Toneladas de mansedumbre y soser¨ªa
Juan del ?lamo cort¨® una oreja al ¨²nico toro que desarroll¨® movilidad de una corrida cargada de kilos y falta de casta
En esto de los toros, el tama?o no es importante. Muchos aficionados prestan una atenci¨®n desmesurada a la estampa y las carnes, y resulta que todo, lo bueno y lo malo, va en las entra?as. La corrida de Pedraza de Yeltes, por ejemplo, fue pesada -cuatro toros en el entorno de los 600 kilos-, y lo que llevaban dentro no era m¨¢s que toneladas de mansedumbre y soser¨ªa.
La corrida de la Asociaci¨®n de la Prensa -con la expectaci¨®n bajo m¨ªnimos por un cartel con escasos atractivos y la ausencia del Rey, habitual en este festejo- fue un pesti?o. Menos mal que don Felipe no vino, porque hubiera acabado molido de aburrimiento, lo que pudiera servir de excusa, qui¨¦n sabe, para aplazar sus ya escasas visitas a una plaza de toros.
Pedraza de Yeltes/Escribano, Del ?lamo, Leal
Toros de Pedraza de Yeltes, bien presentados, mansos, sosos y descastados. El tercero, noble y con movilidad.
Manuel Escribano: buena estocada (palmas); pinchazo, bajonazo y dos descabellos (silencio).
Juan del ?lamo: estocada ca¨ªda _aviso_ (oreja); estocada tendida (silencio).
Juan Leal, que confirm¨® la alternativa: dos pinchazos, estocada _aviso_ (silencio); pinchazo y estocada (saludos).
Plaza de Las Ventas. 17 de mayo. Duod¨¦cima corrida de feria, organizada por la Asociaci¨®n de la Prensa. Algo m¨¢s de media plaza.
En fin, que los toros anunciados dar¨¢n mucho de s¨ª en las carnicer¨ªas especializadas, pero fracasaron con estr¨¦pito en la misi¨®n m¨¢s importante de sus vidas: dar prestigio y lustre a la casa que los acogi¨®, demostrar que son de buena familia y colaborar al triunfo de la fiesta, que pasa, necesariamente, por un dechado de encastada nobleza y toreros en racha.
Pues nada de lo dicho ocurri¨®. Los toros estaban bien alimentados, pertenec¨ªan a reatas de padres y madres largos, de bella presencia y prestancia, pero ni gotas de bravura, ni un barniz de casta, ni un comp¨¢s de fiereza. Solo el tercero, al que Juan del ?lamo le cort¨® una discutible oreja, se movi¨® m¨¢s que los dem¨¢s, desarroll¨® nobleza y permiti¨® que la plaza disfrutara de unos instantes de espejismo torero. El resto, basura, animales para el matadero, -ninguno destac¨® en el caballo- y llegaron al tercio final con una infinita tristeza, sin recorrido, sin gracia ni codicia, con andares cansinos y fervientes deseos de que acabara cuanto ante su desesperante misi¨®n en la tierra.
?Y los toreros? Justificados podr¨ªan estar con tales oponentes, pero en feria tan importante como esta se les debe exigir una especial puesta en escena, una disposici¨®n, unas maneras.
Las tuvo, y se la premiaron, Juan del ?lamo, aunque el trofeo que pase¨® supo a poco. Lo mereci¨®, quiz¨¢, porque consigui¨® levantar los ¨¢nimos de los alica¨ªdos tendidos y porque traz¨® una tanda de redondos pre?ada de temple y buen gusto, pero lleg¨® al final de una faena en la que hubo m¨¢s cantidad que calidad, m¨¢s acompa?amiento que mando, m¨¢s celeridad que hondura. Ligaz¨®n, s¨ª, pero no basta hilvanar los pases para hacer el toreo. Como suele ocurrir cada tarde, alarg¨® la faena innecesariamente y acab¨® con las ya tradicionales y diarias bernardinas que no a?adieron nada a su menguada labor. Con ese toro dibuj¨® un par de buenas ver¨®nicas y alguna otra sobresali¨® al recibir al quinto.
Este otro animal pertenec¨ªa al batall¨®n de los sosos y mansos, embest¨ªa con la cara alta y sin clase alguna y se raj¨® pronto. Habr¨ªa que preguntarle al torero por qu¨¦ lo brind¨® al p¨²blico.
La corrida de hoy
Mi¨¦rcoles, 18 de mayo. Decimotercera corrida de feria.
Toros de Fuente Ymbro, para Diego Urdiales, Miguel ?ngel Perera y Alejandro Talavante
Pocas opciones tuvieron Escribano y Leal. El primero recibi¨® a sus dos toros de rodillas en los medios; al primero consigui¨® darle una larga cambiada, pero el otro lo mir¨®, se dio media vuelta y enfil¨® de nuevo el camino de los corrales, volvi¨® a mirarlo y pas¨® del torero. Mientras tanto, all¨ª segu¨ªa arrodillado el torero, aguantando el mal trago. Banderille¨® de forma muy deficiente, siempre a toro pasado, su labor result¨® muy ins¨ªpida porque sus oponentes as¨ª lo decidieron y mat¨® de una buena estocada al primero.
Leal se meti¨® literalmente entre los pitones en las postrimer¨ªas de su labor ante el sexto, y arranc¨® una ovaci¨®n a su valor. Tambi¨¦n se jale¨® su comienzo muleteril de rodillas ante ese mismo toro, y no hubo m¨¢s. Su lote no sirvi¨®, pero el torero no puso mucho empe?o en que de ¨¦l se opinara lo contrario. Est¨¢ muy poco placeado, su toreo es muy superficial y se salv¨® por mil¨ªmetros de la cornada cuando cit¨® a su primero con el cartucho de pescao y vaci¨® la embestida con un pase cambiado por la espalda.
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