¡®Goodbye¡¯, Lenin; ¡®goodbye¡¯, Gorby

El 22 de agosto de 1991, tras el golpe de Estado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el pueblo ruso tom¨® en sus manos algunas decisiones importantes. Oblig¨® a Gorbachov a firmar varios decretos e hizo que la bandera hist¨®rica de Rusia ondeara sobre los edificios p¨²blicos de Mosc¨²: la Rusia hist¨®rica hab¨ªa vuelto. Por la noche la multitud atac¨® la abominada estatua de F¨¦lix Dzerzhinski, fundador de la polic¨ªa secreta y todo un s¨ªmbolo de las persecuciones sovi¨¦ticas. La estatua que se erig¨ªa en la plaza Lubianka, dominada por la temida sede del KGB, fue derrocada en un ambiente de fren¨¦tico j¨²bilo. Los canales televisivos mostraron al mundo que lo incre¨ªble se hab¨ªa hecho realidad: tras siete d¨¦cadas de totalitarismo, el pueblo hab¨ªa tomado su destino en sus manos. Esta es una de las escenas que podemos haber olvidado y que Carr¨¨re d¡¯Encausse nos recuerda con vivacidad.

En su apasionante libro Seis a?os que cambiaron el mundo, la historiadora H¨¦l¨¨ne Carr¨¨re d¡¯Encausse, bi¨®grafa de los Romanov, de Lenin y Stalin, adem¨¢s de secretaria perpetua de la Acad¨¦mie fran?aise, describe con todo lujo de detalles c¨®mo se lleg¨® hasta ese d¨ªa hist¨®rico desde que Gorbachov lleg¨® al poder en la URSS y de qu¨¦ manera Rusia, finalmente, se deshizo de su gran reformador. Los seis a?os que van desde 1985 hasta 1991 empezaron en plena Guerra Fr¨ªa, con la Uni¨®n Sovi¨¦tica siendo una temida superpotencia que no ten¨ªa otro rival que Estados Unidos. Gorbachov subi¨® al m¨¢s alto pelda?o del poder sovi¨¦tico cuando el PCUS tom¨® la iniciativa de rejuvenecer la imagen de su l¨ªder y escogi¨® a Gorbachov para desempe?ar este papel.

Gorbachov se puso a hacer cosas inauditas: la primera fue que, en vez de esconderla como sus predecesores, dio a conocer la cat¨¢strofe de Chern¨®bil. Adem¨¢s, al saberse que la tragedia ocurri¨® en parte por culpa del alcohol, el premier estableci¨® la ley seca, que result¨® ser tan antipopular que, unos a?os m¨¢s tarde, lleg¨® a convertirse en una de las causas de su ca¨ªda. La democratizaci¨®n del r¨¦gimen sovi¨¦tico, impulsada por Gorby, provoc¨® que los sat¨¦lites de la URSS se emanciparan y r¨¢pidamente abrazaran un sistema democr¨¢tico y la econom¨ªa de mercado; otro tanto sucedi¨® con las rep¨²blicas secesionistas, como las b¨¢lticas, Georgia y Ucrania, entre otras muchas que acabaron independiz¨¢ndose. Los rusos no soportaron perder su imperio y tras el golpe de Estado destronaron a Gorbachov en favor de Bor¨ªs Yeltsin.

Ese libro, el mejor entre la docena de vol¨²menes de ensayo destacables sobre esta ¨¦poca porque ofrece una visi¨®n de conjunto completa e imparcial, adem¨¢s de viva y bien documentada, acaba cuando Yeltsin abandona el Kremlin y lega el pa¨ªs a su sucesor, Vlad¨ªmir Putin, con un ¨²ltimo deseo: ¡°Cuide bien de Rusia¡±.

Aquellos seis a?os milagrosos pr¨¢cticamente acabaron con el comunismo mundial. Sin embargo, recalca Carr¨¨re, un cuarto de siglo m¨¢s tarde, la memoria colectiva contin¨²a subestimando, cuando no olvidando, esa extraordinaria serie de acontecimientos, la desaparici¨®n pac¨ªfica de un sistema todopoderoso que se cre¨ªa eterno. Este libro, magistralmente narrado, lo deber¨ªan leer todos los que desean conservar y defender la memoria hist¨®rica.

Seis a?os que cambiaron el mundo. Helene Carr¨¨re d¡¯Encausse. Traducci¨®n de Ana Herrera. Ariel. Barcelona, 2016. 384 p¨¢ginas. 23,90 euros