Viaje alrededor de Fernando del Paso
El mexicano que evad¨ªa censuras a trav¨¦s de la onda corta ha recibido el Premio Cervantes. Es un escritor que pinta o un pintor que escribe a contracorriente
Por lo menos dos generaciones de lectores recordar¨¢n la noche de 1987 cuando el conductor del telediario con mayor audiencia en M¨¦xico se puso a leer al aire el primer p¨¢rrafo de la novela Noticias del Imperio. Millones de mexicanos escuchaban de pronto noticias de un delirio decimon¨®nico, en vez de las acostumbradas locuras con las que languidec¨ªa la primera revoluci¨®n del siglo XX. Para muchos lectores era la primera vez que se apuntaban el nombre de Fernando del Paso como lectura obligatoria, que al d¨ªa siguiente se reflej¨® en las ventas (que a la fecha no han decrecido). Para otros, Del Paso ya hab¨ªa sonado campanas y ladridos desde 1966 cuando public¨® su primera novela, Jos¨¦ Trigo (1966).
Del Paso como un continente que habr¨¢ que recorrer andando es un paisaje que inaugura su lectura con poes¨ªa: su primer libro, Sonetos de lo diario (1958), es un poemario que se ha multiplicado en c¨ªrculos conc¨¦ntricos (De la A a la Z, de 1988; Paleta de diez colores, de 1990; Castillos en el aire, de 2002; PoeMar, de 2004, e incluso La muerte se va a Granada, que es teatro en verso) como extensiones en verso de eso que los profesionales de la cr¨ªtica definen de acuerdo al silogismo de Auden¡ªLa poes¨ªa ocurre¡ª y el poeta Del Paso lo encuentra en el surrealismo cotidiano, en las minucias enormes, en lo fugitivo que permanece como pinceladas al ¨®leo sobre la inmensa tela de un continente a veces aislado.
El nuevo libro con el que deber¨ªan empezar a recorrerlo los nuevos lectores es 'Viaje alrededor del 'Quijote'
Hablamos de un escritor que pinta o de un pintor que escribe, no siempre con el lectorio en aplauso inmediato o la cr¨ªtica con vientos a favor, sino a contracorriente, estertor siempre llamativo y desconcertante. Por algo tambi¨¦n es el primer Premio Cervantes que comparte vestuario con Mick Jagger: gafas naranjas sobre un terciopelo rojo y mitones que en ingl¨¦s son mittens que riman con Dickens, como muchos de los personajes que se salieron del posible paisaje de su pose¨ªa para poblar las tres novelas que lo consagran y honran hoy precisamente al premio con el que se le honra. Hablo de personajes a la inglesa o lo Gald¨®s, con guantes de dedos recortados, que no caben tanto en verso y piden prosa para vivir o desvivir a su gusto, como los que habitan entremeses de corrala cervantina o el loco lector que se atrevi¨® a conquistar al mundo cruzando una madrugada los vastos campos de Montiel en La Mancha.
Fernando del Paso es el sexto escritor mexicano en ser reconocido con el Cervantes, habiendo ganado una decena de otros premios de elevado prestigio, pero quien sobrevuela su obra descubre que se distingue particularmente por ser autor le¨ªdo. M¨¢s a¨²n, rele¨ªdo y escuchado. As¨ª como miles de mexicanos lo descubrieron por las noticias que se leyeron en las noticias, no pocos espa?oles de la generaci¨®n de la Transici¨®n lo conoc¨ªan como la voz de la BBC de Londres y luego el hombre que hablaba de letras a trav¨¦s de Radio Francia Internacional. La voz que cruzaba fronteras por las nubes y llegaba a los o¨ªdos ¨¢vidos de quienes so?aban con el fin de una Espa?a en blanco y negro. Hablaba de m¨²sica en colores, autores en ingl¨¦s, poetas en franc¨¦s y toda la herbolaria de la alta cultura que evad¨ªa censuras a trav¨¦s de la onda corta. Era como una onda psicod¨¦lica para un panorama pacato y persignado de perseguidos y pendientes; nada mejor que en voz de quien hab¨ªa sacudido no pocas conciencias en M¨¦xico al cuajar una novela de atrevida prosa y conciencia en papel como Jos¨¦ Trigo.
Nacido en 1935, Fernando del Paso pertenece a la generaci¨®n que se hizo hombre en el medio siglo XX, cuando las promesas y postrimer¨ªas de la revoluci¨®n mexicana se hab¨ªan convertido en instituciones ejemplares, pero tambi¨¦n en alargadas promesas incumplidas. Con Jos¨¦ Trigo, Del Paso escrib¨ªa la voz de un fantasma en la ciudad y el coro de los conflictos. Nombre-t¨ªtulo como Pedro P¨¢ramo, Jos¨¦ Trigo es el llano lleno de edificios, la ciudad donde desfilaban en huelga los desheredados de tanta sangre, al filo de Tlatelolco. Del Paso pon¨ªa palabras a la poluci¨®n y al populacho, a la neblina de un doloroso descalabro que parece prosa autom¨¢tica, murmullos en p¨¢rrafos sueltos, preconizando eso que hoy d¨ªa ¡ªmedio siglo despu¨¦s¡ª confunde y duele tanto a Brasil: declararse anfitri¨®n de Ol¨ªmpicos Juegos y Mundiales de Bal¨®n Inflado en esa c¨ªclica loter¨ªa del desconcierto de las naciones que aspiran a ser del Primer Mundo habiendo hambre en los campos y harapos en las calles. En Jos¨¦ Trigo reclaman justicia con su huelga los ferrocarrileros de un pa¨ªs que hoy, medio siglo despu¨¦s, se qued¨® sin trenes.
