Jos¨¦ Batll¨®: feo, ateo y sentimental
El poeta tuvo un papel destacado en la literatura en la ¨²ltima etapa del franquismo
Para quienes nos incorporamos a la Universidad en Barcelona a comienzos de los a?os setenta, en mi caso a la Aut¨®noma, y nos interesaba la poes¨ªa, el nombre de Jos¨¦ Batll¨®, quien acaba de fallecer a los 77 a?os, era un referente indiscutible. Para empezar, se trataba del editor de la revista Camp de l¡¯arpa, que dirig¨ªa el veterano Juan Ram¨®n Masoliver, una de las que m¨¢s nos llamaba la atenci¨®n por aquel entonces. Pero Batll¨®, adem¨¢s, hab¨ªa sido en 1964 el fundador de la colecci¨®n El Bardo, donde le¨ªmos obras de Aleixandre y Max Aub, a los poetas catalanes Espriu y Pere Quart, al gallego Celso Emilio Ferreiro, a poetas del mediosiglo, como Valente y ?ngel Gonz¨¢lez, a los nov¨ªsimos V¨¢zquez Montalb¨¢n y Pedro Gimferrer (a quien le dedic¨® el siguiente aforismo: ¡°El sino de los estetas es evitar los espejos. Pere...¡±), y al gran Antonio Carvajal. De estos dos ¨²ltimos public¨® obras mayores: Arde el mar (1966) y Tigres en el jard¨ªn (1968). Ahora puedo confesar que fue el poeta granadino quien en fechas tempranas aliment¨® mi inter¨¦s por un personaje que entonces solo conoc¨ªa de nombre.
Batll¨® era, adem¨¢s, el Mart¨ªn Vilumara de la revista Triunfo, otra biblia de la ¨¦poca; el promotor de revistas clandestinas como La trinchera (Frente de poes¨ªa libre) (1962 y 1966), cuyo primer n¨²mero estaba dedicado al entonces proscrito Alberti, y Si la p¨ªldora bien supiera... (1967-1969). Y no es todo, pues antes y despu¨¦s se embarc¨® en otras empresas no menos quijotescas, tales como representar Fin de partida, con Alfonso Guerra en el reparto, llevar a cabo diversas traducciones del catal¨¢n al castellano, as¨ª como las siguientes recopilaciones: Antolog¨ªa de la nueva poes¨ªa espa?ola (1969), Narrativa catalana hoy (1970) y Poetas espa?oles poscontempor¨¢neos (1974).
Si no estoy mal informado, Batll¨® dej¨® de publicar poes¨ªa en 1971, cuando apareci¨® Canci¨®n del solitario, aunque el ¨²ltimo libro que le conozco sea El Bardo (1964-1974). Memoria y antolog¨ªa (1995), donde en el pr¨®logo traza unas memorias que saben a poco. Claro que edit¨® despu¨¦s la revista Taifa, en la que dedic¨® un n¨²mero monogr¨¢fico a la literatura del exilio republicano espa?ol y, a?os m¨¢s tarde, un libro de aforismos, casi desahogos, que aparece sin firma y estramb¨®ticamente titulado Primer centiloquio del heter¨®nomo, donde se autorretrata como en el t¨ªtulo de este art¨ªculo.
Dos an¨¦cdotas
Dejo para el final dos an¨¦cdotas que ¨¦l mismo me cont¨® en una cena que compartimos en 2002, para m¨ª memorable, cerca de Taifa, su librer¨ªa en la calle Verdi. La sorpresa que se llev¨® cuando al dejar Sevilla en 1963 e instalarse en Barcelona, hab¨ªa nacido en Caldes de Montbu¨ª, fue a visitar al poeta Gil de Biedma, todav¨ªa en la casa familiar, a quien hab¨ªa conocido poco antes en la capital andaluza. Result¨® que le abri¨® la puerta un criado con librea que le anunci¨® que el se?orito lo recibir¨ªa de inmediato... Y lo agradecido que se sent¨ªa con V¨¢zquez Montalb¨¢n, quien, con absoluta discreci¨®n, Pepe ten¨ªa su orgullo, en las ¨¦pocas en que pas¨® mayores penurias econ¨®micas, le regalaba cantidades ingentes de libros, de los que ¨¦l sol¨ªa recibir, para que pudiera venderlos y sobrevivir.
El caso es que Jos¨¦ y Pepe, Batll¨® y Hierro, siempre me parecieron almas gemelas, no solo por su aspecto externo, de temibles guerreros t¨¢rtaros, sino tambi¨¦n porque los ogros que pudieran parecer encubr¨ªan a seres entra?ables en las distancias cortas, aunque a menudo gru?ones. No en vano, a Batll¨® le gustaba presumir de ser t¨ªmido, sufridor, perezoso y poco cordial. Por el contrario, Esther Tusquets, con quien mantuvo algo m¨¢s que una relaci¨®n amistosa, como ella misma ha contado, lo describi¨® como ¡°cari?oso y autodestructivo¡±.
En uno de esos aforismos a los que antes me he referido afirma que ¡°se sobrevive a todo, menos a uno mismo¡±. Creo que no es demasiado arriesgado apostar que su obra se recordar¨¢, pues sin ella resulta imposible entender la historia de la literatura, de la poes¨ªa, de las revistas literarias de las ¨²ltimas d¨¦cadas del franquismo y las primeras de la democracia.
Fernando Valls es profesor de Literatura Espa?ola Contempor¨¢nea en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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