De ?pica y Medicina
Alberto Infante novela en 'Constantes vitales' la epopeya de la conquista de una Sanidad P¨²blica digna para Espa?a
La palabra escrita posee una potencia tan desconocida como real. Puede plegarse sobre la realidad y, sino no sucumbe ante ella, le permite generar una reverberaci¨®n ins¨®lita que la reproduce y fortifica. Algunos narradores tienen el don de descubrir esta misteriosa capacidad que anida en la palabra. Es el caso de Alberto Infante que, en su ¨²ltima novela, ¡°Constantes vitales¡±, se zambulle en la realidad de un proceso hist¨®rico, la Transici¨®n espa?ola de la dictadura a la democracia, para enhebrar los hilos que trenzan un enjundioso relato a¨²n por desvelar y que ¨¦l aqu¨ª desvela: el de la epopeya protagonizada por un pu?ado de m¨¦dicos, en su mayor¨ªa j¨®venes, que consigui¨® sacar a la Medicina espa?ola de la fosa en la que languideci¨® durante tantos y tan oscuros a?os como los de las cuatro d¨¦cadas del franquismo.
De aquel esfuerzo, del que Alberto Infante informa con la precisi¨®n de un cronista y el saber de un experto, result¨® el nacimiento de una Sanidad P¨²blica escamoteada hasta entonces bajo el se?uelo de un llamado Seguro Obligatorio de Enfermedad. La sigla, generadora de un supuesto confort socio-moral para el dictador y sus secuaces hospitalarios, ocultaba una arcaica estructura feudal de la Medicina espa?ola. Esta se hallaba signada por cuatro estigmas inconfundibles: una jerarquizaci¨®n hospitalaria asfixiante; unas pr¨¢cticas cl¨ªnicas inerciales; un desprecio por las innovaciones cient¨ªficas que surg¨ªan del contorno europeo y quedaban varadas en la frontera con Francia; y un temor reverencial al catedr¨¢tico-propietario de c¨¢tedra, erigido en componente de un sanedr¨ªn endog¨¢mico que, desde la c¨²spide social, oficiaba con un paternalismo encubridor de un profundo desprecio al enfermo, al que intencionalmente sepultaba en la nada, desprovisto de derechos y ulcerado por un sistema tan opresivo como inhumano. Todo ello, naturalmente, a contramano de quienes mediante trabajosos esfuerzos individuales, pugnaban en sus consultas y en infectos dispensarios por humanizar el trato con el enfermo y desplegar el arte de curar la enfermedad y recobrar para todos la salud perdida por unas condiciones de vida intencionadamente degradadas por el poder.
Aquellos j¨®venes, bravos y clarividentes, con plena conciencia de que tan humillante postraci¨®n -pol¨ªtica en definitiva- ni pod¨ªa ni deb¨ªa perpetuarse, estudiaron a fondo el terreno y establecieron alianzas con los resistentes ¨Cconmueve el episodio en el cual un m¨¦dico veterano, que consigue in extremis una bata blanca de laborante para salvar a un joven m¨¦dico que huye de la s¨¢dica polic¨ªa franquista-; con todo en contra, en medio de la actitud acomodaticia, cuando no de la incomprensi¨®n, de buena parte de los m¨¦dicos veteranos, ellos consiguieron consolidar una ¨¦tica profesional distinta, igualitaria y profundamente respetuosa con el enfermo, todo lo cual les permiti¨® revocar, abati¨¦ndolo, el discurso dictatorial de la Medicina franquista.
Tras organizarse pol¨ªticamente en partidos clandestinos, se?aladamente el PCE, y crear sindicatos, pudieron comenzar a nivelar la ecuaci¨®n perdida entre m¨¦dico y paciente, y contribuyeron a erigir una Sanidad P¨²blica que, por primera vez en la historia espa?ola, salvo aquellos fogonazos precursores de la Medicina de la Rep¨²blica, pudo recobrar el adjetivo de digna: se hab¨ªan propuesto racionalizar los hospitales, humaniz¨¢ndolos; fortificar la relaci¨®n entre Medicina y Enfermer¨ªa, el otro soporte imprescindible de aquel proceso; y ello, tras abrir las compuertas de las c¨¢tedras a la Ciencia innovante, arrumbando para siempre la Escol¨¢stica que las paralizaba. Su gesta hund¨ªa sus ra¨ªces en un potente movimiento estudiantil y profesoral que en los a?os sesenta y setenta, convirti¨® las facultades de Medicina de Madrid, Valladolid, Santiago, Valencia, Bilbao, Sevilla, Barcelona, C¨¢diz, a trav¨¦s de una lucha incesante, en los focos de esperanza de los que brotar¨ªa la victoria manifiesta en una Sanidad P¨²blica espa?ola admirada a escala internacional, hoy puesta en peligro de retroceso por los legatarios del franquismo.
Alberto Infante, que ha caminado por los anchos senderos de la Poes¨ªa, realiza aqu¨ª un sustantivo esfuerzo de concisi¨®n literaria en clave naturalista, en la estela de Maxence van der Meersch, para sortear el pantanoso magma del cual aquellos j¨®venes, como ¨¦l mismo, m¨¦dicos antifranquistas, comunistas, socialistas y dem¨®cratas, lograron reavivar la Medicina en Espa?a. Su ¨¦xito consisti¨® en romper el espejamiento que llevaba a la Medicina a identificar sobre s¨ª misma el sujeto y el objeto de su actividad, para trocar su aut¨¦ntico objeto y situarlo, precisamente, en la sociedad espa?ola. Alberto Infante funde una biograf¨ªa, un amor, una profesi¨®n, en definitiva, una vida, con la atribulada historia de un pa¨ªs que solo parece saber construirse cuando se dan las condiciones para que gentes dignas y sin miedo al futuro, como lo fueron aquellos estudiantes, m¨¦dicos y profesores combativos, se muestren dispuestas a conseguirlo.
Constantes vitales. Alberto Infante. De Jaque. Grupo editorial Vitrubio. 305 p¨¢ginas. 20 euros.
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