Josep Maria Fradera: ¡°Las colonias ten¨ªan leyes de segunda¡±
El catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea desentra?a en m¨¢s de 1.300 p¨¢ginas el peso imperial en la construcci¨®n y desarrollo del Estado naci¨®n entre 1750 y 1918
Dos vol¨²menes, m¨¢s de 1.300 p¨¢ginas y un af¨¢n, el de contar la ¨ªntima vinculaci¨®n de la naci¨®n moderna con los viejos imperios. ¡°Si en este libro hay alguna lecci¨®n es la de que la naci¨®n en Europa no se ha fraguado como comunidad y como proyecto pol¨ªtico al margen de la transformaci¨®n de los imperios¡±, dice Josep Maria Fradera (Matar¨®, Barcelona, 1952), catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad Pompeu Fabra, investigador ICREA y con una larga experiencia como docente en el extranjero (Princeton, Chicago, Harvard, la EHSS de Par¨ªs). La idea inicial de este proyecto, en el que ha invertido unos 20 a?os de investigaci¨®n, viene de lejos, de dos trabajos realizados en 1995 sobre colonialismo espa?ol en el siglo XIX, y ha terminado por concretarse en La naci¨®n imperial (1750-1918) (Edhasa), donde aborda tambi¨¦n lo que ocurri¨® con Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
PREGUNTA.??Cu¨¢ndo cambia la relaci¨®n entre la metr¨®poli y las colonias?
RESPUESTA.?Es a me?diados del siglo XVIII cuando el Estado metropolitano se hace mucho m¨¢s intrusivo. Hasta entonces hab¨ªa dejado hacer, y eran los dirigentes de las colonias los que resolv¨ªan all¨ª los problemas. Pero la maquinaria del Estado se vuelve m¨¢s complicada y se implica en conflictos cada vez m¨¢s costosos, sobre todo desde la guerra de los Siete A?os (1756-1763). Es entonces cuando se pide a las colonias m¨¢s recursos.
P.?Y las colonias se rebelan.
R.?S¨ª, ah¨ª est¨¢ la revuelta de las 13 colonias de Am¨¦rica, por ejemplo. Se les empez¨® a exigir m¨¢s y entonces se rompi¨® el pacto colonial que ven¨ªa de antiguo y que funcionaba por alejamiento: no pedimos mucho pero tampoco nos obligu¨¦is a demasiado. Cuando el Estado les sube los impuestos, las colonias reclaman bajo la f¨®rmula de no taxes without representation. Quieren defender sus intereses en los centros imperiales.
¡°Se producen retrocesos: hay Constituciones de principios de siglo m¨¢s liberales que las que vendr¨ªan despu¨¦s¡±
P.?En C¨¢diz est¨¢n las colonias.
R.?Los primeros liberales espa?oles convocaron a esas Cortes a representantes del mundo americano y del filipino. Llaman, eso s¨ª, a los libres, porque hab¨ªa otros, los esclavos. Pero los americanos caen en el resentimiento cuando perciben que los llamaron en pie de igualdad, pero luego los legisladores peninsulares fueron ingeniando tretas para tener al final la sart¨¦n por el mango.
P.?As¨ª que aquel proyecto surge ya con un mont¨®n de excluidos.
R.?Hay muchas maneras de entender el paso de una monarqu¨ªa con derechos particulares a un sistema de derechos y representaci¨®n ¨²nica en un cuerpo pol¨ªtico que es el de la naci¨®n. Ese paso siempre es problem¨¢tico. Y se producen muchos retrocesos: hay Constituciones de principios de siglo que son m¨¢s liberales que las que vendr¨ªan despu¨¦s.
P.??C¨®mo se produce ese cambio?
R.?Las guerras napole¨®nicas muestran que las ideas de igualdad, libertad, derechos y representaci¨®n son explosivas. Esa es la clave del mundo contempor¨¢neo, que existen derechos. Todos los hombres nacen libres e iguales y merecen seguir si¨¦ndolo: eso se dice en la declaraci¨®n de independencia de Estados Unidos y en la de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia. Y desde entonces esas palabras resuenan en todo el mundo. Pero eso no significa que se conviertan en una realidad de hecho. Lo esencial es comprender que la naci¨®n que se est¨¢ fraguando en Europa como comunidad pol¨ªtica no puede entenderse al margen de la transformaci¨®n de los imperios.
Se producen muchos retrocesos: hay Constituciones de principios de siglo que son m¨¢s liberales que las que vendr¨ªan despu¨¦s
P.??C¨®mo consiguen mantenerse?
R.?Cuando los liberales recuperaron el poder en Espa?a hacia 1837 prepararon una nueva Constituci¨®n, y volvieron a llamar a los coloniales que quedaban: Cuba, Puerto Rico, Filipinas. Los criollos cubanos, presionados por las exigencias presupuestarias de las reformas de Mendiz¨¢bal, protestaron. As¨ª que los echaron de las Cortes y aprobaron una nueva Constituci¨®n que estableci¨® que las colonias iban a ser gobernadas por leyes especiales. Esta es la madre del cordero.
P.??El cambio esencial se produce entonces en Espa?a?
R.?No, ya en la Constituci¨®n que Francia aprueba en 1799 se dice que las colonias ser¨¢n gobernadas por leyes especiales. Se deja sin voz a las colonias en las metr¨®polis en el mismo momento en que se afirma la naci¨®n liberal.
P.??Qu¨¦ significa eso?
R.?Por lo pronto, que en las colonias quien gobierna es el brazo militar y que se forja una legislaci¨®n colonial que en la metr¨®poli ser¨ªa escandalosa. Consideran que las colonias son demasiado diferentes, por cultura y religi¨®n, y que por eso all¨ª no pueden funcionar las leyes de la metr¨®poli. Matan dos p¨¢jaros de un tiro: se disuelve la idea de que coloniales y metropolitanos son iguales, algo que hab¨ªa provocado la revoluci¨®n de Hait¨ª por ejemplo, y se evita el viejo ¡°?qu¨¦ hay de lo m¨ªo?¡±, que funcionaba cuando las colonias enviaban sus representantes a la metr¨®poli para defender sus intereses.
P.?Es lo que llama la naci¨®n imperial.
R.?Exacto, es la l¨®gica que se impone a mediados del siglo XIX. Hay un ¨¢mbito metropolitano, donde manda el Parlamento y las leyes constitucionales, y donde el Estado-naci¨®n exige un horizonte de igualdad. Pero eso no llega a las colonias. All¨ª manda el poder ejecutivo y se opera con una legislaci¨®n de segunda.
La naci¨®n imperial (1750-1918). Josep Maria Fradera. Edhasa. Barcelona, 2015. 1.392 p¨¢ginas. en dos vol¨²menes. 75 euros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.