Del Paso quiso estudiar Medicina y dice que renunci¨® por aversi¨®n a las v¨ªsceras y sangres en directo, lo cual no impidi¨® que se lanzara a la confecci¨®n de una segunda novela en 1977 que retrata la vida de Palinuro de M¨¦xico, estudiante de Medicina que vive en amasiato con su prima Estefan¨ªa en el cuadr¨¢ngulo enigm¨¢tico de la plaza de Santo Domingo, antiguo refugio de la Inquisici¨®n en tiempos de la colonia, bajo cuyos portales subsisten hasta el d¨ªa de hoy los escritorios p¨²blicos donde evangelistas a destajo escriben cartas para todo analfabeto que solicite documentos legales o cartas de amor furtivo. Palinuro de M¨¦xico es un collage barroco y on¨ªrico, mural voc¨¢lico donde se entremezcla la memoria de sus propias andanzas de estudiante en el vecino colegio de San Ildefonso con las ilusiones enloquecidas de un aspirante a curador de almas y cuerpos.
Quien sobrevuela su obra descubre que se distingue particularmente por ser autor le¨ªdo. M¨¢s a¨²n, rele¨ªdo y escuchado
Luego, en 1987, Noticias del Imperio cristalizar¨ªa la fin¨ªsima ebanister¨ªa del escritor barroco, el cronista literario de una ¨¦poca que hab¨ªa sido velada en amnesias por la aburrida prosa de un mont¨®n de historiadores. Se trata de la confirmaci¨®n de un ¨¢nimo popular en donde tanta glorificaci¨®n en bronce de Benito Ju¨¢rez y la heroica defensa de la soberan¨ªa nublaba la incomprendida desgracia del ef¨ªmero emperador Maximiliano y su tierno amor, Carlota Amalia. Un noble austriaco vestido de chinaco dictando bandos en todas las lenguas ind¨ªgenas y una princesa de B¨¦lgica que termina enloquecida, durmiendo con un mu?eco anat¨®micamente correcto de su rey (fusilado en Quer¨¦taro) en habitaciones cercanas al Papa nada menos que en el Vaticano. La Loca Carlota que en el corrido era cantada con narices de pelota, que muri¨® ya entrado el siglo XX, con luz el¨¦ctrica y Chaplin en pantalla, era la protagonista de hechos en crudo como aut¨¦ntico bomb¨®n m¨¢s que apetecible para el azoro literario, pero nadie lo cuajar¨ªa mejor que Del Paso, orfebre y erudito como lo prueban sus ensayos y sus cr¨®nicas, ambos ya antologados en libros de sus muchas lecturas y muchas ideas en torno a temas tan diversos como el islam o los laberintos de Escher, el juda¨ªsmo o la m¨²sica cl¨¢sica, sus pinturas al ¨®leo y en el recuerdo, pero quiz¨¢ el libro con el que deber¨ªan empezar a recorrerlo los nuevos lectores que han de viajar a Del Paso ahora que se le reconoce con el Premio Cervantes sea precisamente Viaje alrededor del Quijote (2004).
No pocos espa?oles de la generaci¨®n de la Transici¨®n lo conoc¨ªan como la voz de la BBC de Londres
Del Paso es de los pocos que han reparado en gui?os no tan obvios que hizo Cervantes para la noche de los tiempos, quiz¨¢ enjaulados como leoncitos para el atrevido que se lanza a la disecci¨®n, autopsia y resurrecci¨®n de p¨¢rrafos inmortales, supuestamente intocables. En su viaje en torno al Quijote, Del Paso se pregunta como ni?o que lo lee siempre por primera vez en d¨®nde estaba de veras esa biblioteca del loco Alonso Quijano y c¨®mo es que la tapiaron su ama y la criada. ?Ser¨¢ que un ver¨ªdico encantador logr¨® desaparecer esa habitaci¨®n, incluso en los planos que han trazado posteriores estudiosos de ese cap¨ªtulo cervantino? Del Paso es de los pocos lectores que se atreven a hilar que ese ?lvaro de Tarfe que aparece en la gloriosa segunda parte del Quijote es nada menos que invento del nefando Avellaneda, santo patrono de plagiarios, resucitado en tinta por el ofendido Cervantes para descalabro de todo usurpador y gloria de la mejor historia jam¨¢s contada. Viajar con Del Paso alrededor del Quijote es andar despacio con un viajero que se convierte a su vez en un abierto continente de palabras, un escritor que a partir de este abril cumple cabalmente con la dosis que recomendaba Alfonso Reyes para todo autor mexicano: ser generosamente nacional y provechosamente universal. Un autor como paisaje de versos, ¨®leos encendidos de luz, lecturas en contagio constante y por lo menos tres novelas que seguir¨¢n siendo, ya para siempre, noticia.
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