad de re?laciones con los muertos que la que tenemos con nuestros amigos vivos en Facebook/Twitter. Y, a medida que se incre?mente la sofisticaci¨®n de las herramientas sem¨¢nticas, la caja de vida tambi¨¦n se volver¨ªa capaz de crear contenido fresco, escribiendo nuevas entradas de blog o copiando y pegando contenido para crear nuevos mensajes de video.
De hecho, Pearson contrat¨® a un programador para que le creara una rudimentaria caja de vida de s¨ª mismo bajo la forma de una cuenta de Twitter, y dice que ¡°este clon muerto viviente m¨ªo quiz¨¢ no sea tan coherente o relevan?te¡ pero sin duda dice el mismo tipo de estupideces que yo¡±. (Un tuit autorreferencial dice: ¡°Los concursantes en Britain¡¯s Got Talent son v¨ªctimas; al jugar con esta idea, de?cid¨ª inventar mi propia caja de vida¡±.) Hay tantos rastros de datos en las docenas de libros que se han escrito sobre Rimbaud, en sus monta?as de correspondencia, en los ensa?yos escolares escritos sobre ¨¦l, y desde luego en su poes¨ªa como para reanimarlo de alguna forma cre¨ªble en el futuro. Por lo pronto, Wershler y Kennedy est¨¢n levantando su ca?d¨¢ver y forz¨¢ndolo a unirse a nuestro mundo digital. Todo esto indica que nuestros ¡°ef¨ªmeros¡± rastros digitales no son tan ef¨ªmeros como pens¨¢bamos. De hecho, es posible que nuestras identidades en el futuro se compongan enteramen?te de ellos, lo que nos fuerza a considerar que este tipo de escritura sea al final nuestro legado.
?Un proyecto de escritura electr¨®nica anterior al de Wershler y Kennedy muestra intereses similares. The Apos?trophe Engine [La m¨¢quina del ap¨®strofo] tambi¨¦n re¨²ne, organiza y preserva fragmentos de lenguaje proveniente de Internet, aunque este programa m¨¢s bien genera pro?gramas m¨¢s peque?os para que vayan a cosechar lenguaje en masa a fin de crear lo que quiz¨¢ sea el poema m¨¢s gran?de jam¨¢s escrito ¨Cy que continuar¨¢ escribi¨¦ndose hasta que alguien desconecte el servidor.
La p¨¢gina web de la obra es enga?osamente senci?lla. Reproduce un poema en forma de lista, escrito por Bill Kennedy en 1993, donde cada l¨ªnea comienza con la directiva ¡°eres¡± [you are]. Se puede hacer clic en cada l¨ªnea. Kennedy y Wershler explican lo siguiente: ¡°Cuando un lector/escritor hace clic en una l¨ªnea, se remite a un buscador de Internet, que despu¨¦s produce una lista de p¨¢ginas web, como en cualquier b¨²squeda. The Apostrophe Engine genera despu¨¦s cinco robots virtuales que repasan la lista, coleccionando frases que comienzan con ¡°eres¡± y terminan con un punto. Los robots se detienen ya sea despu¨¦s de haber recolectado un cierto n¨²mero de frases o de revisar cierto n¨²mero de p¨¢ginas, lo que ocurra pri?mero¡±. A continuaci¨®n, The Apostrophe Engine registra y edita las frases que los robots han recolectado, borrando etiquetas html y otras anomal¨ªas, y despu¨¦s compila los resultados y los presenta como un nuevo poema, con la l¨ªnea original como t¨ªtulo¡ y en el que cada nueva l¨ªnea es un nuevo hiperv¨ªnculo.
En cualquier momento, la versi¨®n online de The Apos?trophe Engine ser¨¢ potencialmente tan grande como Inter?net misma. El lector/escritor puede seguir adentr¨¢ndose en el poema haciendo clic en cualquier l¨ªnea de cualquier p¨¢gina, desplaz¨¢ndose de manera meton¨ªmica por los con?tenidos siempre cambiantes. Adem¨¢s, como el contenido de Internet cambia sin cesar, los contenidos del poema tambi¨¦n lo hacen. La p¨¢gina que muestra hoy no ser¨¢ la misma que la de la semana entrante, ni la del mes entran?te, ni la del a?o entrante.
