?Debi¨® salir Padilla por la Puerta del Pr¨ªncipe?
Hizo lo que sabe y lo hizo muy bien. Divirti¨® y emocion¨®, que no es poco. Se puede discutir la exigencia o generosidad en los trofeos
El s¨¢bado por la noche ocurri¨® algo inesperado: el torero Juan Jos¨¦ Padilla sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe de la Maestranza de Sevilla. Y muchos se han rasgado las vestiduras. Claro, que Padilla no es un elegido ni un exquisito; acaso un esforzado obrero del toreo con una encomiable historia de superaci¨®n personal, pero no m¨¢s. Y algunos de los que se derriten con migajas de los artistas, aceptan gato por liebre en el toro, admiten el fraude y la manipulaci¨®n y pierden el trasero por considerarse amigo de la figura o el ganadero de moda, han considerado que el triunfo de Padilla es una herej¨ªa. (Una nueva dictadura -esta vez, taurina- de lo pol¨ªticamente correcto)
Que este torero no es un artista nadie lo va a descubrir a estas alturas; pero tampoco Padilla es el culpable de que la plaza sevillana haya perdido su prestigio en beneficio de una modernidad caricaturesca. Hace tiempo que la sabia, exigente y generosa afici¨®n maestrante desert¨® del Baratillo para dar paso a un p¨²blico superficial y bullanguero. Y los principales responsables de esta grav¨ªsima decadencia son las figuras elegidas y exquisitas que hacen un da?o irreversible, cada d¨ªa, a la fiesta de los toros.
Lleg¨® Padilla y sali¨® por la Puerta del Pr¨ªncipe porque ese arco est¨¢ ah¨ª para dar honor y gloria a los h¨¦roes. Y as¨ª ha sido toda la vida. Larga es la lista de toreros que la han traspasado sin el carn¨¦ de artista en la boca. Y no se han hundido los cimientos de la tauromaquia.
A Juan Jos¨¦ Padilla se le puede negar el pan y la sal de un pellizco del que carece, pero se gan¨® la gloria por una actuaci¨®n entregad¨ªsima de principio a fin; desde las rodillas en tierra para recibir a sus dos toros, hasta su decisi¨®n con el capote, su derroche en banderillas y su firmeza con la muleta y la espada. Y eso, guste m¨¢s o menos, tambi¨¦n es tauromaquia; y no solo porque lo apoyara incondicionalmente un p¨²blico festivo y sentimental que lo considera su h¨¦roe; toreros de su corte han merecido siempre admiraci¨®n y respeto, y son necesarios para que la fiesta de los toros contin¨²e y no se convierta en un espect¨¢culo elitista y minoritario.
Padilla hizo lo que sabe y lo hizo muy bien. Divirti¨® y emocion¨®, que no es poco. Se puede discutir, claro que s¨ª, la exigencia o generosidad en la concesi¨®n de los trofeos, pero todos, y no solo los que pase¨® este torero.
Es bueno que la Puerta del Pr¨ªncipe cobije tambi¨¦n a los h¨¦roes populares; Padilla lo es y no debe pedir perd¨®n por ello.
Porque no es justo ser riguroso con los h¨¦roes y magn¨¢nimo con los artistas, y porque la Maestranza no ha bajado el list¨®n con el triunfo del torero jerezano. Ya estaba por los suelos cuando este hizo el pase¨ªllo. Y con ¨¦l se ha utilizado el mismo criterio de moda. ?O es que el toro con el que otros han triunfado era acaso un toro? Pues eso¡
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