Un encuentro agradecido
Roc¨ªo M¨¢rquez & Fahmi Alqhai protagonizan el espect¨¢culo 'Di¨¢logos de nuevos y viejos sones' en la Bienal de Flamenco de Sevilla
Una iglesia barroca reci¨¦n restaurada y el encuentro, promovido por la organizaci¨®n de la Bienal, de dos m¨²sicos j¨®venes, brillantes y cumplidamente creativos. Puede que nadie dudase de la capacidad de ambos para resolver el reto, pero, de igual manera, la incertidumbre sobre las soluciones que pudiesen adoptar elevaban interrogantes de curvatura similar a la de las columnas que enmarcaban su concierto entre lo popular y lo culto, formas flamencas y m¨²sica antigua.
Nada m¨¢s empezar, el violagambista sevillano y la cantaora onubense dieron muestras de que hab¨ªan decidido obviar espacios aparentemente afines (tal vez Scarlatti por aquello del fandango barroco de influencia indiana) y, frente a lo previsible, optar por lo nuevo, por hacer t¨¢bula rasa para ofrecer un repertorio personal y creativo que hu¨ªa de caminos f¨¢ciles o transitados. Se puede decir que cada una de las ocho piezas que compusieron el concierto sonaron frescas, reci¨¦n editadas, por m¨¢s que la l¨ªrica popular o algunos ejemplos de la culta estuviesen presentes, pero para ser integrados con originalidad, imaginaci¨®n y extremada delicadeza.
Viola da gamba: Fahmi Alqhai. Cante: Roc¨ªo M¨¢rquez. Percusi¨®n: Agust¨ªn Diassera. Iglesia de San Luis de los Franceses. 11 de septiembre de 2016
Alqhai extrajo de su viola recursos instrumentales de todo tipo, desde el pizzicato al rasgueo junto a un asombroso uso del arco. Transportaba un eco antiqu¨ªsimo, un timbre a?ejo, pero recurri¨® a soluciones nada convencionales para crear atm¨®sferas o seguir al propio cante. La voz de Roc¨ªo fue un veh¨ªculo aterciopelado que dijo las canciones de forma templada o muy ligada, seg¨²n demanda de los textos, para transmitir la emoci¨®n justa. Dulce, pero nunca empalagosa, su garganta pudo por momentos temblar, su voz alargarse en unos melismas, pero siempre con elegancia y contenci¨®n en el decir. Por su parte, Diassera se erigi¨® en pieza r¨ªtmica fundamental, tan sobrio en el uso de los colores como firme en los apoyos.
Cada uno de los temas propuestos goz¨® de un tratamiento propio. Distendido y narrativo fue el tono del primero, de tema caribe?o, con recuerdo a la marchenera colombiana, y el relato contenido de una desolaci¨®n. Los conocidos versos de Santa Teresa (¡°Muero porque no muero¡±) fueron anunciados como bambera, pero la composici¨®n superaba el estilo, apenas visitado. Lo mismo pudo ocurrir con la nana construida sobre la popular El cant dels ocells. Solamente con percusi¨®n, Roc¨ªo abord¨® una tanda de fandangos alosneros. Su desnuda presentaci¨®n le otorgaba un aire primitivo, si no fuera por el barniz meloso con que ella los cubri¨®. De un Monteverdi, en el que la viola se hizo guitarra, a la dicci¨®n r¨¢pida y valiente del popular Testamento de un gitano, donde se revel¨® fundamental el trabajo de Diassera.
Mereci¨® la pena llegar al final con unos anunciados Aires de Peteneras. Arrancaron con el romance de la Monja contra su gusto para pasar al modelo de La Ni?a de los Peines y proseguir con una canci¨®n sefard¨ª, entre otros textos, dentro de una hermosa y brillante construcci¨®n de tono creciente que prepar¨® para la emocionante seguidilla final. Cada uno de los dos protagonistas sostuvo su discurso en un mismo espacio musical y con notables m¨¦rito y dificultad. Como en otros momentos del concierto, mostraron c¨®mo inteligencia y solvencia t¨¦cnica pueden muy bien asociarse para alcanzar elevadas cotas de expresividad.
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