El resultado es un poema vivo, que se reescribe confor?me se reescribe Internet; completamente parseado en su totalidad por robots, contin¨²a creciendo aun cuando nadie lo lea. Como Status Update, es una obra ¨¦pica de lenguaje escrita en peque?as emisiones, un compendio marksoniano cuya naturaleza es explotada por Wershler y Kennedy:
El cat¨¢logo es una forma que forcejea con el exceso. Su trabajo es ser reductivo, exprimir todas las posibilidades que nos ofrece el mundo de la informaci¨®n en un conjunto definitivo [¡] Su efecto po¨¦tico, sin embargo, es exactamente el opuesto. Un cat¨¢logo expone un poema a la amenaza de un exceso de infor?maci¨®n, lo que se hace evidente cuando el lector se pregunta de manera respetuosa: ¡°?Cu¨¢nto m¨¢s puede durar esto?¡±. Pue?de, de hecho, seguir durante mucho, mucho tiempo. En 1993, cuando apenas pod¨ªamos vislumbrar las implicaciones totales de la World Wide Web, el cat¨¢logo y sus contradicciones ya se hab¨ªan vuelto el lugar donde enfrent¨¢bamos nuestro miedo a una sobreproducci¨®n de textos que los genera a un ritmo m¨¢s r¨¢pido que nuestra habilidad colectiva para leerlos.
?Pero qu¨¦ pasa cuando este texto que se genera de forma din¨¢mica se encuaderna y se congela entre las tapas de un libro? Wershler y Kennedy publicaron una selecci¨®n de 279 p¨¢ginas, y result¨® un proyecto muy diferente. En el ep¨ªlogo, los autores publicaron un descargo de responsabilidad donde explicaban que hab¨ªan trabajado los textos para obtener el mayor efecto en la p¨¢gina impresa: ¡°The Apostrophe Engine se ha entrometido con la escritura de otros, y nosotros he?mos hecho lo mismo con su escritura. [¡] La m¨¢quina nos ofreci¨® una riqueza inusitada, una abundancia de materia prima hermosa y banal ¨Ca la vez y alternadamente¡±.21
Y vaya si encontraron materia prima. He aqu¨ª un frag?mento de los resultados que genera The Apostrophe Engine cuando hago clic en la l¨ªnea ¡°you are so beautiful to me¡± [eres tan bella para m¨ª], el ¨¦xito pop de Joe Cocker:
you are so beautiful (to me) hello, you either have javascript turned off or an old version of adobe¡¯s flash player ? you are so beautiful to me 306,638 views txml added1:43 kathie lee is a creep 628.573 views everythingisterrible added2:39 you are so beautiful 1.441.432 views caiyixian added0:37 reptile eyes ? you are so beautiful (to me) 0 ? you are so beautiful 79.971 views konasdad added0:49 before ? you are so beauti?ful to me 19.318 views walalain added2:45 escape the fate¡ªyou are so beautiful 469,552 views darknearhome added2:46 sad slow songs: joe cocker¨Cyou are so beautif ? you are al?ready a member ? you are so beautiful (nearly unplugged) hello, you either have javascript turned off or an old ver?sion of adobe¡¯s flash player ? you are so beautiful 1.443.749 views caiyixian featured video added4:48 joe cocker~you are so beautiful (live at montre ? you are so beautiful 331.136 views jozy90 added2:32 zucchero canta ¡°you are so beauti?ful¡± 196.481 views lavocedinarciso added3:50 joe cocker mad dogs¨Ccry me a river 1970 777.970 views scampi99 added5:18 joe cocker¨Cwhiter shade of pale live 389.420 views dooko?foils added4:49 joe cocker¨Cn¡¯oubliez jamais 755.731 views neoandrea added5:22 patti labelle & joe cocker-you are so beautiful ? you are the best thit was? very exiting> akira?sovan (5 days ago) show hide 0 marked as spam reply mad brain? damage
Es un desastre inconexo: la proporci¨®n entre se?al y ruido es muy baja. Sin embargo, la versi¨®n impresa de este fragmento es un animal que se ve muy diferente:
eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella artista: Babyface ? eres tan bella ? eres tan bella, s¨ª eres para m¨ª eres tan bella eres para m¨ª ?no lo puedes ver? ? eres tan bella las letras son la propiedad de sus autores, artistas, y disquer¨ªas respectivas ? eres tan bella ? eres tan bella artista: Ray Charles ? eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella para m¨ª ? eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella ? eres tan bella para m¨ª ? eres tan bella, por favor podr¨ªas
El espacio se ha normalizado, los n¨²meros han desa?parecido, las l¨ªneas muertas se han removido; ha habido una considerable edici¨®n, y para bien. La versi¨®n impresa se lee de maravilla, llena de ritmos dispares y musicali?dad repetitiva, como un texto de Gertrude Stein o el li?breto de Einstein on the Beach [Einstein en la playa] de Christopher Knowles. Incluye la disposici¨®n cuidadosa de diferentes tipos de contenido como la advertencia de los derechos de autor, que interrumpe de golpe justo cuando nos comenzamos a sentir arrullados por las frases repeti?das. Los dos nombres propios en negritas ¨CBabyface y Ray Charles¨C, cada uno con una frase id¨¦ntica que les precede ¨C¡°you are so beautiful artist¡±¨C est¨¢n a suficiente distancia como para no interferir entre s¨ª, lo que produce un texto perfectamente equilibrado.
