Una joya que se hac¨ªa esperar
La producci¨®n que se ha estrenado en Madrid ha sido un ¨¦xito clamoroso
I PURITANI
M¨²sica de Vincenzo Bellini, libreto de Carlo Pepoli. Director musical: Evelino Pid¨°; director de escena: Emilio Sagi; escenograf¨ªa: Daniel Bianco. Coro y Orquesta del Teatro Real. Del 4 al 24 de julio. Teatro Real , Madrid.
La ¨²ltima ¨®pera de Vincenzo Bellini ha sido asignatura pendiente para los teatros l¨ªricos en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Las supuestas razones se relacionan con la dificultad de contar con un cuarteto vocal excepcional y, en modo menor, las acusaciones vertidas sobre un libreto altamente convencional. Lo primero est¨¢ perfectamente justificado; los protagonistas y especialmente la pareja central, el tenor y la soprano, deben ser no solo grand¨ªsimos cantantes, tienen que tener adem¨¢s casi un aura de leyenda y ese magnetismo emanado por nombres como Callas, Di Stefano, Freni, Pavarotti, Caball¨¦ o Kraus, por citar a algunos de los que pusieron su firma en esta ¨®pera. Lo segundo no se sostiene. Es cierto que el libreto de Carlo Pepoli tiene serios momentos de guardarrop¨ªa, pero seguramente no m¨¢s que varios de los t¨ªtulos del bel canto o el primer Verdi. Eran moda en esos a?os treinta y cuarenta del siglo rom¨¢ntico los argumentos a lo Walter Scott, o extra¨ªdos del escritor escoc¨¦s. Los Estuardo, los Tudor, la guerra civil inglesa (base de I puritani),y especialmente las hero¨ªnas que enloquec¨ªan.
En realidad, lo que hace de esta una ¨®pera extraordinaria es la implicaci¨®n de Bellini en convertir todo ello en pura m¨²sica, y no solo en puro canto, como hac¨ªa ya primorosamente el compositor siciliano. Se dice que Bellini realiz¨® aqu¨ª su mejor orquestaci¨®n, fruto del compromiso que adquiri¨® de realizar un producto del m¨¢s alto nivel para triunfar en Par¨ªs. Pero es mucho m¨¢s que eso, si la orquestaci¨®n de I puritani es la mejor de Bellini, tampoco es lo mejor de la ¨®pera, lo trascendental es el esfuerzo por convertir la sustancia orquestal en narraci¨®n y lograrlo de manera tan asombrosa que marcar¨ªa la agenda de todo un Verdi para un par de d¨¦cadas. Y es que Bellini no vivir¨ªa para disfrutar de su ¨¦xito, al fallecer ocho meses despu¨¦s del estreno en el mismo 1835 en que se present¨®.
Si la materia vocal de la pareja protagonista es sublime, me asombra m¨¢s, por ejemplo, ese prodigioso d¨²o de voces graves, las de Riccardo y Giorgio, Suoni la tromba, e intrepido, que alcanzar¨ªa a resonar hasta el Don Carlo verdiano.?
?xito clamoroso
En cuanto a la producci¨®n que se ha estrenado en Madrid, digamos de entrada que ha sido un ¨¦xito clamoroso. Necesita el Real noches como esta, con la consagraci¨®n de dos voces que el Teatro hace propias. Se esperaba algo as¨ª del tenor mexicano Javier Camarena, no en vano hace dos temporadas protagoniz¨® el primer bis de tenor de la corta historia del nuevo Real. Y se deseaba que la soprano alemana Diana Damrau estuviera a la altura: desaf¨ªo logrado. Sus papeles de Arturo y Elvira magnetizaron al p¨²blico del estreno y los aplausos entre arias alargaron la representaci¨®n m¨¢s de quince minutos. Excelentes tambi¨¦n Nicolas Test¨¦ (por cierto, marido de Damrau) y Ludovic Tezier. Pocos peros podr¨ªa poner este cr¨ªtico a esta consagraci¨®n, el conjunto de sus actuaciones fue impecable rondando lo apote¨®sico. Sin duda estas producciones crean teatro y los aficionados del Real salieron convencidos de asistir a una noche m¨¢gica de ¨®pera a la vieja manera.
Estuvieron a la altura, adem¨¢s, el coro y una orquesta, bien conducidos por Evelino Pid¨°, de la que merece sobresaliente el grupo de trompas, tan importantes para el color narrativo. En cuanto a la escena, Sagi y Bianco optaron por la elegancia y dejar a los cantantes en situaci¨®n de comodidad. La apuesta por el blanco y negro vest¨ªa muy bien el tono l¨²gubre y adusto de esta historia de guerra civil y locura.
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