Mira arriba, estoy en el cielo
Plane¨® su despedida y la rubric¨® al expirar a los tres d¨ªas. No hay duda: era un artista total
Quiz¨¢s el mayor logro de David Bowie como creador fuese comprender que la m¨²sica pop aumenta su influjo si llega proyectada por un acontecimiento. La creaci¨®n del personaje Ziggy Stardust, aterrizado del espacio exterior para liderar a una juventud extraviada en un mundo adulto y hostil, fue en 1972 el primero de los muchos y variados actos y hallazgos que impulsaron su repertorio, alimentados por una posibilista visi¨®n de futuro en terrenos adyacentes como la moda o lo audiovisual.
Pero Ziggy y los dem¨¢s atuendos que vestir¨ªa a lo largo de las d¨¦cadas ¡ªdel enclenque Duque Blanco de Station to Station (1976) al figur¨ªn ansioso de ventas de Let¡¯ s Dance (1983), del artista explorando una vez m¨¢s por los m¨¢rgenes f¨ªsicos y mentales en la trilog¨ªa de Berl¨ªn, con el himno "Heroes" como emblema, al renovado ¨ªcono de los a?os noventa¡ª se quedan en nada si atendemos al modo en que, el 8 de enero de 2013, el ¨ªdolo regresaba tras 10 a?os de exilio con un sencillo truco de magia. Sin noticias previas ni calentamiento medi¨¢tico, tan solo un v¨ªdeo en YouTube con una de sus m¨¢s hondas canciones, Where Are We Now, confesi¨®n de senilidad y desesperanza ante la incertidumbre del tiempo restante, a¨²n as¨ª endulzada por la noci¨®n de que el amor, ese instante que se hace eterno, podr¨ªa hacer m¨¢s llevadero el pasaje hacia la puerta de salida.
Si hasta su renuncia por problemas cardiacos hab¨ªa sido el m¨¢ximo art¨ªfice del evento pop, aquella ma?ana invernal se superaba a s¨ª mismo gestionando con astucia la ant¨ªtesis del acontecimiento: el secreto absoluto. Nadie sab¨ªa que hab¨ªa estado grabando en una opacidad que desvelar¨ªa su acierto de golpe: en la era de las redes sociales y la comunidad virtual, donde todos podemos ser h¨¦roes por un solo d¨ªa, la fuerza m¨¢xima resid¨ªa en el anonimato en que hab¨ªa vivido su retiro. El factor sorpresa elevaba el repertorio del ¨¢lbum, The Next Day, nuevamente a un acontecimiento global. Aquel disco antol¨®gico, en el sentido estricto del t¨¦rmino, pues recog¨ªa casi todos los estilos que hab¨ªa ido rastreando en el underground para lanzarlos al mainstream, del glam y la vanguardia al techno o la balada, fue un reencuentro emocionante, musicalmente gozoso, aunque algunas voces cr¨ªticas echaran en falta un soplo de innovaci¨®n cuando en realidad lo que el ¨¢lbum planteaba era simplemente un sugestivo inventario.
Blackstar, que nos ha embargado durante todo el fin de semana con esa sonoridad que funde rock y jazz, cancela dolorosamente ese reencuentro. Dicen que es una obra experimental, pero a las pocas escuchas te impregna como genuina obra de arte, no como otro producto comercial. Lo recibimos como nuevo salto al futuro, de la mano del fiel productor Tony Visconti y un grupo de j¨®venes prodigios del jazz, idea que se empa?aba al bucear en unas letras cr¨ªpticas, repletas de premoniciones mortales y vocalizaciones de quien se siente ya muerto pese a estar todav¨ªa entre los vivos. "Mira arriba, estoy en el cielo / Tengo cicatrices que no se ven / Poseo el drama, nadie puede rob¨¢rmelo / Todos me conocen ya", canta en Lazarus. "Algo ocurri¨® el d¨ªa de su muerte / Su esp¨ªritu se elev¨® y se hizo a un lado", repite en esa magn¨¦tica, luctuosa suite que es el mayest¨¢tico tema titular. "S¨¦ que algo no va bien", arranca la balada final I Can¡¯t Give Everything Away, donde rubrica un autorretrato que resume al hombre y su obra de modo tan di¨¢fano como retorcida era su escritura: "Ver m¨¢s y sentir menos / Decir no cuando quieres decir s¨ª / Esto es todo lo que siempre quise significar / No puedo explicarlo todo".
Hemos despertado con una de esas noticias que la mente se niega a procesar. Y, de pronto, todas las piezas han encajado perfectamente. Justo cuando estas canciones empezaban a sedimentar en el interior, prometiendo largas horas de placer y enigmas resueltos a medias, que as¨ª es el verdadero arte, el destino ha depositado en nuestras manos el manual de uso.
Las premoniciones no eran invenci¨®n senil, sino realidad inminente. David Bowie ha cerrado su ¨²ltimo cap¨ªtulo con el evento de eventos. Planear tu propia despedida y rubricarla expirando tres d¨ªas despu¨¦s. Ya no quedan dudas, era un artista total.
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