Aunque la computadora cosech¨® la materia prima del poema, la belleza del texto se debe al toque de autor que le imprimieron Wershler y Kennedy, responsables de una interpretaci¨®n de la obra m¨¢s convencional, en la que se advierte la presencia de una h¨¢bil mano editora Sin embar?go, la versi¨®n impresa carece de la habilidad de sorprender, de crecer y reinventarse de manera continua, tal como lo hace la versi¨®n online, menos pulida. Lo que emerge en estas dos versiones es, entonces, un equilibrio que recoge tanto la versi¨®n de la m¨¢quina como la del libro impreso, el texto bruto y el manipulado, lo infinito y lo conocido; dos maneras de expresar el lenguaje contempor¨¢neo, ninguna de las cuales podr¨ªa ser coronada como la definitiva.
Ya hemos logrado, hace tiempo, que una computado?ra escriba poemas. Lo que es nuevo, como en el caso de Wershler y Kennedy, es que ahora los escritores est¨¢n uti?lizando los buscadores de Internet basados en el lenguaje y las redes sociales como fuentes de texto. Tener un programa independiente que pueda generar poemas fantasiosos en tu computadora se siente un poco pintoresco en comparaci¨®n con los caudales que producen los generadores masivos de len?guaje en la red y que golpean sobre nuestra mente colectiva.
A veces esa mente no es muy bonita. El colectivo Flarf se ha dedicado a explorar Google en busca de los peores re?sultados, convirti¨¦ndolos en poes¨ªa. Si Internet en verdad es, como aseguran algunos, nada m¨¢s y nada menos que el basurero ling¨¹¨ªstico m¨¢s grande del mundo, hecho de ci?berespionaje y guerras de flamers, de publicidad de Viagra y spam, entonces el colectivo Flarf explota esta condici¨®n contempor¨¢nea al convertir toda esa basura en poes¨ªa. Y el pozo no tiene fondo. En un perfil de Flarf publicado en The Wall Street Journal describen su m¨¦todo de escritura:
Flarf es una criatura de la era electr¨®nica. El m¨¦todo Flarf t¨ª?pico involucra combinaciones de palabras que aparecieron en b¨²squedas de Google, y los poemas a menudo se comparten a trav¨¦s del correo electr¨®nico. Cuando un poeta escribi¨® un poema despu¨¦s de googlear ¡®peace¡¯ [paz] + ¡®kitty¡¯ [gatito], otro respondi¨® con un poema escrito despu¨¦s de buscar ¡®pizza¡¯ + ¡®kitty¡¯. Una lectura de 2006 ha sido vista m¨¢s de 6.700 veces en YouTube. Comienza as¨ª: ¡°Kitty goes Postal/ Wants Pizza¡± [Gatito enfurece/ Quiere pizza].
Lo que comenz¨® como un grupo de personas que envia?ban poemas a un concurso de poes¨ªa online en poetry.com ¨Cescrib¨ªan los peores poemas que pod¨ªan concebir, y desde luego eran rechazados¨C se convirti¨® en una est¨¦tica en s¨ª mis?ma, que el cofundador del grupo Flarf, Gary Sullivan, describ¨ªa como: ¡°Una especie de espanto corrosivo, cursi o empalagoso. Mal. Pol¨ªticamente incorrecto. Fuera de control. ¡®Not okay¡¯¡±.24 Un poema t¨ªpico de Flarf es ¡°Unicorn Believers Don¡¯t Declare Fatwas¡± [Quienes creen en los unicornios no declaran senten?cias], de Nada Gordon. He aqu¨ª un fragmento:
Aunque parezca extra?o, existe
un ¡°Anillo Unicornio de placer¡±.
Estudios revelan que Hitler se rob¨®
la famosa sv¨¢stica de un unicornio
que sal¨ªa de un arco iris.
Nazi a unicornio: ¡°No vas a salir
conmigo vestido con ese atuendo
rid¨ªculo¡±. Por fin le puedes decir a tu hija
que los unicornios son reales. Uno le arranc¨® la cabeza
a una estatua de cera de Hitler, report¨® la polic¨ªa.
El 22 de abril es un bonito d¨ªa. De verdad me gusta.
Digo, no es tan fant¨¢stico como ese culo
de unicornio de hitler, pero es bastante especial para m¨ª.
corri¨¦ndose el ¨¢guila calva hay un diminuto Abe
Lincoln boxeando con un Hitler diminuto. unicornios m¨¢gicos.
¡°?De verdad eres un unicornio?¡± ¡°S¨ª. Ahora
b¨¦same los pies.¡± Hitler como un gran hombre.
Hitler¡ mmm s¨ª, Hitler, Hitler, Hitler,
Hitler, Hitler, Hitler¡ la comida alemana es tan mala,
que hasta Hitler era vegetariano, como los unicornios.
Al rastrear foros online y sitios web de culto, Gordon usa el lenguaje coloquial corrupto de Internet para crear un poe?ma cuyo lenguaje es siniestramente cercano a sus fuentes. Sin embargo, su selecci¨®n de palabras e im¨¢genes revelan que se trata de un poema construido con sumo cuidado, y nos demuestra que el reordenamiento del lenguaje recupera?do ¨Cincluso uno tan desagradable y bajo como este¨C se pue?de transformar, con cierta alquimia, en arte. Pero para ha?cer algo bueno con materiales horribles, tienes que escoger bien. K. Silem Mohammad, cofundador de Flarf, lo llam¨® una especie de poes¨ªa ¡°buscada¡± ¨Cen vez de ¡°encontrada¡±¨C, ya que sus creadores est¨¢n involucrados, de manera constante y activa, en el acto de explorar y procesar textos. En el poema de Gordon, aparecen varios temas calientes, es decir, ¨¦l se ocupa de tocar temas tab¨² y de moda, im¨¢genes muy cono?cidas y clich¨¦s: fatwas, abortos y el cumplea?os de Hitler ¨Cnada est¨¢ prohibido. De cierta manera, Flarf toma su pauta hist¨®rica de la po¨¦tica de pandilla de la escuela de Nueva York, cuyos poemas estaban llenos de chistes privados dirigi?dos a sus amigos. En el caso de Flarf, muchos de sus poemas se postean en su listserv privado26, se remixan y reciclan a su vez por el grupo creando poemas en cadena largu¨ªsimos ba?sados en basura de Internet. Despu¨¦s, estos mismos poemas se vuelven a postear en la Web para que otros los deshagan ¨Csi as¨ª lo quieren. Pero la escuela de Nueva York ¨Ccon todas sus ideas de lo ¡°bajo¡± y lo ¡°kitsch¡±¨C nunca fue tan lejos como el grupo Flarf en su indulgencia frente al ¡°mal¡± gusto.
Flarf nunca cree realmente en lo que dice ¨Cemplea una subjetividad falsa¨C, pero lo dice de todas formas; y raspa el fondo de la olla cultural con tal agudeza, premonici¨®n, precisi¨®n y sensibilidad que nos vemos forzados a revalorar la naturaleza de ese lenguaje que nos envuelve y sepulta. Nuestro primer impulso es huir, negar su valor, alejarnos, ig?norarlo como si fuera una gran broma, pero, al igual que en Car Crashes [Choques de autom¨®viles] y Electric chairs [Sillas el¨¦ctricas], de Warhol, Flarf tambi¨¦n nos extas¨ªa, repele y en?tretiene. Nos pone un arma de doble filo en la yugular y nos fuerza a vernos en el reflejo de esa espada, con dosis id¨¦nti?cas de narcisismo desbordante y terror absoluto. Y, en este sentido, esas reacciones contradictorias son similares a lo que nos genera la fusi¨®n de lo literario con las nuevas tecnolo?g¨ªas. Las pr¨¢cticas de Flarf y Wershler/Kennedy plantean dos soluciones muy diferentes a c¨®mo pueden los poetas crear obras nuevas y originales en una ¨¦poca en la que la mayor¨ªa de las personas se est¨¢ ahogando en la marea de informaci¨®n que la rodea. Proponen que el lenguaje generado en Internet, aun en su forma corrupta y aleatoria, es una materia prima mucho m¨¢s rica ¨Clista para ser replanteada, remixada y repro?gramada¨C que cualquier cosa que podr¨ªamos inventar.
Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital. Kenneth Goldsmith. Traducci¨®n de Alan Page. Adaptado por Mariana Lerner; prefacio de Reinaldo Laddaga. Caja Negra. Buenos Aires, 2015. 336 p¨¢ginas. 20 euros
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